El pasado 14 de mayo, nuestra asociación mantuvo un Foro sobre inmigración con la presencia de dos investigadores principales del Instituto Elcano -la catedrática de la UNED Carmen González y el profesor de la UPO y Economista senior de ESADE EcPOl Manuel A. Hidalgo-, y un inmigrante, Ehadji Medoune Diop, que preside la asociación Nuevo Tipo de Inmigrante. Nuestra asociación toma la Inmigración como un ámbito regular de seguimiento debido a la relevancia de los procesos sociales desencadenados por los flujos migratorios, a su importancia para el bienestar de muchas personas y, debido también como señaló Elhadji en el foro, a la amplia brecha que existe entre “los datos y los relatos” que van construyéndose en torno a la migración.
Al comienzo del foro se señalaron algunas de las magnitudes básicas de los procesos migratorios en curso, tanto de sus flujos como de las personas asentadas:
A comienzos de 2025 la población residente en Andalucía nacida en el extranjero era de 1.119.236 personas y constituía prácticamente el 13% de la población, un peso destacado pero muy por debajo del más del 20,4% que representa en el resto de España. Hace 15 años su presencia era del 9%. En ese registro estadístico se mezclan los jubilados extranjeros que se han establecido en el medio rural y costero andaluz, con los inmigrantes propiamente dichos, y con los estudiantes que vienen a las universidades. No incluye a los hijos de los extranjeros nacidos ya en España y que carecen de nacionalidad española, colectivo creciente, que según datos del IECA tendría una magnitud de unas 60.000 personas.
El crecimiento de la población andaluza desde 2010 hasta 2025 se debe a la afluencia de inmigrantes. Sin ellos la población andaluza nacida en España (entre los que se encuentran los hijos de los inmigrantes ya nacidos aquí) estaría estancada: 7.530.879 en 2010 y 7.543.739 en 2025.
Va consolidándose un moderado volumen de población extranjera, en buena parte en vía a la adquisición de la nacionalidad, otros con la nacionalidad ya obtenida, con demandas sociales y políticas acordes con su carácter actual o futuro de “españoles nacidos en el extranjero” y con un mayor asiento de sus efectivos, que incluye el reagrupamiento familiar, la escolarización de sus hijos….
La relevancia de la afluencia de inmigrantes tiene un peso especial en la población activa, como ya se puso de manifiesto en los artículos que NDA fue publicando en este medio, meses pasados.
La inmigración en Andalucía ha pasado en este siglo por dos modelos, que mantienen cierta relación con las dos olas migratorias de este período: el primero, que ya venía de fines del siglo XX, fundado en la atracción de personas provenientes en buena medida del Norte de África para hacerse cargo de empleos en la base de la pirámide productiva (jornaleros, peones de la construcción…), muy presentes en la economía informal, con una presencia destacada en el medio rural; el segundo modelo, más reciente, en el que la inmigración va “latinizándose”, atrayendo a personas básicamente de Centroamérica, Caribe y Sudamérica, orientadas a un sector terciario (cuidados, hostelería, servicios urbanos…) cuya demanda crece con el envejecimiento poblacional y el alza de las rentas, es fundamentalmente urbano.
A resultas va consolidándose en la región un moderado volumen de población extranjera, en buena parte en vía a la adquisición de la nacionalidad, otros con la nacionalidad ya obtenida, con demandas sociales y políticas acordes con su carácter actual o futuro de “españoles nacidos en el extranjero” y con un mayor asiento de sus efectivos, que incluye el reagrupamiento familiar, la escolarización de sus hijos…. Demandas que en algunos campos (el de la educación en especial) es susceptible de ser atendida con las capacidades de los servicios que la regresión demográfica de la población nativa va liberando.
Presentamos aquí algunas de las cuestiones más sobresalientes que, al hilo de los datos, se plantearon en el foro.
- La inmigración es la que anima la demografía y proporciona los recursos poblacionales para afrontar el aumento de la actividad económica, de España y de Andalucía.
- La inmigración sin embargo, en tanto que viene a cubrir las demandas de empleo de los sectores que, por sus salarios y/o condiciones de trabajo, no son ya satisfechos con población nacida en el país, no aporta una especial estabilidad para el futuro de la economía española. Por ella misma no incrementa la productividad ni la innovación de la economía del país; es más, caso de reactivación de la economía europea es de prever que las personas más capacitadas de los inmigrantes hagan como hacen los hijos de los españoles con mayores cualificaciones: emigren a otros países susceptibles de proporcionarles mejores empleos e ingresos.
- Desde una perspectiva social la inmigración transforma profundamente la sociedad. Con una quinta parte de la población nacida fuera, las instituciones sociales se recomponen, las demandas de derechos políticos y de acceso a servicios se extienden a los “nuevos españoles”, y los desajustes que se producen en esas modificaciones obligan a extremar la atención de la sociedad para resolverlos de manera adecuada.
- En España y en Andalucía, la relevancia de la inmigración y los procesos de consolidación activan un centro de la atención del que pocas voces se hacen eco los debates y análisis, absortos en los flujos del día a día: la atención a la segunda generación de inmigrantes, la educación, la capacitación de los hijos de los inmigrantes, en definitiva la preparación de la segunda generación de inmigrantes. Si ésta tuviera éxito, el efecto económico y social de la inmigración será a medio y largo plazo positivo e incluso muy positivo; si entre los niños y jóvenes hijos de inmigrante el fracaso y el abandono escolar hacen mella (y así viene ocurriendo), el perfil del futuro deja de ser tan esperanzador como sería deseable y posible, y previsiblemente muestre rasgos inquietantes, al quedar rotas sus expectativas.
En el foro se hicieron algunas aportaciones para una mejor atención a los retos suscitados por la inmigración. Entre ellos pueden destacarse:
a) Una revisión de los procesos burocráticos asociados a la gestión de las tarjetas de residencia (obtención, renovaciones…) y la nacionalidad, destinados a su normalización y simplificación en la práctica, a su fluidez y a acortar al máximo los tiempos requeridos, minimizando así los riesgos vinculados con las situaciones de irregularidad. Los recientes anuncios del gobierno de una nueva campaña de regularización abunda en este asunto.
Nuestra asociación se plantea seguir fijando la atención en estos complejos procesos, y esperamos en breve poder abordar específicamente el papel de los agentes sindicales en la atención a la población migrante.
b) Una revisión en el mismo sentido de los procesos relacionados con la homologación en España de los títulos que acreditan los estudios y capacitaciones de los inmigrantes, una de las causas que conducen a la mayoría de ellos hacia los escalones más bajos de la pirámide ocupacional. Es un campo donde las administraciones educativas, las asociaciones profesionales y las propias Universidades desempeñan un papel crítico y donde los complejos procedimientos adoptados, más que las propias normas, son a veces los escollos.
c) Una activación de las acciones destinadas a la cualificación de los inmigrantes que carecieran de ella o la precisaran para progresar en sus expectativas y consolidar sus posiciones. Es un ámbito idóneo para la intervención de organizaciones empresariales y sindicales, por sí y en colaboración con las representaciones consulares de los países de origen.
d) Una evaluación y activación de todo tipo de medidas en el plano educativo, que minimice los ratios de fracaso y abandono de escolar, y facilite su aprovechamiento de las capacidades ofrecidas por la capacidad de oferta del sistema educativo andaluz. Es un campo propio de las administraciones responsables de la educación.
e) Una mejora de las condiciones de vida de los inmigrantes temporeros, en la que la disponibilidad de vivienda digna debe tener un papel relevante. Las administraciones locales y las organizaciones empresariales y sindicales tienen mucho que hacer en este campo.
f) La integración de los inmigrantes asentados (residentes y/o con ciudadanía) en las instituciones andaluzas es un canal obligado: su articulación en la vida sindical, política, asociativa y cultural es el ámbito donde debe materializarse esa integración.
g) La multiplicación de las iniciativas destinadas a proporcionar “datos” sobre la inmigración, confrontando de manera recurrente la construcción de relatos infundados e insolventes, parece algo preciso. Las Universidades y centros de investigación andaluces tienen aquí un amplio campo abonado de trabajo, hoy un tanto desatendido tras los impulsos registrados en investigación en esta materia la primera década de este siglo, lo cual conlleva una ignorancia relativamente generalizada sobre los rasgos de los procesos inmigratorios, las expectativas y retos de las personas inmigrantes…
Nuestra asociación se plantea seguir fijando la atención en estos complejos procesos, y esperamos en breve poder abordar específicamente el papel de los agentes sindicales en la atención a la población migrante.
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