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Díaz, Espadas, Montero y Celis: el cruce de aspirantes a liderar el PSOE de Andalucía eclipsa la toma de posesión del nuevo delegado del Gobierno

Susana Díaz saluda a María Jesús Montero durante la toma de posesión del nuevo delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández.

Daniel Cela

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La toma de posesión del nuevo delegado del Gobierno en Andalucía, el granadino Pedro Fernández Peñalver, ha mutado de repente en un preámbulo de la larga campaña hacia las primarias por el control del PSOE andaluz. Era un acto institucional, protocolario, que ha sido resignificado en clave de partido por la confluencia de cuatro dirigentes que pululan en torno a la secretaría general de la federación socialista más potente: la propia Susana Díaz, que ha anunciado ya su precandidatura, se ha encontrado con el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, señalado por Ferraz como el aspirante con más posibilidades de sucederla; con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que partía como favorita para ese puesto, pero a la que Pedro Sánchez no logra convencer; y con el vicepresidente del Congreso, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que no es candidato oficial, pero juega un papel muy activo entre quienes tratan de mover la silla a Díaz.

Pedro Fernández Peñalver es el cuarto delegado del Gobierno en Andalucía en casi tres años, y su nombramiento es difícilmente disociable de la pugna interna por el control del PSOE andaluz. Él mismo se ha estrenado tratando de separar lo institucional de lo orgánico, con poco éxito, porque incluso en broma sus interlocutores le han respondido que “Pedro ha elegido a otro Pedro para Andalucía”. Montero asistía en representación del Gobierno central, Espadas en nombre de la ciudad, y Gómez de Celis ocupó antes el puesto de Delegado del Gobierno. Todo estaba justificado y, sin embargo, ahí está la potente imagen política de ellos tres alrededor de Susana Díaz en un acto de relevo institucional que nadie ha interpretado como algo institucional, sino como un claro mensaje a las huestes del PSOE andaluz para que tenga claro que su líder no cuenta con el beneplácito de Moncloa.

Sánchez ha destituido a Sandra García -apenas un año en el puesto-, otra granadina cuya designación se vendió como un ejemplo de la buena sintonía que había entre el presidente del Gobierno y Susana Díaz, su rival en las primarias por la secretaría general del PSOE. García es quien debía defender la gestión del Ejecutivo central de la pandemia en una Andalucía que, desde la Junta de PP y Cs, está instalada en la confrontación permanente con Moncloa: “Castigo, maltrato, desprecio a los andaluces”, el mismo relato político que cimentó la Junta del PSOE cuando en Madrid gobernaba el PP. En cambio, Ferraz cree que la delegada del Gobierno se ha distinguido más por maniobrar en clave orgánica a favor de Díaz, y se ha rodeado de asesores muy significados en la crítica en redes sociales contra sus adversarios internos.

La ex presidenta de la Junta se empeñó enérgicamente en usar el nombramiento de Sandra García como un símbolo de reunificación entre ella y Pedro Sánchez. Así se lo hizo saber a la prensa y a su entorno, y ahora es su entorno más próximo quien interpreta este cese fulminante como un mensaje de Ferraz a las filas socialistas. La idea es clara: Moncloa y la dirección federal no están con Susana Díaz, es más, promueven su relevo y maniobran para que se visualice un distanciamiento, una pérdida paulatina de apoyos institucionales y de partido que termine por convencer a la sevillana de tirar la toalla antes que enfrentarse en primarias a su rival.

La secretaria general del PSOE-A ha captado el mensaje, pero su respuesta sigue siendo la misma: “Yo me voy a presentar a las primarias”, insiste. Díaz anima a sus rivales a dar un paso adelante y postular abiertamente su candidatura. Este miércoles se ha encontrado de frente con Espadas, con Montero y con Gómez de Celis, los tres, de una u otra manera, se sitúan en un frente común que defiende la “renovación” de caras y proyecto al frente del PSOE andaluz. Para muchos, Díaz representa la líder socialista que zarandeó los cimientos del partido para derrocar a un Pedro Sánchez que salió victorioso, y que hoy es presidente del Gobierno. También es quien ostentaba la presidencia de la Junta cuando los socialistas perdieron el poder en Andalucía después de casi 37 años.

Díaz dice que ha aprendido la lección, que tiene fuerzas para ganar las primarias y las elecciones de 2022. Desde hace meses protagoniza una frenética campaña de captación de apoyos de afiliados recorriendo entre cinco y diez pueblos diarios de Andalucía, de todas las provincias, tanteando directamente a la militancia, y con los estatutos del 39 Congreso federal en la mano, que son los que la convencen de que puede ganar pese a tener a todo el aparato del partido en contra, pese a ver cómo los secretarios provinciales de Andalucía le dan la espalda o empiezan a marcar distancias tácticas. “Pedro Sánchez lo hizo”, dicen en su entorno, rememorando el impacto psicológico que tuvo ver cómo el madrileño lograba un 30% de avales en Andalucía, territorio de Díaz, que fueron determinantes para arrollar a la sevillana en las primarias contra todo pronóstico.

“El candidato de la militancia”. Es el lema que se ha adueñado Susana Díaz, para rechazar las ofertas que le envía Ferraz para apartarse: la presidencia del Senado, un ministerio de relumbrón, un puesto en Bruselas... “Mi compromiso es con Andalucía”, insiste ella. En su círculo íntimo, cada vez más íntimo, recalcan que ella “no ha vacilado un momento”. “La campaña de presión en los medios, diaria, y los mensajes interpuestos por gente del partido para que se eche a un lado no le han hecho dudar”, dicen los suyos. Hay quien está codo con codo con ella y sí reconoce un miedo a que ese 30% de la militancia del PSOE andaluz que dio la espalda a Díaz cuando lo era todo, cuando tenía el apoyo de Felipe González y de la vieja escuela del partido, haya aumentado considerablemente desde entonces, ahora que no tiene ni gobierno ni el favor de la dirección federal ni el respaldo unánime de los ocho secretarios provinciales.

El último bastión institucional que le queda a Díaz es la Diputación de Sevilla, que sigue presidiendo -con el beneplácito de Ferraz- Fernando Rodríguez Villalobos, uno de los padrinos políticos de Susana Díaz.

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