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Este blog corresponde a Alternativas Económicas, una publicación mensual que te explica la información económica desde un punto de vista social.

Tres mujeres que inspiran confianza en España

Ada Colau habla con la prensa / ENRIC CATALÀ

Andreu Missé

Las elecciones municipales y autonómicas siempre han sido importantes en España. En 1931 fueron unas elecciones municipales las que trajeron la II República, que no era precisamente el objetivo de aquellos comicios. En 2015, las elecciones a los ayuntamientos y autonomías han certificado el inicio de una nueva época que puede culminar en un cambio político de fondo.

Una parte importante de ciudadanos no se ha creído el discurso de la recuperación económica que esgrime el Gobierno del Partido Popular. Difícilmente puede convencer a un electorado que convive con más del 23% de parados, registra el mayor crecimiento de la desigualdad de Europa y un riesgo de pobreza que atenaza a casi un tercio de las familias. El partido del Gobierno se ha visto castigado además por numerosos casos de corrupción. Y por primera vez se ha destruido el mantra de que la corrupción no pasa factura a los políticos corruptos.

Aunque el Partido Popular ha ganado las elecciones en número de sufragios, se ha visto abandonado por 2,5 millones de votantes, lo que supone una pérdida del 29% del apoyo. El PSOE ha mantenido un discreto segundo puesto con una pérdida más moderada de 700.000 votantes. Ahora las posibilidades que tienen los socialistas de recuperar poder en ayuntamientos y comunidades autónomas dependen en buena parte del apoyo que reciba de las fuerzas emergentes, Ciudadanos, tercera fuerza política y Podemos.

Las grandes protagonistas del incipiente giro social registrado en las elecciones del pasado domingo han sido tres mujeres. Ada Colau, que lidera Barcelona en Comú, la primera fuerza política que ha ganado en la ciudad de Barcelona; Manuela Carmena, que al frente de Ahora Madrid, es la segunda coalición en el Ayuntamiento de Madrid y Mónica Oltra, que al frente de Compromís, ha triplicado sus escaños en las Corts Valencianes y se ha convertido en la tercera fuerza política.

Lo realmente novedoso es que los barceloneses han dado su máximo apoyo a la mujer que es conocida socialmente por su compromiso desde la calle en la defensa de miles de familias pobres que se han visto desalojadas de sus viviendas por las implacables exigencias de unos bancos sin escrúpulos y de la pasividad de los Gobiernos.

Es esperanzador ver cómo Colau, una persona con una sensibilidad social tan acusada, pueda estar hoy al frente de una ciudad y tomar medidas de Gobierno para paliar de manera significativa tanto sufrimiento. Sus prioridades son fácilmente compresibles para todo el mundo: revisar las privatizaciones, eliminar los coches oficiales y multar a los bancos que no cedan sus pisos vacíos.

Es esperanzador también que la ex juez Manuela Carmena, con una acreditada trayectoria de luchadora social, virtual alcaldesa de Madrid, haya fijado como primer compromiso frenar los desahucios en los primeros 100 días de Gobierno.

Y es esperanzador que Mónica Oltra, la mujer que más se ha comprometido en la lucha contra la corrupción con resultados objetivos, haya recibido un apoyo tan firme de la ciudadanía.

El resultado electoral del pasado domingo supone también el fin del bipartidismo y el comienzo de una nueva etapa que exigirá el aprendizaje de una nueva cultura basada en los pactos. Pero pactos en que los partidos emergentes han establecido unas líneas rojas muy claras: intolerancia con la corrupción; lucha contra las desigualdades y limitar el poder de la banca en las actuaciones que puedan perjudicar a los ciudadanos.

Todo esto ocurre en un país que se enfrenta a unas elecciones generales a finales de año y a otras probables en Catalunya en septiembre. Los electores estarán muy atentos a la gestión de los nuevos poderes en los gobiernos locales y autonómicos para ver qué decisiones toman ante los próximos comicios. Lo difícil ahora es convertir una reivindicación social en una medida de Gobierno. Pero de momento estamos en tiempo de esperanza.

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