“El desempleo no es una fatalidad”
El profesor Pierre Cahuc es miembro del comité de Expertos sobre Salario Mínimo. Es uno de los economistas que desaconseja año tras año al gobierno francés que suba el salario mínimo por encima del índice de precios al consumidor (IPC). Autor de obras como Economía Laboral (publicado por la editorial del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT)) o Las reformas perdidas del presidente Sarkozy, Cahuc se considera partidario del contrato único y detractor de los convenios colectivos. Invitado por la Universidad Pablo de Olavide, el economista mantuvo un encuentro con los investigadores del centro sevillano para desgranarle su trabajo sobre la eficacia de las subvenciones a la contratación.
¿Va a ser el empleo uno de los mayores desafíos de este siglo?
No sé si para todo lo que nos queda de siglo, pero sí de los próximos años en Europa. Hay países de Europa que no tienen problemas de empleo, como es el caso de Alemania, Reino Unido, Austria o los países escandinavos. Lo que tiene que quedar claro es que el desempleo no es una fatalidad.
En España sí que lo percibimos como una fatalidad...
Quizás en España, Grecia o Italia sí es prácticamente una fatalidad. Lo importante es que lo veamos como una cuestión de organización del mercado laboral. Hay que eliminar la sobrerregulación... quiero decir, hace falta regulación del mercado laboral, pero buena regulación. Con una buena regulación, creo que es fácil luchar contra el desempleo.
Usted pertenece al Comité de Expertos de Salario mínimo en Francia. ¿Es una de esas regulaciones buenas?
No. El salario mínimo en Francia es 1.457,52 euros (En España es casi la mitad, 756,70 euros). Eso es un gran problema para Francia, según muchos economistas. La cuestión es que muchos de nosotros creemos que hay maneras más eficientes de redistribuir la riqueza que el salario mínimo interprofesional. Cuando incrementas el salario mínimo a los niveles de Francia, destruyes puestos de trabajo. Queremos reducir la desigualdad, pero ésta no es la única manera, hay otras herramientas.
En el caso de España, que la tasa de desempleo es tan alta, ¿cuál es su recomendación para luchar contra el paro?
No conozco el caso de España con la misma profundidad que el de Francia, pero lo que veo claro es que España, por desgracia, necesita hacer reformas estructurales. En países como Francia, España, Grecia o Portugal, donde existen los convenios colectivos, hay problemas para crear empleo. ¿Por qué? Porque estos convenios colectivos se negocian con las grandes empresas, poniendo salarios muy altos y menoscabando la competitividad de las pequeñas empresas. Ernesto Villanueva ya señalaba en un artículo publicado por el Banco de España que los convenios colectivos de un sector son negativos para las pymes.
En Davos se ha criticado que los robots le están quitando puestos de trabajo a las personas. ¿Está de acuerdo?
Los robots son robots. Es cierto que destruyen puestos de trabajo, pero también es cierto que los crean. Los robots generan puestos de trabajo para trabajadores muy cualificados y bien remunerados. Quizás esos robots pueden hacer el trabajo de veinte trabajadores no cualificados. El verdadero problema es el de la relocalización de los puestos de trabajo, de la recomposición del mercado de trabajo, creándose nuevas oportunidades en el sector servicios. Debemos analizar cómo podemos reciclar a esos trabajadores menos cualificados que pierden su trabajo por la automatización de la industria. Es indudable que esta automatización genera algo positivo, ya que se aumenta la productividad y los trabajadores pueden acceder a empleos menos automáticos y más satisfactorios: psicólogos, cocineros, profesores de yoga, periodistas...
¿Cuáles son esas herramientas?
Para redistribuir la riqueza debemos tener en cuenta los hogares. El 40% de las personas que recibe el salario mínimo interprofesional vive en hogares que se perciben otros salarios por encima de la media. Por ejemplo, puedes recibir un salario mínimo, pero que tu pareja sea directivo de una empresa con ingresos muy altos. Eso es algo bastante frecuente en Francia. La cuestión es conceder ayudas a hogares con ingresos por debajo de la media. Se trataría del impuesto negativo al ingreso, que es mucho más eficiente.
¿Qué opinión le merece el contrato único?
Estoy a favor, aunque hay que tener en cuenta cómo la aplica cada país. La cuestión de fondo es que hay mucha diferencia entre un empleado con contrato temporal y uno con contrato indefinido. Se crea una fragmentación del mercado laboral y eso afecta especial y gravemente a los jóvenes. El contrato único permite acabar con esto.
¿Qué función cumplen las subvenciones a la contratación?
Las subvenciones a la contratación son especialmente interesantes cuando se aplican durante un espacio de tiempo muy breve. Si quieres crear empleo muy rápido, pones en marcha este tipo de subvenciones. Son interesantes tanto para el trabajador, como para la empresa o el Estado, que se ahorra el subsidio de desempleo e ingresa los impuestos. Sin embargo, si los extiendes durante todo el tiempo que esa persona esté contratada en esa empresa, termina resultando demasiado costoso para el Estado y no se crean nuevos puestos de trabajo.
¿Es una medida para tiempos de crisis, una especie de botón rojo de emergencia?
Sí, es una medida urgente, pero también una herramienta muy útil y eficiente para crear empleos a muy bajo coste. En Francia, nos dimos cuenta de que estábamos creando puestos de trabajo a una media de 700 euros al mes por trabajador. Aunque pueda parecer algo caro, no lo es si tienes en cuenta todo el dinero que se ahorra el gobierno, ya que se ahorra el subsidio del paro y ese trabajador va a pagar impuestos. Cuando tienes en cuenta todo esto, te das cuenta de que el Estado ahorra el mismo dinero que ha invertido antes. Se crea empleo a coste cero.