El nuevo Museo de Ciencias Naturales de Zaragoza atrae a 12.000 visitantes en solo un mes
Recorrer 4.600 millones de años en un paseo es posible. Tan solo hay que cruzar las puertas del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, descender las escaleras que conducen a su planta inferior y adentrarse en el nuevo Museo de Ciencias Naturales. En solo un mes, desde que se inauguró el pasado 11 de diciembre, han pasado por sus salas 12.000 visitantes, una excelente respuesta que demuestra que la ciudad tenía ganas de ver este proyecto materializado.
El actual museo nace de la fusión de dos colecciones, la Longinos Navás, reunida por el jesuita que le da nombre y depositada por la Compañía de Jesús en 1988 en la Universidad de Zaragoza, y la de Paleontología, heredera del decimonónico Gabinete de Historia Natural y del primer Museo de Ciencias Naturales con el que contó la institución académica a principios del siglo XX. Toda esta larga tradición científica ha necesitado casi 20 años de trabajo para cristalizar en este nuevo proyecto, explica José Ignacio Cerrudo, director del Museo.
La colección paleontológica se presenta ahora en un recorrido que pretende ser, según Cerrudo, “una historia de la vida a través de los fósiles”. El viaje va desde su nacimiento en el Precámbrico, hace 4.600 millones de años, hasta el cuaternario, momento en el que hacen su aparición los homínidos. Por el camino, piezas únicas. Es el caso del cocodrilo jurásico de Ricla, con su característico hocico alargado; el cráneo del uro de Ariño, vestigio de una especie de toro casi el doble de grande que la actual; los fósiles de trilobites o gusanos del yacimiento de Murero, reflejo de la “explosión cámbrica” de la que surgieron las formas de vida actuales.
Todos estos objetos naturales son el reflejo del callado trabajo de paleontólogos como el alemán Peter Carls, que durante más de 40 años estudió yacimientos aragoneses. En el Museo de Ciencias Naturales puede verse un excepcional ejemplar donado por este profesor a la Universidad de Zaragoza. Se trata del fósil del cráneo del pez Carolowilhelmina geognostica, cuya antigüedad se calcula en 392 millones de años. A Carls le costó menos tiempo sacarlo a la luz, pero tampoco fue cosa de un día: tras encontrar un primer fragmento en la década de los 60 en Monforte de Moyuela (Teruel), buscó durante 15 años la pieza que faltaba para completar el cráneo. En total, poder disfrutar hoy en el museo de este fósil llevó cerca 20 años de excavaciones y preparaciones.
Las salas dedicadas a la colección Longinos Navás están habitadas por insectos, aves exóticas, peces, sarrios... E incluso una pantera. Todos ellos disecados, por supuesto. Se trata de una muestra que refleja la pasión del naturalista jesuita, que gracias a las misiones de la Compañía de Jesús por medio mundo logró reunir una buena colección de ejemplares. La recreación del gabinete del naturalista es una auténtica cámara de maravillas, con curiosidades como el famoso 'tiburón del Huerva', un pequeño ejemplar de tiburón gato fue pescado en dicho río a su paso por Zaragoza en 1923. Probablemente a muchos zaragozanos esta parte del museo les sonará, ya que antes de la remodelación del edificio del Paraninfo se podía contemplar una pequeña muestra en la sala que lleva el nombre del religioso.
José Ignacio Cerrudo señala que el Museo de Ciencias Naturales “está vivo”, por lo que la exposición actual podrá variar en función de las novedades que pueda aportar el Departamento de Paleontología de la Universidad de Zaragoza. “Como la entrada es gratuita, recomiendo que no se vea del tirón, sino que, si se puede, se visite por tramos y con tranquilidad; hay mucho que ver”, aconseja el director. Cerrudo reconoce que quienes más están disfrutando del nuevo espacio son los niños, “que ven materializados los trilobites que han estudiado en el colegio”.
El Museo de Ciencias Naturales puede visitarse de lunes a sábado de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00; festivos, de 11:00 a 14:00. Los domingos permanece cerrado.
