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Cartografía y pandemias o cómo las medidas “espaciales” contra las epidemias se repiten a lo largo de los siglos

Presentación del estudio que relaciona las pandemias con la cartografía

Carla Rivero

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A pesar del desconcierto y la alarma mundial, las pandemias no son algo de este siglo. El SARS-CoV-2 ha provocado el hundimiento de la economía global y unas consecuencias sociales que, a priori, no se podían prever, pero los métodos que han servido para contenerla se rescatan del pasado: cordones sanitarios, aislamiento social, mascarillas… Así lo demuestra el estudio “Andalucía y la cartografía histórica de las pandemias”, del historiador Fernando Olmedo Granados y el médico epidemiólogo Francisco Javier García León. Los expertos han elaborado una radiografía geográfica que muestra la repercusión de las enfermedades infecciosas desde el siglo XV hasta la actualidad, con especial incidencia en la comunidad autónoma.

La colaboración entre la Fundación Centro de Estudios Andaluces (CENTRA) y el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) comenzó en julio de 2020 a partir de las fuentes documentales que datan del siglo XVI en adelante. A pesar de las restricciones y el cierre de los archivos, se elaboró con ayuda de la digitalización de numerosas bases de datos un compendio que recrea y reinterpreta el espacio andaluz ante la visita de seis enfermedades: la peste, la fiebre amarilla, el cólera, la gripe, el VIH - Sida y la Covid-19. “La cartografía tiene mucha utilidad como un sistema de comunicación sencillo en el que podemos contemplar las medidas que se tomaron en las anteriores pandemias, las cuales son sustancialmente espaciales”, declaró Olmedo: “los confinamientos, los vectores de propagación, la incidencia en las regiones o la restricción de movilidad se apoyan en la cartografía”.

Es un estudio pionero que muestra cómo la humanidad vive en un ciclo: “Es sorprendente la cantidad de coincidencias, como el miedo al contagio, el perjuicio a la actividad económica o el encierro, es decir, la repercusión social es muy grande y la Covid nos ha vuelto a situar en esa continuidad histórica que suponen las pandemias”, afirmó el ponente. 

Información rápida a la ciudadanía

La presentación del proyecto, que se publicará el próximo otoño, no pudo ser en sitio más propicio: el antiguo Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla o actual sede del Parlamento andaluz, la entidad en donde se atendió a los afectados por la peste de 1649 con una virulencia que arrasó con casi la mitad del censo en unos 60.000 sevillanos. Una de las conclusiones que se extrae de la orografía andaluza es la importancia de la accesibilidad. El historiador subrayó que “las ciudades con más incidencia siguen siendo los puntos de entrada como las más pobladas y mejor comunicadas al estilo de Cádiz, Málaga y Sevilla, o Granada, pero por cuestiones higiénicas”.   

La cartografía histórica permite utilizar los vestigios del pasado que se guardan entre las estanterías o las páginas web de la Biblioteca Nacional de España, la Biblioteca Nacional de Francia o la Real Academia de Medicina, entre las más de 250 referencias bibliográficas, para componer un retrato de la gestión sanitaria. “La tecnología nos ayuda a obtener información estadística, muy valiosa, relativa a epidemias en territorio andaluz a partir de las evidencias y testimonios de cada época”, explicó Olmedo. “En el presente, es una enseñanza clara para las autoridades de lo conveniente que es proporcionar información rápida a la ciudadanía”. 

En este sentido, los investigadores reflexionaron sobre la cantidad de información gestionada por los medios de comunicación y entidades privadas que, de una forma u otra, explotan los recursos y reciben rédito económico por ello, cuando “hay que acelerar la generación de respuesta, en base a estos datos y la cartografía, por parte de las administraciones públicas para la toma de decisiones, porque una sociedad democrática necesita ser informada para estar convencida con argumentos válidos, como observar que si la incidencia es alta en un territorio es mejor no trasladarse”. El estudio se ha dividido en el análisis global, nacional y regional, y el desarrollo de la cartografía temática en España y, en concreto, en Andalucía. 

Desde el siglo XVII, cuando se notifica el impacto global de la peste, se recoge la evolución de la cartografía como “un elemento de síntesis útil” para los gobiernos y la población. Fichas parroquiales, documentos administrativos, mapas e ilustraciones de las ciudades son materiales necesarios para hacer una reconstrucción de lo acaecido. Por ejemplo, en el informe hay un plano de la ciudad de Córdoba en la que su trazado muestra la reducción de la población entre 1649 y 1650, en este caso, el trabajo de los científicos consiste en señalar los focos iniciales y las líneas básicas de propagación del contagio, puertas de acceso autorizadas bajo control, hospitales de apestado o lazaretos y hospitales de enfermos convalecientes. También, la colaboración llega a mostrar la urbe hispalense en el XVI con las medidas adoptadas durante la enfermedad y las localidades invadidas por la mortandad.

El esbozo dado por la metodología convierte a la cartografía de epidemias en una disciplina indispensable con la que conocer de una manera sencilla, rápida, con datos, incidencias, colores y zonas el avance de los organismos patógenos en aquel entonces y, ahora, del coronavirus a través de los portales interactivos y de transparencia de las organizaciones competentes.

De pandemia en pandemia

La primera pandemia de la que se tiene constancia es la llamada “peste de Justiniano” del siglo VI d.C. y, fruto de ella, en el siglo XIV, la “peste negra” azotó Europa con una mortalidad de entre 20 y 40 millones de personas. De este periodo, abundan las representaciones religiosas y simbólicas de las terribles consecuencias hasta que a mediados del siglo XVI se encuentran los primeros mapas o croquis del embate de las epidemias. La utilidad residía en una “síntesis visual de lo que ocurría para la toma de decisiones de los distintos gobernadores puesto que no podemos negar que la cartografía está unida al poder”, recordó Francisco Javier García. Por ejemplo, Sevilla, ciudad amurallada con una decena de puertas que regían la libertad y fluidez de movimiento, quedó en siete entradas por las que se impedía el acceso a los infectados al interior de la urbe. 

Sin embargo, la fiebre amarilla, caracterizada por una dispersión transcontinental debido al tráfico de esclavos, apenas registró mapas del estilo salvo en los muelles de Nueva York. En Norteamérica nació la “cartografía médica” como método para señalar los focos y datos de las personas que vivían en el área porque lo importante era localizar la enfermedad. El estudio hace un esfuerzo por comprender y contextualizar Andalucía mediante la modelización cartográfica con el uso de datos relativos a las provincias y urbes. “El desarrollo de la cartografía médica y la cartografía pandémica es paralelo, y al reinterpretar los registros de la época, podemos decir que Cádiz fue la ciudad con más incidencia con más de 10.000 fallecidos, seguido de Jerez y Sevilla”, añadieron, algo que coincide con las hipótesis acerca de la apertura y actividad de las metrópolis. 

Más tarde, el cólera volvió a poner en jaque a la humanidad como la primera pandemia contemporánea. Los avances técnicos en materia de transporte provocaron su acelerada expansión y, por su parte, la cartografía avanzó al asentar las bases de la epidemiología moderna por su uso como fuente de toma de datos hasta que sufrió un colapso. La gripe de principios del siglo XX, en los albores y transcurso de la I Guerra Mundial, apenas quedó registrada en las grandes imágenes que caracterizaron la repercusión de estas enfermedades. “El mundo quiso olvidar rápidamente lo que sucedió”, comentó el médico Francisco Javier García, “y debido a la temprana desaparición de la fiebre, de entre dos años, no se hizo un análisis más exhaustivo”. 

Parecía que, por fin, las enfermedades infecciosas habían quedado atrás. Hasta hubo quien afirmara que eso era un “capítulo cerrado”, rieron los ponentes, “pero la llegada del VIH en la década de los 60 supuso la muerte de más de 35 millones de personas mientras que la cartografía de epidemias dio el salto de lo analógico a lo digital”. La muestra de datos podía ser fácilmente intercambiable y accesible. A este hito de digitalización, se unió en 2009 la secuenciación del genoma humano, lo cual permitió conocer la mutabilidad de los distintos virus así como su procedencia geográfica. Los mapas, tan cotidianos y útiles en la actualidad, no dejan de transmutar gracias al avance científico, permitiendo así una vista panorámica de la evolución humana.

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