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Las excusas sirven para boicotear los planes. Si fuéramos tan hábiles desenredando problemas, como lo somos a la hora de crear conflictos, la vida sería más fácil. Es más sencillo bloquear que desanudar. Las relaciones humanas son como las puertas. Se pueden cerrar de golpe, pero necesitamos una manivela de cercanía para abrirnos a los otros. Nacemos para boicotear la nada y nos despedimos para sabotear el futuro. Los niños tienen berrinches con los que revientan nuestra paciencia. En cambio, los mayores utilizamos la calma para alterar los nervios de nuestras víctimas. Boicoteamos a los jefes porque nos bloquean el salario. Así que les facturamos pereza rellena de lentitud. Lanzamos infundios para fastidiar a los adversarios y difundimos rumores para obstruir la verdad. Taponamos nuestra creatividad con inteligencia artificial y arrojamos las vísceras, contra los demás, con odio descontrolado. El problema es que, de tanto sabotear, acabamos por taponar nuestra propia conducta.
Nos rodean personas que nos sabotean la vida. A veces actúan con buena intención porque desean protegernos. Pero lo hacen con más miedo que confianza, así que nos fastidian. Los padres son el mejor ejemplo. Todo es no, porque es lo mejor, por si acaso o porque no se puede o es imposible. Lo más difícil es diferenciar a estos guías de la negatividad de quien nos dice cosas, que no queremos escuchar, pero que nosotros no vemos y necesitamos saber para mejorar. Aunque, como suele ser habitual, el problema más grave que tenemos los humanos es con nosotros mismos. En psicología, el autosabotaje es muy común. Es el comportamiento por el que una persona se zancadillea a sí misma, con pensamientos negativos o creencias irracionales, por lo que no consigue alcanzar sus objetivos. Como decía la escritora norteamericana Cornyn-Selby: “nos autosaboteamos cuando queremos hacer algo y después nos aseguramos de que no suceda”. Las personas utilizan estos tropiezos provocados, por medio de diversas técnicas con las que justifican y promueven, al mismo tiempo, tanto fracaso individual. Unas veces, los retrasos son las excusas que no les permiten tomar decisiones. En otras ocasiones, el perfeccionismo exacerbado les permite garantizarse que nunca terminarán la tarea en la que están enfrascados. Da igual que sea un cambio de armario que dar el último toque a la Sagrada Familia. Hay personas que siempre abandonan para no tener que enfrentarse al examen de los demás o a la valoración de su propia decisión. Estos pacientes, que no siempre vemos en consulta, se llenan de excusas y miedos que les ahogan. Perciben el riesgo paralizante de una forma que sólo ellos pueden ver y sufrir.
Estos días hemos asistido a varios actos de sabotaje tanto propios como infligidos. La semana pasada, Zaragoza celebró un particular Jueves Santo, fuera de temporada. Unos miles de jóvenes hicieron novillos en sus colegios para irse de procesión hasta la plaza del Pilar con la excusa de un Jubileo por la Educación. Júbilo fue el que sintieron los estudiantes al pirarse de sus clases, en horario de escolarización obligatoria. El acto finalizó con una proclama de la rapera católica Aisha Ruah que acompañó con alguna de sus canciones. Instó a la juventud allí reunida a ser como niños, lo que suscitó la sonrisa picarona y el aplauso unánime del clero allí congregado. Finalmente interpretó el tema “Sal de ti”, una canción que es todo un exorcismo para que los diablos de la razón abandonen el cerebro de las criaturas. Al finalizar el acto, el obispo les dio su bendición apostólica y la alcaldesa la política. Sin novedad en la frente.
El otro gran boicot lo han protagonizado los consejeros de sanidad del Partido Popular. El pasado viernes se celebraba en Zaragoza la reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Sobre la mesa estaba la grave crisis que estalló en Andalucía sobre las pruebas de cribado de cáncer de mama. La ministra había pedido algo tan sencillo como que las comunidades autónomas remitieran los datos a Sanidad. Debemos saber, cuanto antes, si esa negligencia se ha podido extender a otras autonomías. Están en juego vidas y no votos. Pero la estrategia de Feijóo y Azcón fue la de escapar de su responsabilidad, huyendo a la carrera, levantándose de ese foro fundamental de la salud pública. Flaco favor les hace a las mujeres anteponiendo al interés por su salud, un boicot de partido con el que tapar las vergüenzas de su gestión sanitaria. Dudo que el secretismo, la inoperancia, la irresponsabilidad y la actitud de boicot del PP sea lo que más le interese promover a la derecha. En realidad, es un autosabotaje a su propio futuro como alternativa. Porque esa actitud antisistema se ejerce contra un sistema de salud público que es de todas y todos. También el suyo. Este comportamiento destructivo basado en el boicot es el que protagonizó el PP en la reunión sobre sanidad. Es el mismo que muestran algunas personas en las organizaciones, y al que nos referimos en psicología como síndrome del SAPO. Un acrónimo que describe cuatro actitudes negativas de esta conducta: soberbia, arrogancia, prepotencia y obstinación. Así que los compañeros del señor Azcón estuvieron sapoteando con la salud de las mujeres. Quizás su concepto de sanidad pública esté más bien relacionado con la letra de la famosa canción de Peret: “Y el día que yo me muera que nadie me mande flores/ que me traigan hierba buena que alegra y que alegra los corazones. Alégrate/ saboteando, saboteando, sa, sa, saboteando”.
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