Un verano desértico deja los ríos en mínimos ambientales, arruina los secanos y amenaza el regadío
La prolongada sequedad que desde finales de la pasada primavera afecta a amplias zonas de Aragón, en la mayor parte de cuyo territorio las lluvias han sido entre escasas e inexistentes desde principios de junio, está provocando graves consecuencias tanto en la vertiente ambiental como en la productiva, con un estiaje que ha situado a algunos de los principales ríos de la comunidad en los mínimos para garantizar la supervivencia de sus ecosistemas y con una ausencia de precipitaciones que ha provocado pérdidas millonarias en la práctica totalidad de las zonas agrícolas de secano.
El río Veral, afluente del Aragón, no ha superado la mitad del caudal ambiental (70 litros por segundo de 150) a su paso por Zuriza en los primeros días de septiembre; el Ésera ha comenzado el mes al límite en Eriste, en su zona de cabecera, donde requiere algo más de 600, y el Cinca lleva días con un descenso que le está acercando a los 2.500 que necesita a la altura del Puente de las Pilas.
En otros como el Gállego, el margen es, aunque superior, no muy amplio, ya que en los últimos días llegaba a Zaragoza, donde el mantenimiento de su ecosistema fluvial requiere 1.260 litros por segundo, con algo más de 2.000, mientras el margen en Búbal, en su cabecera, era de 500 (850 por 350).
Afluentes y embalses del eje del Ebro bajo mínimos
El Ebro a su paso por la capital mantiene un margen elevado, ya que, aunque ha caído en varias ocasiones en las últimas semanas por debajo de los 40.000 litros por segundo, sus necesidades ecológicas en estas fechas son de 13.560.
Ese caudal, no obstante, se acerca progresivamente hacia los 30.000 en los que está fijado su caudal de seguridad, el mínimo necesario para que no tengan efectos tóxicos los miles de vertidos autorizados aguas arriba.
Salvo que se produzcan aguas arriba lluvias intensas, lo más probables es que el caudal circulante por el eje del Ebro siga cayendo en los próximos días, ya que algunos afluentes como el Ega o el Najerilla se encuentran bajo mínimos –ambos han caído por debajo del mínimo ambiental en las últimas semanas- y las reservas de los grandes embalses situados aguas arriba, como el de cabecera, Yesa en el Aragón o Itoiz en el Irati, están descendiendo. Los registros ya son inferiores al 30% en los dos últimos casos.
Secanos arruinados y riesgos en situación crítica
Ese descenso de las reservas en los embalses pone en riesgo el tramo final de la campaña en algunos de los principales sistemas de regadío, caso de Bardenas y la zona oscense del Canal de Aragón y Catalunya.
En condiciones normales, en ambos sistemas quedaría al menos un mes de riegos en el que miles de agricultores se juegan la viabilidad de las cosechas de maíz no temprano.
Eso, en cuanto al regadío. En el secano queda poco por hacer. Un informe de la organización agraria Uaga alertaba hace unos días de las graves pérdidas que la sequía está provocando en cultivos como el almendro, el girasol y la viña, al tiempo que la falta de pastos obliga a las explotaciones de ganadería extensiva a alimentar a sus reses –ovino y vacuno, mayoritariamente- con piensos, lo que dispara los costes y, en muchos casos, les aboca a cerrar el año con pérdidas.
Los pastos se secan en todo el Pirineo
Según Uaga, “en todas las comarcas del Pirineo -Jacetania, Alto Gallego, Sobrarbe y Ribagorza- se han secado los pastos para el ganado, por la falta de lluvia y las altas temperaturas”.
Eso ha impedido, por primera vez en años, que numerosos rebaños de vacas hayan sido trasladados a zonas de alta montaña para pacer durante los meses de calor. Se encuentran estabulados, como la mayor parte de la cabaña ovina.
Las estimaciones de la organización agraria sitúan en 1,10 euros y en 61 céntimos el coste diario de la alimentación de cada cabeza de ganado vacuno y ovino, respectivamente, mientras permanecen estabulados.