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El duro golpe de la COVID-19 al mundo del deporte

runners pesas

David Moscoso

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La crisis epidémica del coronavirus ha provocado una parálisis del deporte. El coronavirus ha obligado a quienes lo practican a permanecer confinados en casa, también ha suspendido las pruebas deportivas, las grandes ligas y los grandes campeonatos y, en consecuencia, las retransmisiones e informaciones deportivas, paralizando así toda actividad económica ligada al deporte.

En este mes de confinamiento, el Estado de Alarma decretado en España, como en otros países, ha impedido cualquier tipo de práctica deportiva en espacios públicos, lo que ha llevado a cambiar la pista de atletismo y el parque, las carreteras interurbanas, la cancha de baloncesto o el gimnasio, por la cinta eléctrica, el ciclostatic y las aplicaciones app de aerobic en casa. Este ha sido uno de los cambios más importantes vividos a raíz de la crisis epidémica del COVID-19. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en España practican deporte en torno al 40% de la población, es decir, alrededor de 19 millones de personas. De ellas, según el propio CIS, tan sólo el 11% realiza deporte en casa, menos de 2 millones. Con lo cual, alrededor de otros 17 millones de personas se han visto obligados a cambiar sus pautas de práctica deportiva, que tiene lugar mayormente en espacios públicos abiertos —alrededor de un 9 millones de personas afirman realizar deporte al aire libre.

Entre esos millones de deportistas se encuentran también quienes ocupan un lugar destacado en el alto rendimiento. Hablamos de un escaso número, apenas unos miles de casi 4 millones de deportistas con credencial federativa, pero ejercen un papel de enorme calado en la identidad nacional, puesto que representan a nuestro país en las grandes competiciones deportivas. Hablamos de campeones mundiales y medallistas olímpicos, deportistas de primera división o división de honor, que en este momento ven truncadas las expectativas de continuidad en sus trayectorias deportivas.

En efecto, las grandes ligas y competiciones nacionales se han interrumpido, tanto las del deporte rey, el fútbol, como las de deportes tradicionales como el baloncesto y balonmano, entre otras muchas. A nivel internacional, pruebas deportivas señeras como la Champions, la Fórmula 1, el Circuito Mundial de Motociclismo, el Tour de Francia o el Giro de Italia, han vivido el mismo designo y, contra todo pronóstico, se han pospuesto los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Ante tal abrumadora realidad, podemos afirmar sin temor a equívocos que el mundo del deporte ha quedado KO, ha vivido un duro golpe.

Impacto económico

Pensemos, por ejemplo, en el impacto económico para el sector. Es evidente imaginárselo si uno piensa en los contratos multimillonarios de publicidad y esponsorización de equipos y competiciones del calado como los aquí reseñados, y que en muchos casos revertirán negativamente en una descapitalización de clubes y federaciones deportivas —para las que tales eventos proveen el grueso de sus ingresos—. Pensemos, por ejemplo, que el sector deportivo representa entre el 1 y el 1,5% del PIB en países con España, es decir, 15.000 millones de euros anuales. De todos los pilares de este sector, no cabe duda de que la principal damnificada es la industria de la comunicación, si tenemos presente que buena parte de ese impacto económico lo producen las retransmisiones e informaciones deportivas. No en vano, sólo el impacto de las retransmisiones de fútbol en España representan 10.000 millones de euros al año, un 1% del PIB, teniendo a La Liga como una de las industrias mundiales más poderosas del fútbol televisado, gracias a la calidad del juego de nuestros clubes de fútbol.

Las retransmisiones deportivas han de recordarnos el importante papel que éstas ejercen no sólo en la economía, sino también en el uso del tiempo libre y el ocio. Para pulso, sólo un dato: 4.000 millones de espectadores llegaron a ver alguna de las pruebas deportivas de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, una cifra jamás lograda por ningún contenido comunicativo. En España, más de 30 millones de personas afirman ver retransmisiones o programas de información deportiva alguna vez o a diario, según el CIS. No existe contenido comunicativo con parangón en la industria de la televisión, la radio o la prensa, si nos fijamos en la Encuesta General de Medios de Comunicación en España, que en este momento se traduce en un profundo vacío deportivo.

Pero contamos con otros pilares menos visibles en la industria del deporte que también se encuentran en estado de shock: cerca de 35.000 empresas de servicios y productos deportivos, entre las que merece destacar los 6.000 pequeños y medianos comercios de material deportivo. Empresas de servicios y productos deportivos que soportan a más de 217.000 trabajadores y que viven no con menor incertidumbre la crisis del COVID-19. Tampoco merece desdeñarse la importancia del turismo deportivo, que representa un impacto de más de mil millones de euros al año en nuestro país.

El mundo ha cambiado en estas semanas y, por lo tanto, el deporte ya no representa la realidad que conocíamos. Hoy nos enfrentamos a una versión virtual e imaginaria de un fenómeno completamente nuevo. La oferta de deporte retransmitido es sustituida por partidos de fútbol virtualizados y carreras de automovilismo producidas por informáticos, y las sesiones de aerobic y ciclismo se practican frente a la pantalla del televisor. La pregunta es si el futuro del deporte será una continuidad de esta nueva realidad, o volveremos a recuperar esa otra versión del deporte que imperaba hasta ahora. Sea cual sea la respuesta, lo que sí está claro es que necesitaremos un plan de reconstrucción para revitalizar el sector deportivo después de esta importante crisis provocada por el COVID-19.

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