Coste y valor del Festival de Cine de Málaga
¿Cuánto cuesta un festival? ¿Y cuánto vale? Dijo Antonio Machado, por boca de Juan de Mairena, que todo necio confunde valor y precio. El Festival de Cine de Málaga ha mutado en un evento en el que políticos y empresarios ven mucho más valor que coste. Va por 17 ediciones y ha ampliado su catálogo de actividades hasta convertirse en la inauguración oficiosa de la temporada turística. Con la excusa del cine se celebran conciertos de la Filarmónica de Málaga y de grupos locales y nacionales, exposiciones y conferencias, eventos gastronómicos y literarios. El centro bulle de gente y fiestas y eso vale mucho, se explica. Al turista se le extiende una alfombra roja sobre la calle Larios.
El festival le cuesta oficialmente 1.657.363,23 euros al Ayuntamiento de Málaga y 100.000 a la Administración General del Estado. Estas son las cantidades consignadas en los presupuestos del Ayuntamiento para la empresa municipal que organiza el festival. Pero en los tiempos en que la repercusión (y el valor) de las cosas se mide por las menciones en Twitter, casi nadie duda de que este evento vale más. Según el informe elaborado por la consultora Kantar Media, el impacto generado en los medios de comunicación durante la pasada edición está valorado en más de 22 millones de euros. La cuenta es el resultado de combinar las 14.339 referencias en medios de Internet, prensa escrita, radio y televisión, con la audiencia potencial y el valor estimado de cada referencia.
“Llevamos dos años creciendo muchísimo en repercusión. Vemos que en los telediarios aparece mucho”, explica Damián Caneda, concejal de Cultura, quien también destaca que los comentarios elogiosos de actores y directores con tirón popular refuerzan la imagen y el atractivo de la ciudad. Francisco Moro, vicepresidente de la patronal hotelera AEHCOS, opina igual: “Si tuviéramos que pagar esta publicidad en los medios, no podríamos”. 22 millones de euros no es, por tanto, el valor del festival, sino el coste de la publicidad que Málaga tendría que pagar si quisiera que se hablara de ella como se habla estos días.
Lo decía la nota de balance del año pasado: se trata de entroncar la “idea del cine como cultura unida al turismo y a la atracción de visitantes”. Es imposible saber si el crucerista desembarca en Málaga porque una vez vio la foto de aquel actor famoso en la pasarela del Muelle 1. Sin embargo, sí se sabe que llegan a la ciudad más del doble de visitantes que hace ocho años (según datos de SOPDE, una empresa pública dependiente de la Diputación) y que el equipo de gobierno lleva años intentando generar una marca de ciudad de cultura, cuyos hitos vendrían a ser los museos franquicia (el Carmen Thyssen y el futuro Pompidou; también el CAC y el Museo Picasso) y el festival de cine.
El festival ha ampliado duración (un día más) y cambiado fechas. La ocupación hotelera durante la pasada edición rondó el 86%, según los datos de AEHCOS, unos diez puntos porcentuales más que la cifra de ocupación hotelera habitual en el mes de marzo. La sensación de Francisco Moro es que este año la cifra será más baja. En 2014, el festival se ha celebrado un mes antes que en 2013 para no coincidir con la Semana Santa, aunque ni Damián Caneda ni José Luis Ramos, presidente de los hosteleros malagueños (AEHMA) creen que el cambio de fechas influya en un descenso de visitantes. “Nos ayuda a vencer la estacionalidad”, explica el concejal; “hay meses malos: enero, febrero, marzo… Con estas actividades se recuperan. Necesitamos iniciativas públicas que produzcan actividades que generen consumo, y el festival viene bien se haga cuando se haga”, completa Ramos.
Aquí, un matiz. El festival viene bien, pero para algunos bares, restaurantes y hoteles viene mejor que para otros que quedan fuera de plano. De los cuatro responsables de los locales consultados (una tasca argentina, dos locales de tapas y un local de kebabs, todos ellos en el entorno más cercano al Teatro Cervantes) solo uno admitió que entre semana factura un 40% más. Los otros tres negaron que se beneficiasen del ajetreo, y de ellos, dos ofrecieron una respuesta casi idéntica: “Mucho ruido y pocas nueces. Vienen chavales de instituto a ver a los famosos; gritan, pero no consumen”.
Enrique Gil, presidente de FECOMA (la Federación de Comercios de Málaga), lamenta que para su gremio la repercusión sea mínima, aunque admite que la solución al problema queda más allá de las capacidades del evento: “El turista del festival no viene a comprar. Pero tampoco el resto de turistas”. Gil también denuncia que la concentración de actividades en el centro de la ciudad beneficia casi exclusivamente a los comercios franquiciados, y no al comercio tradicional con identidad local. Casi no hay actividades en los barrios que concentran a la mayoría de la población y a las tiendas que no pueden permitirse un alquiler en el centro. Caneda acepta el reproche, y asegura que se estudian posibles “ramificaciones” del festival para que su “vitalidad” llegue a otras zonas.
Industria paralela
El concejal de cultura cree que el festival también ha contribuido a generar una incipiente industria audiovisual y de organización de eventos en Málaga. El festival realizó un gasto directo de 1.150.000 euros en 2013. La mayoría de los concursos para la edición 2014 han sido adjudicados a empresas de la provincia; sin embargo el diseño, la dirección y la producción de las galas ha ido a parar a Antena 3 Eventos, por 61.951 euros.
Con su consolidación, el festival ha ganado capacidad de convocatoria en el sector, que este año ha presentado 109 largometrajes españoles, 123 latinoamericanos, 439 documentales y 832 cortos. No parece que el atractivo principal sean sus premios en metálico, concedidos únicamente a la mejor película de la sección Territorio Latinoamericano (8.000 euros), al mejor documental (8.000 euros), y a los mejores cortos nacionales y malagueños de ficción (3.000 y 1.500, respectivamente) y de animación (3.000 y 1.500). El premio es, también, la imagen. Recién comenzado el certamen ya era difícil hacerse con entradas para las proyecciones de alguna de las 16 cintas a competición en la sección oficial.
Marco es un artista polaco que dejó de trabajar para el Circo del Sol por una lesión en la espalda, y que ahora se disfraza como un extraño duende anaranjado y hace la estatua en la calle Larios. Gana lo justo para comer y disponer de una habitación: “Sí, hay más gente en la calle, pero no tiene dinero. Así que es lo mismo”. ¿Vale el Festival de Málaga más de lo que cuesta? Depende de quién le ponga la etiqueta.