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Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

Los partidos abandonan el centro político al mismo tiempo que los electores se concentran en él

La Mesa del Congreso da por terminado el plazo de enmiendas de quince leyes

Arsenio Escolar

Se repite como un mantra desde los primeros años de la transición: en el centro se ganan las elecciones, quien ocupa el centro y la moderación se garantiza un rendimiento electoral suficiente como para aspirar a gobernar o al menos a decidir quién gobierna. Desde hace ya más de cuarenta años, esta ha sido una de las pocas verdades tomadas por inmutables y constantes en nuestra cultura política.

El habilísimo Adolfo Suárez hizo del centro su principal bandera política, e incluyó el posicionamiento ideológico hasta en el nombre de las formaciones que lideró, desde la pujante Unión del Centro Democrático, que gobernó España de 1977 a 1982, al pequeño pero decisivo en algunos ayuntamientos y comunidades autónomas Centro Democrático y Social (CDS). El no menos hábil Felipe González hizo girar hacia el centro al PSOE, al renunciar en 1979 al marxismo como la ideología oficial del partido, poniendo así una de las principales piedras de su aplastante victoria en las elecciones generales de 1982.

En el centro se ganan las elecciones en España. O se ganaban, porque de pronto el centro político se está quedando clamorosamente vacío. El PP de Pablo Casado se va aún más a la derecha de lo mucho que ya estaba con Mariano Rajoy, probablemente inquieto el nuevo líder popular por la emersión, a su derecha, de Vox. Ciudadanos toma carrerilla en su deriva derechista para acercarse a ambos. El PSOE de Pedro Sánchez se escora hacia la izquierda, quizás arrastrado primero por su pugna con Podemos por la hegemonía en esa zona de la escala ideológica y después, ahora, por el roce con Unidos Podemos, que se ha convertido en el principal apoyo parlamentario del Gobierno socialista. La brega política se está polarizando tanto, en fin, en los dos extremos del tablero que en el centro se ha abierto un enorme espacio vacío, un desierto en el que no habita ni milita ninguna formación de ámbito estatal siquiera mediana.

Que el centro se ha quedado desierto no es una percepción subjetiva. Son datos. O mejor dicho, datos basados en las percepciones subjetivas del común de los ciudadanos. El Barómetro del CIS incluye desde hace muchos años una pregunta por la que se les pide a los encuestados que se coloquen a sí mismos en una tabla en la que 1 es extrema izquierda y 10 extrema derecha (luego el centro matemático está en la posición 5,5) y que coloquen después a los diferentes partidos políticos.

Hace ahora cuatro años, en el Barómetro de octubre de 2014, los encuestados veían a Podemos en el 2,43, a IU en el 2,67, al PSOE en el 4,61, a Ciudadanos en el 5,38, a UPyD en el 5,55 y al PP en el 8,24. Es decir, percibían que había dos partidos claramente de izquierdas (IU y Podemos), uno de centroizquierda (PSOE), dos de centro (Ciudadanos y UPyD) y uno claramente de derechas (PP).

Ahora, en el Barómetro de octubre de 2018, ven a IU en el 2,18, a Podemos en el 2,30, al PSOE en el 4,29, a Ciudadanos en el 7,25 y al PP en el 8,31. Tendríamos, por tanto, dos partidos claramente de izquierdas, uno de centro izquierda, ninguno de centro y dos claramente de derechas. Y todos, atención, desplazándose hacia su extremo natural. Especialmente Ciudadanos, que ha recorrido casi dos puntos del tablero, una enormidad, en este periodo de solo cuatro años.

Lo llamativo es que, mientras pasaba entre los partidos todo esto, el movimiento entre los encuestados ha sido el contrario. Se está produciendo una concentración en las posiciones más centrales del tablero. Los que se autoubicaban en el 4, el 5 o el 6 de la escala ideológica sumaban en 2014 el 40,3% del total de encuestados, y ahora suman, en esas mismas posiciones, el 43,6%. Más de tres puntos porcentuales de diferencia, un enorme caudal del votos si se considera que en España cada punto del censo electoral representa a unos 350.000 ciudadanos.

Acerquemos un poco más la lupa al Barómetro de este octubre pasado, y miremos sólo a aquellos puntos del tablero que se han quedado sin un partido posicionado ahí. En el punto 5 de la escala ideológica se autoubican hoy el 19,6% de los encuestados. En el punto 6 de la escala, el 10,1%. Los que se han quedado huérfanos en su casilla suman, por tanto, el 29,7% del censo. Unos 10,8 millones de potenciales electores. Un mar impresionante, un territorio electoral inmenso.

¿Quién se lo repartirá en el nuevo ciclo electoral que comienza en diciembre en Andalucía, sigue en mayo próximo con las locales, autonómicas y europeas y se completará en la segunda mitad de 2019 o ya en 2020 con las elecciones generales? En el PSOE creen que mayoritariamente ese voto será suyo. En Ciudadanos aún aspiran a pescar ahí, y de ahí algunos pasos recientes de Ciudadanos por alejarse del PP o por hacer que lo hace. En el resto de las formaciones creen que el voto ya no se decide sólo por afinidad ideológica.

La primera respuesta, en menos de tres semanas.

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Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

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