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El Día del Maestro más complicado: “Entendemos que esto es nuevo para todos, pero no sentimos que estemos trabajando en un espacio seguro”

Exterior de un colegio público de Zaragoza

Claudia Gota Laborda

Zaragoza —

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Aunque en el resto del mundo el Día Internacional de los Docentes se celebra el 5 de octubre, en España se les rinde homenaje el 27 de noviembre y se hace en honor a un aragonés. San José de Calasanz nació en la localidad oscense de Peralta de la Sal en 1557 y 40 años más tarde fundó la primera escuela gratuita de Europa. Hoy se le considera uno de los precursores de la pedagogía moderna y ha sido declarado patrón de los maestros; un colectivo de profesionales que, actualmente y como muchos otros, está sufriendo las consecuencias de la Covid también en su trabajo.

Este año, el Día del Maestro es muy diferente a todos los anteriores. Las mascarillas, la distancia social y los aislamientos han modificado profundamente el día a día de los colegios. A todo ello hay que sumarle la polémica generada en las últimas semanas por la ‘ley Celaá’, octava ley educativa aprobada en las últimas cuatro décadas.

Desde ANPE Aragón (sindicato independiente al servicio del profesorado de la enseñanza pública) defienden la necesidad de una reforma profunda y global en la educación española, pero se han mostrado en contra de esta nueva ley debido a la falta de consenso que la sustenta. “La ausencia de diálogo unido a la falta de negociación hace que esta nueva ley nazca bajo la premisa de que será una ley derogada o modificada cuando se produzca un cambio de gobierno como ha sucedido con otras leyes educativas” afirmaron en un comunicado tras la aprobación de la LOMLOE o ‘ley Celaá’. La misma idea ha defendido Teresa Hernández, presidenta de ANPE Aragón: “Siempre hablan de la enseñanza en Finlandia. La enseñanza en Finlandia lo primero que tiene es una ley pactada por consenso desde hace 30 años y que se va mejorando, pero no se cambia cada vez que viene otro partido político”.

Mientras en el Congreso se discute entre la ley de Celaá o la ley de Wert, la LOMLOE de 2020 o la LOMCE de 2013 (sucesoras de la LOE, 2006; la LOCE, 2002; la LOPEG, 1995; la LOGSE, 1990; la LODE, 1985; y la LOECE, 1980), en las aulas los maestros y maestras hacen frente a una realidad difícil de gestionar, la enseñanza en la era de la Covid.

El retorno a la clase magistral

Uno de los efectos inmediatos que ha tenido la pandemia sobre la educación ha sido el freno de las actividades y proyectos cooperativos que tanto protagonismo estaban ganando en estos últimos años y el regreso obligado a un método de enseñanza más tradicional. Así lo ha expresado Montse, que lleva 5 años trabajando como maestra en un colegio concertado de Zaragoza: “No puedes emplear metodologías innovadoras, hacer trabajos en grupo o ir a otros lugares del colegio. Ahora la enseñanza es una enseñanza totalmente magistral y eso hace que se pierda mucho”.

Coincide con ella Andrea, que ha comenzado a trabajar como maestra este mismo curso en un colegio de educación especial: “A la hora de organizar actividades estamos muy limitados. Ya no podemos juntarnos con otras clases porque cada uno tiene su grupo burbuja. En el aula no se comparten materiales, los alumnos están cada uno en su mesa, separados, guardando la distancia. Es una pena”. La misma visión de la situación comparte María, que lleva 30 años dedicándose a la docencia y trabaja actualmente en un colegio público de Zaragoza: “En mi centro somos muy dinámicos, antes se impartían talleres por parte de padres, venía gente a darnos charlas, hacíamos talleres internivelares. Todo eso está totalmente prohibido ahora. No podemos trabajar en equipo, en las aulas tienen que estar todos los niños sentados, siempre mirando a la pizarra”.

Las primeras consecuencias del confinamiento

Otro de los retos actuales para las maestras es hacer frente a las carencias del alumnado que se han generado por la imposibilidad de acudir a la escuela durante el último trimestre del curso anterior y que se han puesto de manifiesto en el regreso a las aulas de este nuevo curso.

Carencias que se han observado en los conocimientos y capacidades, como explica María: “Estamos observando dificultades en la lectoescritura, que es la base para toda la enseñanza posterior. Los niños de 3º de infantil y los primeros cursos de primaria, que desde marzo no han recibido una docencia directa, tienen carencias muy importantes en el tema de la grafomotricidad”; así como en el ámbito de lo social: “Con la vuelta hemos notado que muchos niños han dado un bajón, ya no solo a nivel de conocimientos, que eso se puede recuperar, sino también a nivel social. Hay niños que han dejado de hablar, otros ya no juegan tanto como antes”, declara Montse.

Falta de protección para los maestros

Pero la mayor preocupación este curso tiene que ver con la seguridad. Teresa Hernández, presidenta de ANPE Aragón, explica que la principal demanda del sindicato ahora mismo es “la adaptación del puesto de trabajo para personas vulnerables, que puedan teletrabajar atendiendo a los alumnos que se encuentran en casa, por ejemplo. En cualquier momento va a haber contagios de esos profesores y nos preocupa que la administración como empleador no dé los recursos necesarios para evitar o reducir estos riesgos laborales. Es algo que nos están demandando mucho desde el defensor del profesor”.

La falta de recursos es algo que también han manifestado las maestras. “Lo primero que nos faltan son EPI, no nos han proporcionado mascarillas FFP2, no tenemos guantes, se nos han enviado geles hidroalcohólicos y desinfectantes muy mínimamente… Ya en el plan de contingencia, en previsión de lo que se nos venía encima, mi equipo directivo compró de todo, hizo previsión y el 1 de septiembre lo teníamos todo preparado, pero ha sido un esfuerzo muy importante”. “Antes de empezar el curso, se nos prometió que habría enfermeras escolares, se prometió que todos los profesores tendríamos un EPI, que tendríamos todos los días una mascarilla… De eso no nos ha llegado nada. Una vez al mes nos llegan 4 mascarillas quirúrgicas, de las de 4 horas, y poco más. EPI no tenemos y de las enfermeras escolares ni hablamos” explican María y Montse respectivamente.

Andrea, sin embargo, ha vivido una realidad bastante distinta en su centro: “Todas las semanas, recibimos tres mascarillas FFP2 para cada docente. Además, también nos proporcionan gafas, pantallas, gel… En tema de protección la verdad es que estamos contentos”. No obstante, parece que el sentimiento general entre los docentes es más bien de desamparo: “Entendemos que esto es nuevo para todos, pero no sentimos que estemos trabajando en un espacio seguro” concluye la presidenta de ANPE Aragón.

La detección de casos Covid en los colegios

Este curso a las labores docentes ya habituales de los maestros se suman otras nuevas relacionadas con el control y la sanidad, como la observación de síntomas para la detección de posibles casos de Covid. En el centro de Andrea cuentan con un gran apoyo en este campo: “Al ser un colegio de educación especial, contamos con enfermera en el cole. En cuanto vemos el menor síntoma, avisamos a la enfermera, ella les observa, hace las pruebas que ve necesarias y se pone en contacto con los padres. Es la intermediaria entre nosotros, la familia y el centro de salud. Contar con ella te deja más tranquilo”. Sin embargo, la mayoría de los centros no tienen una enfermera o enfermero escolar que pueda ayudar a los maestros con las labores sanitarias, aunque es algo que desde ANPE y SATSE (sindicato de enfermería) llevan años pidiendo. “Que hubiese una enfermera o un enfermero en los centros y que esa persona fuese la responsable de detectar casos y de gestionarlo con los equipos Covid facilitaría mucho la labor de los docentes. La presión de tener que llevar a cabo labores sanitarias, cuando nosotros somos docentes, está afectando mucho a nivel psicológico”, explica Teresa Hernández, a lo que añade: “Ahora mismo no vemos factible la implantación de la figura de la enfermera escolar, se necesitan más en los centros de salud y en los hospitales y las bolsas de enfermería están vacías. Pero queremos insistir en que vean esa necesidad de cara a un futuro”.

La otra gran cuestión es qué ocurre cuando uno de los niños de la clase resulta positivo en Covid. El enfermo, por supuesto, debe permanecer confinado en casa, pero ¿y el resto de sus compañeros? Parece que la respuesta ha ido cambiando a lo largo de los meses. “La normativa ha sido muy variable. No es lo mismo lo que nos dijeron en el mes de julio, agosto e incluso septiembre a lo que están diciendo ahora. Se quedó en que cada vez que hubiera un caso positivo de un alumno se confinaría la clase, pero esto no está siendo así. Hemos tenido casos de positivos de alumnos en primaria y no se ha confinado la clase porque dicen que con la mascarilla es suficiente” explica María.

Víctor lleva 18 años trabajando como maestro y en su colegio también ha habido varios casos de Covid. “Cuando un niño da positivo no se hace prueba a la clase entera, solo se hace a los que se sientan al lado, delante y detrás, aunque luego se junten todos en el recreo, así lo ha dicho Sanidad”, explica el maestro. Pero una vez que se han detectado los casos, el trabajo continúa. “Cuando hay alumnos confinados hay que hacer videollamada con ellos o enviarles la tarea mientras el resto de sus compañeros están en clase. Tienes que pensar cómo dar la clase, pensando tanto en unos como en otros, para que ninguno se pierda, y estar todos los días pendiente de quién falta y lo que le tienes que mandar. Todo esto está suponiendo un trabajo extra. Se dijo que se iban a reforzar los colegios con más profesores, eso hubiese supuesto una ayuda. Pero no ha sido así, seguimos los que estábamos el año pasado haciendo todas estas cosas nuevas” señala Víctor.

Cerrar o no cerrar los colegios ante un nuevo confinamiento

En un año caracterizado por la incertidumbre, las incógnitas de cara al futuro son muy numerosas, también en el campo de la educación. Una de ellas es si los colegios permanecerán abiertos durante todo el curso, aun en el caso de que se produjera un potencial confinamiento domiciliario como el que hubo en marzo. A este respecto, la OMS ha recomendado que los centros se mantengan abiertos, por la importancia de la enseñanza y la salud mental de los estudiantes. Desde ANPE también destacan la importancia de la presencialidad “sobre todo para los alumnos que no tienen los suficientes medios en casa para seguir con la enseñanza online o que son muy pequeños. La conciliación de la vida familiar y profesional tiene que seguir, las familias tienen que seguir trabajando. Por eso en un principio apostamos por la presencialidad, pero siempre que se cumplan las medidas sanitarias”.

Entre los maestros, las opiniones son diversas. Hay quienes, como Andrea, consideran que “habría que dejarlos abiertos, siempre llevando a cabo las medidas de seguridad necesarias. Hay muchos alumnos que durante la cuarentena no han podido seguir la educación como debería ser porque no poseen los medios necesarios o los padres no tiene suficiente tiempo y ellos solos no tienen la capacidad para utilizar los recursos tecnológicos”. Otros, como Montse o Víctor apuntan el peligro de contagio en los alrededores de los centros educativos: “No sé si sería factible dejar abiertos los colegios, no porque los colegios no sean seguros sino porque todo lo que los rodea puede no serlo. Si los padres no guardan la distancia cuando vienen a buscar a los niños o para traerlos tienen que coger el transporte público…”, “el problema no son tanto los colegios como todo el movimiento que generas, niños yendo y viniendo y los adultos que los acompañan. Yo creo que si hay un confinamiento los colegios no deberían seguir abiertos, aunque para nosotros trabajar desde casa muchas veces suponga un mayor trabajo”.

Por último, hay quienes, como María, temen que la decisión se base en criterios que no tengan que ver con la sanidad o la educación: “Desgraciadamente tengo la sensación de que vamos a ser servicio esencial y de que permaneceremos abiertos, no tanto por un criterio pedagógico, no tanto por un criterio sanitario, sino por un criterio puramente económico. Los padres no tienen derechos laborales ahora mismo para quedarse con sus hijos en el caso de un confinamiento y no tienen con quien dejarlos. Creo que los colegios van a seguir abiertos porque desgraciadamente su función actual es de guardería”.

Los niños, ejemplo para la población adulta

A pesar de todas las dificultades y complicaciones que entraña este curso, los maestros parecen coincidir en señalar un aspecto positivo: el comportamiento ejemplar de sus alumnos y alumnas. “Los alumnos lo están entendiendo bastante bien. Les recuerdan las normas a otros compañeros, la mascarilla la llevan puesta todo el día sin problema, saben que si almuerzan en el recreo tienen que hacerlo separados”, “lo están haciendo mejor que los adultos. Les tienes que recordar las normas, pero están muy implicados y se preocupan por el tema”, “se están adaptando mejor de lo que esperaba. Vienen con la mascarilla, saben que tienen que echarse gel. Están mucho más concienciados que algunos adultos”, “son verdaderamente un ejemplo para los adultos, se han acostumbrado perfectamente. No protestan nada, no he oído ni un solo día a ningún niño protestar por llevar la mascarilla. Y cuando los ves en la fila es una pasada, te reciben ya con una sonrisa en los ojos” son las palabras que han dedicado Andrea, Montse, Víctor y María a sus alumnos y alumnas.

E igual que los maestros felicitan a su alumnado, también desde ANPE agradecen el trabajo de los centros y sus docentes: “Los centros están funcionando muy bien. Gracias a la coordinación de los equipos directivos, de los profesores y de los equipos Covid, enseguida se cogen los posibles casos y se aíslan. La enseñanza presencial se está manteniendo con bastante normalidad, pero por el enorme esfuerzo que se está haciendo en los centros. Eso sí que es algo de agradecer y de valorar”.

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