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Zaragoza se recalienta: hasta tres grados más en el centro por el efecto isla de calor

Una calle de Zaragoza

Naiare Rodríguez Pérez

23 de mayo de 2025 23:33 h

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En Zaragoza, el calor no se reparte por igual. Mientras que en el centro la temperatura puede superar en más de tres grados a las zonas periféricas, las noches tropicales se hacen habituales y los aparatos de aire acondicionado trabajan sin descanso. “La temperatura, sobre todo en verano, suele estar unos tres grados por encima de la periferia en aquellas zonas con mucha superficie dura”, explica Lucio de la Cruz Pérez, director gerente del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Zaragoza.

Este fenómeno es la conocida isla de calor urbana, provocada por materiales con alta capacidad para almacenar energía solar. “Una calle de asfalto negro y rugoso, en verano, va cogiendo calor. Lo acumula durante el día y luego lo emite… durante el día y parte de la noche”, resume.

Esta situación, según comparte, conlleva que algunos termómetros de Zaragoza marquen hasta 2,5ºC más que en otros, como puede ser en el Coso a diferencia del entorno del Parque Grande. “Luego en invierno puede ser al revés porque los centros de las ciudades son más compactos y entra menos cierzo”, valora.

¿Por qué ocurre?

Para de la Cruz, este fenómeno se debe al uso de materiales densos, oscuros y con alta rugosidad como el hormigón, el ladrillo o el asfalto, ya que tienen una mayor absortancia térmica y funcionan como acumuladores solares. Al contrario, las zonas verdes y la vegetación evapotranspiran y refrescan. “Cuando sales hacia grandes parques, la superficie verde no tiene esa absortancia y estás mucho mejor, con mayor confort”, apunta.

No obstante, añade que el clima local amplifica el problema: “Tenemos un invierno muy frío y un verano muy caluroso”. “A los técnicos nos encanta porque sometemos a los edificios a un estrés tremendo”, ironiza. Por lo tanto, el invierno con cierzo y humedad o el verano con radiación intensa en fachadas de oeste son un auténtico reto para aquellos que trabajan en mitigar este efecto y lograr unas mejores condiciones para las zonas urbanas. “Zaragoza necesita su propia estrategia. Lo que vale en Madrid o Bruselas aquí hay que estudiarlo aparte. No es fácil incluir cualquier zona verde ni existe una varita mágica”, subraya.

Ante problemas, soluciones

Sin embargo, Lucio de la Cruz asegura que hay actuaciones que se pueden estudiar y llevar a cabo en la ciudad. Entre ellas, destaca la reducción de “plazas duras” y la plantación de árboles compactos en calles sin vegetación para cortar la radiación directa y aportar sombra.

“Se podría incluir más masa arbórea dentro de los centros urbanos y disminuir las superficies duras que están expuestas”, indica.

Por otro lado, señala que sería recomendable reemplazar asfaltos oscuros por superficies más claras, de tal forma que se rebaje la temperatura superficial y se mejora la infiltración de lluvia.

“También están las cubiertas verdes, como se han probado en la zona Expo. Se pueden aplicar bien en edificios nuevos, pero en rehabilitaciones depende de la cubierta y de la carga estructural con la que ya cuenten esos edificios”, avisa.

Aunque recuerda que Madrid cuenta con una ordenanza que las promueve, incide en que “Zaragoza tiene un clima muy puñetero que hay que analizar aparte porque si hay teja cerámica es muy complicado”.

En este sentido, remarca que Zaragoza está inmersa en un proyecto de “Cero emisiones”, el cual tiene como objetivo “instalar corazones verdes en calles con exceso de hormigón para mitigar este efecto de calor y que no sea, al menos, tan continuo en el centro”.

El futuro en momentos de cambio climático

A pesar de insistir en que ya se trabaja en lograr un mayor bienestar en toda la ciudad, para que las diferencias entre lo urbano y lo periférico no sean tan evidentes, la ciudadanía advierte que “hay que hacer algo”, “más ahora que llega el verano”.

Así lo expresa el zaragozano Carlos Ruiz, un vecino de la zona del AVE que admite que “se deberían instalar más espacios en la ciudad en los que refrescarse ante las altas temperaturas”. 

Tal y como manifiesta, “esto cada vez va a ir más en aumento por el cambio climático y, si no se hace nada por adaptar las calles a los fenómenos climatológicos, la gente no podrá salir a la calle”.

“Mi madre, en verano, se queda bastante en casa. Piensa que le va a pasar algo por el calor que hace. Yo me pregunto si no se podrían poner más zonas verdes y no tanto cemento para que todo el mundo pueda salir a pasear o respirar sin que se achicharre de calor”, agrega por su parte Soledad, una vecina del barrio de Delicias.

Y es que, tal y como se ha estudiado en Zaragoza y destaca de la Cruz, barrios como Delicias, las Fuentes o la zona Centro están más expuestos a contar con islas de calor por la falta de árboles o zonas verdes. Mientras tanto, Arcosur o Valdespartera, al ser barrios más nuevos, ya cuentan con esta naturalización e integración de vegetación en los proyectos de edificación.

La ciudadanía puede colaborar

En cuanto a las pequeñas acciones para acabar con las islas de calor urbanas, Lucio de la Cruz señala que hay que instalar “con sensatez y responsabilidad” los equipos exteriores de aire acondicionado.

“Si están a pie de calle, muchas veces pasas por ahí y te da una bofetada de calor. Es mejor elevarlos y controlar su uso para evitar que la acera se convierta en un horno”, sostiene.

Por todo ello, la capital aragonesa es un ejemplo claro del fenómeno de las islas de calor urbanas, un reto climático que crece al ritmo del asfalto y que obliga, tanto a la ciudadanía como a los expertos o instituciones, a repensar cómo y para quién se diseñan nuestras ciudades.

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