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“Las mujeres tienen más depresiones que los hombres y estas pueden aparecer a cualquier edad”

Antonio Lobo dirige una línea de investigación sobre “Demencias y depresión en los mayores"

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

El catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Zaragoza Antonio Lobo (Pedralba de la Pradería, Zamora, 1943) opina que la depresión se ha convertido en uno de los principales problemas de salud en todas las edades. Ha sido presidente de la Sociedad Española Psicosomática y jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza. Ahora dirige una línea de investigación sobre “Demencias y depresión en los mayores”.

¿Qué impacto tiene la depresión en la sociedad de nuestros días?

Tiene un impacto importante; la sociedad cada vez es más consciente. Hay mucha información de que la depresión puede crear una discapacidad importante. Cada vez hay más conciencia dentro de la medicina y también de la sociedad.

¿Cada vez hay más gente que padece depresión?

Eso no está claro, porque antes no se reconocía la enfermedad. Hace años, la depresión se confundía con enfermedades físicas o no se le daba tanta importancia.

En todo caso, ¿con qué frecuencia aparece?

Se estima que aproximadamente el 5 % de la población tiene depresión. Lo que sucede es que hay muchos tipos de depresiones. Por ejemplo, en atención primaria, uno de cada diez pacientes tiene depresión, aunque la mayoría de las veces es de leve intensidad. Las depresiones graves se suelen atender en psiquiatría y, lógicamente, las más graves de ellas, ingresan. De todas formas, el 5 % de la población es una cifra muy considerable.

¿Qué porcentaje de población podemos pasar por una depresión a lo largo de nuestra vida?

No hay datos exactos, se habla incluso de hasta un 40 %. Si consideramos solo las depresiones clínicamente significativas y que requieren tratamiento, estaríamos en un 15 %. Lo que sucede, como apuntábamos antes, es que la mayoría serán de leve intensidad, que se superan sin tratamiento. Para quien tiene alguna predisposición biológica y, sobre todo, en relación con circunstancias adversas, es muy frecuente tener una depresión leve, no necesariamente intensa y grave.

¿En qué consiste una depresión clínicamente significativa de leve intensidad?

Las depresiones leves, igual que las graves, consisten, en primer lugar, en estar bajo de ánimos. Los pacientes no necesariamente se expresan diciendo que están “tristes” o “deprimidos”, pero pueden estar malhumorados, fatigados, con mal cuerpo... A la pregunta de “¿cómo estás de ánimos?”, responderán que están mal. En segundo lugar, para ser considerada depresión, este malestar debe tener suficiente duración; por lo menos, dos semanas. Tener un día malo no es una depresión clínicamente significativa. Y, en tercer lugar, para que se pueda considerar clínicamente significativa, tiene que aparecer una serie de otros síntomas: algunos físicos, como cansancio, astenia, dolores corporales o de cabeza, insomnio, pérdida de peso... También, dificultades para experimentar placer, satisfacción, sentirse pesimista, negativista…

Entre ese 15 % de la población que pasará por una depresión a lo largo de su vida, ¿hay más incidencia en algún tramo de edad o en algún género?

Claramente, las mujeres tienen más depresiones; aparece en todos los estudios. En relación a la edad, actualmente se estima que la depresión puede aparecer en cualquier edad, incluso en los niños. Los psiquiatras infantiles ven muy claro que hay depresiones infantiles que deben ser tratadas. Por supuesto, hay depresiones entre los adultos y entre los mayores. Lo que no es cierto es que los mayores tengan mayores niveles de depresión que los adultos. En la tercera edad, hay aproximadamente las mismas cifras de depresión; incluso en los últimos años, a partir de los 85 años, según nuestros datos, la depresión tiende a disminuir, tanto en mujeres como en varones.

¿Por qué tienen más depresión las mujeres?

Buena pregunta. No está del todo claro. Las dos hipótesis principales que se valoran es que las mujeres han podido tener dificultades mayores que los hombres en su vida afectiva, que lo viven más intensamente, que han tenido problemas de todos conocidos... La otra hipótesis es que hay factores biológicos en la manera de ser de las mujeres, desde su constitución, que las puede hacer más vulnerables a la aparición de una afectación del estado de ánimo. Hay datos a favor de las dos hipótesis. Por otra parte, también es cierto que las depresiones se detectan mejor en las mujeres, porque los hombres son más reacios a manifestarlas.

¿Cómo son las depresiones en los niños?

Igual que en los adultos, hay niños que tienen una predisposición biológica. En segundo lugar, cuando hay enfermedades físicas, aumenta la vulnerabilidad a la depresión. Y, finalmente, por circunstancias emocionales adversas: en las familias puede haber problemas, falta de atención, una escolaridad inadecuada que sitúa al niño por encima de sus posibilidades… Esas circunstancias externas adversas hacen más fácil sufrir una depresión también en los niños. No soy psiquiatra infantil, pero nuestros colegas piensan que estas depresiones en niños se tratan tan bien como en los mayores y, desde luego, que se deben atender. En los casos más importantes, también utilizan medicación anti depresiva.

Ha comentado que la mayoría de las depresiones leves se suelen superar sin tratamiento, ¿sería preferible que sí se tratasen?

En cuanto una depresión empieza a crear una disfunción importante en una persona, suficientemente duradera, unas dos semanas, es aconsejable consultar con el médico. Afortunadamente, muchos de los casos serán leves y es probable que el profesional solo decida esperar a ver si el paciente puede afrontar esta situación, con la precaución de que si se pone peor, habría que iniciar un tratamiento reglado. No se pierde nada por consultar. Está muy claro que, a menudo, la depresión pasa desapercibida, sin tratar; porque las personas no tienen suficiente información o son reacias a acudir al médico. Se acude con mayor dificultad a pedir ayudar por depresión que por las enfermedades física. Eso no debería suceder, pero es muy real, es lo que ocurre en nuestro país y, de hecho, en todo el mundo occidental.

¿Cómo se explica que nos cueste reconocer que podemos estar sufriendo una depresión?

Hay un poco de estigma en cualquier cosa relacionada con la enfermedad mental. La depresión no es el trastorno psíquico más denostado, pero las personas valoran mucho todo lo que tiene que ver con la salud mental. A veces piensan que deberían poner más de su parte, que lo tienen que superar por sí mismos, que tiene unas connotaciones peyorativas; sobre todo, en los varones, que son más reacios a consultar por depresión... Hay un poco de estigma, de mal nombre.

Cuando una depresión leve no se trata, ¿puede derivar en una grave?

Sí, todas las depresiones graves, prácticamente sin excepción, empiezan por una situación leve. Eso está claro, aunque no significa que todos los casos leves vayan a derivar en uno grave. Lo recomendable es que, sin crear falsas alarmas, cuando uno lleva bastantes días bajo de ánimo, sobre todo, si su malestar afecta a su salud corporal o si es observado en la familia en esa situación, se acuda al médico de familia. Esos médicos cada vez son más capaces de tratar las depresiones, son más expertos. En los casos graves, derivarán a los pacientes al especialista.

¿Se suelen atender bien las depresiones en el sistema público sanitario?

Cada vez se atienden mejor, los médicos de atención primaria están más capacitados y tienen más experiencia. Lo que sucede es que tienen poco tiempo. En algún momento, han peleado por poder estar diez minutos con cada paciente. Si el paciente se tiene que desahogar, contar lo mal que se siente, tiene que dar detalles de por dónde iría la depresión, de cuál puede ser la causa... un especialista necesita 45 minutos en una consulta pública para hacer una evaluación adecuada. Esos minutos no los tiene un médico de atención primaria actualmente. Por otra parte, está el problema de las listas de espera. Los pacientes, a veces, tienen que esperar mucho tiempo. Los casos más graves se atienden de urgencia y si es necesario, ingresan. Eso funciona muy bien, pero los casos más leves, cuando de atención primaria tienen que pasar al especialista, se tienen que demorar, como sucede con otras enfermedades físicas. Esa no es una situación ideal.

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