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El índice de confianza empresarial se desploma en Andalucía a la espera de que la caída del PIB toque fondo este trimestre

El consumo de cemento en Andalucía se desploma un 48,8% en abril tras situarse en 116.052 toneladas

Consuelo Durán

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El índice de confianza empresarial, clave para relanzar una economía, se ha hundido a los niveles del peor momento de la pasada crisis, en 2013, desde el estado de alarma, o sea, si se comparan las expectativas del primer trimestre de este año con las del segundo. Ha sido generalizado en toda España, con datos recabados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) entre el 16 de marzo, después de la declaración del estado de alarma, y el 3 de abril.

Este lunes se constituía en el Parlamento de Andalucía la comisión de estudio sobre la recuperación económica y social de Andalucía a causa de la pandemia, con previsión de reunirse el 1 de junio en un contexto de pesimismo que se ha instalado entre los empresarios.

Es una situación a la que no escapan empresas de ninguna dimensión y de ningunos de los ámbitos estudiados (transportes y hostelería, comercio, construcción, industria y otros servicios), si bien se nota especialmente en el transportes y la hostelería y en la construcción, precisamente el sector llamado por la Junta de Andalucía a absorber el desempleo que deje el turismo. Pero la realidad es que tres de cada cuatro propietarios de establecimientos en Andalucía (75,4%) son pesimistas sobre la marcha de su negocio.

El Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) desagrega estos datos con el objetivo de conocer la visión que tienen los responsables de los establecimientos sobre la situación y expectativas de su negocio en el territorio. En concreto, la confianza empresarial ha descendido en Andalucía un 26,6%, o sea, ligeramente menos que la media (26,9%). Los mayores descensos se producen en Cataluña (-30,2%), Baleares (-30,1%) y Canarias (-29,9%). Las menos pesimistas, la Región de Murcia (-22,8%), Castilla y León (23,9%) y Galicia y Navarra (24,3%).

Ya llevábamos encadenando dos trimestres negativos (el último de 2019 y el primero de 2020), pero a niveles muy alejados de lo que ha supuesto la irrupción del coronavirus. Que la confianza empresarial esté tan baja tiene importantes consecuencias: significa que arriesgan mucho menos, o nada, tanto a la hora de invertir como de emplear. Francisco Ferraro, director del Observatorio Económico de Andalucía (OEA), indica que “evidentemente la falta de certidumbre retrae a los empresarios en sus decisiones, porque lo que perciben es un panorama de contracción y recesión, que se prevé más profunda que la de hace unos años”.

Subraya también que ese indicador “no se resuelve por ninguna voluntad ni por que nadie lo decida, sino que tienen que cambiar las circunstancias para que perciban que las cosas van a ir mejor”. En este sentido, opina que las acciones de los gobiernos “no van a cambiar de manera radical la confianza de los empresarios, pero sí actúan correctamente, con el tiempo será menor su pesimismo”.

“Lo que están viendo venir es una contracción muy grande, histórica, sin precedentes desde la guerra civil”, indica, a la vez que reconoce que, como en todo, no es homogénea la situación, “porque hay sectores con más posibilidad de recuperación y sus empresarios tienen más confianza”.

José María O'Kean, catedrático de Economía Aplicada, recuerda que la inversión empresarial -en bienes y equipos para producir- es una de las variables fundamentales de la demanda, junto con el consumo. “Es cierto que la inversión empresarial supone un 20%, frente a un 60% del consumo, pero es mucho más volátil y experimenta cambios mucho más significativos, por lo que afecta mucho. Puede variar por ejemplo 15 puntos, mientras que el consumo puede oscilar en torno a los dos”, remarca.

La confianza empresarial marca sus movimientos. “Si los empresarios entienden que no van a vender sus productos o servicios, paralizan sus proyectos de inversión”, continúa el economista para contextualizar cómo la confianza empresarial resulta determinante.

Precisamente, el informe recién publicado por el OEA recoge que la economía en la comunidad autónoma experimentó una reducción intertrimestral del Producto Interior Bruto (PIB) de casi cinco puntos y medio en el primer trimestre de 2020. El impacto de la epidemia y de las restricciones se ha dejado notar con más intensidad en Andalucía, cuyo mercado laboral ya había mostrado pérdida de dinamismo el último trimestre de 2019.

“La combinación de las medidas de confinamiento y la intensa pérdida de puestos de trabajo, a la que habría que añadir el elevado número de trabajadores afectados por ERTE, determinó una acusada contracción de la demanda interna”, explican desde el OEA. De hecho, ya habían estimado que Andalucía registraría en el primer trimestre de 2020 un crecimiento sensiblemente inferior, debido a las señales de agotamiento que se estaban registrando en la generación de empleo y su impacto en el consumo, bases del dinamismo mostrado en el pasado. Sin embargo, las medidas de contención del virus han disparado la tendencia.

En este sentido, otro foco de incertidumbre se encuentra en los cambios en las prioridades de los consumidores, que se orientarán hacia una mayor propensión al ahorro, mayor control del gasto y alteraciones en las preferencias de consumo de bienes y servicios.

La recesión se desacelerará la segunda mitad del año

Peores indicadores barruntan los economistas que dejará el trimestre en el que estamos. El OEA prevé que en el segundo trimestre de 2020 se alcance el máximo de la recesión, superior al 25% del PIB, para desacelerar gradualmente la contracción en la segunda mitad del año. De este modo, “para el conjunto del año 2020 se prevé una contracción del PIB superior al 15%, lo que podría elevar la tasa de paro al 30%, siempre en ausencia de rebrotes significativos de la epidemia”.

La predicción para 2021 contempla el inicio de la senda expansiva a partir del segundo trimestre, pero en el cómputo del año el crecimiento no compensará la recesión sufrida en 2020. 

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