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Incertidumbres y certezas sobre el futuro del trabajo
Hace pocos días, el 22 de enero, se inició oficialmente el Centenario de la OIT bajo el lema “Impulsar la justicia social, promover el trabajo decente”. Este organismo, máximo exponente del diálogo social entre gobiernos, empresariado y personas trabajadoras, ha impulsado a nivel mundial un amplio debate sobre el futuro del trabajo, lo cual es de agradecer dadas las certezas e incertidumbres que existen actualmente.
El diálogo constituye una herramienta imprescindible para elaborar una estrategia compartida que afronte las derivadas de un proceso en continua transformación. Agradecemos también que su primera actividad en este año 2019 sea un Congreso Interuniversitario, en el que CCOO participará, y que se celebra en Sevilla, capital de Andalucía, una tierra con grandes retos en el ámbito laboral y social.
En CCOO somos conscientes de las transformaciones que se están produciendo en el mundo del trabajo -con las nuevas tecnologías, la automatización, la digitalización, la robótica y la inteligencia artificial-, y que continuamente están provocando procesos de externalización y deslocalización de empresas. Los nuevos modelos empresariales intensifican la individualización de las relaciones laborales y pretenden devaluar la negociación colectiva, anulando su efecto de pegamento instantáneo de la clase trabajadora, y acrecentando las brechas de desigualdad en el mundo del trabajo, que en un contexto de mayor globalización, están traduciéndose en el aumento alarmante de la desigualdad social.
Igualmente sabemos que los cambios en el mundo del trabajo se producen cada vez de forma más vertiginosa, algo a lo que la legislación actual no es capaz de dar respuesta de una manera ágil y eficaz. El empresariado más obcecado y cortoplacista se ha especializado en diseñar nuevas formas de desregulación laboral aprovechando los subterfugios normativos para degradar, no solo las condiciones laborales de las personas trabajadoras, especialmente de aquellas más débiles -mujeres y jóvenes-, sino para terminar lesionando la dignidad humana mediante la pobreza laboral, la infravaloración de capacidades y la reducción al mínimo del tiempo dedicado a la vida personal y familiar; en definitiva, impidiendo que el trabajo tenga la función social que le corresponde.
En ningún libro está escrito que esas sean consecuencias inevitables de los procesos de cambio en el mercado de trabajo, más al contrario, responden a una hoja de ruta que facilita que una élite concentre y aumente su riqueza mientras la mayoría social cada vez se empobrece más.
Solidaridad de clase
Esta situación, es una oportunidad para el movimiento sindical, porque CCOO ha entendido que los cambios se analizan, valoran, gobiernan y finalmente se enfrentan, siempre con un horizonte colectivo y bajo la máxima de la solidaridad de clase. De lo contrario, estaríamos renunciando a construir sociedades de futuro que integren trabajos con futuro, más libres y más iguales.
¿Quién dice que el aumento de productividad que se está generando en la actualidad no pueda revertir en reducir el tiempo de trabajo, por ejemplo con jornadas de 6 horas en lugar de ir íntegramente a las cuentas de resultados de las grandes empresas? Tras la revolución industrial, una de las principales reivindicaciones del mundo obrero fue la limitación de la jornada; en España se consiguió gracias a la movilización y después de varias huelgas. Si aumenta la productividad y se sigue trabajando 40 h semanales advertimos un futuro de destrucción y de degradación del empleo que tendrá un impacto de género especialmente dañino.
¿Porqué no se puede asegurar una Renta Básica como derecho subjetivo de las personas? Es importante, no solo por cuestiones económicas, sino porque esta medida mejoraría las condiciones laborales del ejército de personas desempleadas, no quedando en situación de extrema necesidad y, por lo tanto, dando la posibilidad de que se puedan negar a aceptar trabajos que rozan la esclavitud exigiendo condiciones laborales dignas.
Por todo ello, necesitamos gobiernos valientes que legislen para afrontar el futuro del trabajo y precisamos de una acción compartida entre gobierno y agentes económicos y sociales que revitalice el contrato social, blinde unos servicios públicos de calidad y asegure una distribución más justa de la riqueza y de los beneficios empresariales. En definitiva, es urgente una estrategia colectiva que resuelva incertidumbres y construya certezas.
Sobre este blog
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