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La historia de 6 agricultoras: las mujeres representan el 20 % de los jóvenes que se incorporan al campo

Las explotaciones lideradas por mujeres “resultan más intensivas en la producción", aseguran desde el Gobierno de Aragón

Marta Salguero

Zaragoza —

El trabajo en el campo ha estado tradicionalmente vinculado a los hombres. Ellos han sido los agricultores y ellos han sido también los ganaderos, los que han estado al frente de las explotaciones agrarias en un sector masculino, donde la presencia de la mujer, aunque ha sido constante, ha estado relegada a un segundo plano.

Ellas representan el 20 % de los profesionales en activo en este sector en la comunidad frente al 17 % de 2010, según datos facilitados por UAGA. En esta legislatura, 1.300 agricultores se han incorporado a la actividad agraria en Aragón con una ayuda media de 46.000 euros. De estos jóvenes, el 20 % son mujeres, un porcentaje todavía bajo pese a la mayor prioridad que se les otorga en las convocatorias, indican fuentes del Gobierno de Aragón. Sin embargo, a pesar de esa menor participación, desde el Departamento de Desarrollo Rural del Ejecutivo autonómico sostienen que las explotaciones lideradas por mujeres que se incorporan al sector tienen unos elementos diferenciadores, respecto a las de los hombres, que permiten concluir que estas “resultan más intensivas en la producción y, por tanto, en la generación de valor añadido”.

Este diario se ha puesto en contacto con seis emprendedoras que han encontrado en el medio rural una oportunidad laboral y una forma de vida en contacto con la naturaleza alejado del estrés de la ciudad. Algunas han decidido continuar con la actividad que desempeñaban sus padres, mientras que otras han emprendido por sí solas, sin tener antecedentes familiares vinculados al campo. Pero todas han contribuido a asentar población en el territorio con su trabajo, realizado en pequeños municipios, algunos de menos de 500 habitantes.

Victoria Rubio: “Yo quería tener mi propio negocio y en mi pueblo”

Es el caso de Victoria Rubio, quien decidió dar un vuelco a su vida laboral. Hace menos de un año trabajaba en el servicio de limpieza del polideportivo de Muel (Zaragoza), donde reside con su familia. Pero el pasado mes de diciembre apostó por crear su propio negocio. A final de año compró 900 ovejas y una paridera, y contrató un pastor. “Yo quería emprender, tener mi propio negocio, y hacerlo en mi pueblo. Me decidí por una explotación ganadera porque me gustan mucho los animales”, señala. Antes realizó 120 horas de formación en un curso de Bienestar animal y de Iniciación a la Agricultura. Victoria Rubio ha presentado este año la solicitud en la convocatoria de ayudas a la incorporación de jóvenes agricultores, con la que espera hacer frente a una parte de los gastos que ha tenido.

Marta Villar cultiva fruta ecológica en Munébrega

Esta subvención también fue determinante para Marta Villar, una joven agricultora de 37 años. De hecho, las ayudas han sido el único ingreso que ha tenido en su primer año al frente de una explotación agrícola de fruta ecológica en Munébrega (Zaragoza). Las bajas temperaturas echaron a perder prácticamente toda la producción.

Esta joven emprendedora, madre de dos niños pequeños, se trasladó a vivir a ese pequeño municipio de la comarca de Calatayud, de tan solo 410 habitantes, después de quedarse sin trabajo. Con la explotación heredada de su padre, se inició en la actividad agraria y gestiona también una casa rural en el mismo municipio.

Isabel Atarés dejó la oficina por una explotación ganadera en Curbe

Isabel Atarés también decidió dejar la ciudad, en este caso Huesca, para comenzar una nueva vida en Curbe (Huesca), un pequeño municipio de apenas 200 habitantes. Dejó su trabajo como oficinista y pidió un crédito para construir una granja, donde ahora cría a 200 terneros mamones. Reconoce que el cambio de vida ha sido “enorme” y que el trabajo es sacrificado, de lunes a domingo, sin descanso, pero “merece la pena”.

Reflexiona también sobre la brecha de género: “Me muevo en un mundo de hombres. Ni me siento discriminada, ni me encuentro con ninguna dificultad. Pero sí es un sector masculino, yo todavía no veo a mi alrededor muchas mujeres”.

Lorena emprendió en la ganadería para conciliar mejor su vida laboral y familiar

Otra de las mujeres que sí está al frente de una explotación ganadera en la misma provincia es Lorena. Trabajaba en un supermercado en Sabiñánigo (Huesca) y decidió emprender para conciliar mejor su vida familiar y laboral. “Empecé con esto por las niñas, para organizarme mi tiempo a mi manera”, reconoce. Pero asegura que el comienzo fue duro, porque cuesta tiempo recuperar la inversión inicial.

En su caso, tuvo que desembolsar 300.000 euros, una cuantía que pudo financiar en parte con la ayuda a la incorporación de jóvenes, aunque no llega para todo. “A veces sale lo comido por lo servido”, señala. Ahora está al frente de una explotación ganadera de 70 vacas en Escuer (Huesca), un pueblo donde sólo viven 20 vecinos. Y con su actividad, además de continuar con la actividad ganadera en el Pirineo, contribuye a asentar población. “Quieren que la gente viva en los pueblos, pero no tenemos muchas ayudas”, indica.

Relevo generacional: de madre a hija

Carmen Martínez, de 36 años, han asegurado el relevo generacional y ha continuado con una actividad agraria, que hasta entonces dirigía su madre. Gracias a la ayuda recibida, pudo ponerse al frente de una explotación de 500 hectáreas de cereal en Cetina (Zaragoza).

Pero asegura que no ha sido fácil a pesar de que no ha tenido que afrontar una inversión inicial. “Mi hermana y yo queríamos jubilar a mi madre, pero hasta que no tuvimos la ayuda no nos decidimos a dar el paso”. Como ella, otras mujeres agricultoras en su comarca. “La mayoría de las personas que han pedido la ayuda han sido chicas”.

Anuska Ramiro cultiva un viñedo desde los 23 años

Anuska es la más joven de todas. Tiene 26 años, pero solo tenía 23 cuando decidió trasladarse a vivir a Villanueva de Huerva (Zaragoza) y ponerse al frente de una explotación agrícola. Ella se había formado en Administrativo y Comercio y Marketing, pero encontró su verdadera vocación en el mundo del vino. “Terminé de estudiar y no encontré trabajo. Mi padre vio la oportunidad de trabajar en el campo y empezamos allí de cero, no teníamos tierras ni granjas”. Ahora tiene 20 hectáreas de viñedo en producción y es socia de la Cooperativa de Grandes Vinos y Viñedos de Cariñena.

Con la ayuda recibida pudo financiar el 25 % de la inversión. “Hasta este año no he ganado dinero, porque los ingresos de los tres primeros años los he dedicado a pagar la deuda”, comenta.

Sobre si hay más mujeres en este mundo, ella lo tiene claro. “La mujer ha trabajado siempre en el campo, pero iban a ayudar, ahora se están animando a ponerse al frente del negocio”, concluye. Ella es un ejemplo de lo que dice.

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