Hombres humillados

Decía Margaret Atwood que los hombres tienen miedo a que las mujeres se rían de ellos, mientras que las mujeres tenemos miedo a que los hombres nos maten.

La semana pasada, un estudiante disparaba contra estudiantes en un instituto de Estados Unidos. Durante los cuatro meses anteriores a la matanza, el asesino intentó entablar una relación con Shana, una chica que no estaba interesada en él y lo acabó rechazando. Una semana después de “avergonzarlo”, Shana fue la primera tiroteada.

Hace un mes, un hombre mataba a 10 personas en Canadá. Pertenecía al movimiento 'incel' (célibes involuntarios), que cansados de ser rechazados por mujeres, se unen a esta subcultura que tiene como objetivo de su odio a las mujeres. En Internet han encontrado una forma de contacto entre ellos y de retroalimentar su ira.

Todas las noticias en las que un hombre mata a una mujer porque va a dejarle representan esto mismo: la visión de las mujeres como posesiones, como cosas que no puedes tener iniciativa o deseos propios, como objetos que han de ceñirse a las necesidades del hombre, nunca como sujetos con capacidad de libre elección.

Todas las mujeres sufrimos la masculinidad en mayor o menor medida. Unas seguimos aquí, otras lo intentan a pesar de las cicatrices, pero muchas ya no están. Cuando una mujer deja a su marido, cuando rechaza una propuesta sexual, cuando empieza una nueva vida, es vista por la masculinidad como una ciudadana de segunda que se está riendo del hombre. El ego machito mata. La masculinidad mata. Y acosa. Y viola. Y sus víctimas siempre son las mujeres.

Mientras esto sucede (y seguirá sucediendo), Javier Marías se lamenta en su columna de los domingos de El País del movimiento #metoo. Soto Ivars, desde El Confidencial, llama zorras a chicas que cuentan que han sido acosadas. Foros de machitos publican datos de víctimas de violaciones para su linchamiento mediático, ayudado por los datos que encuentran en periódicos como El Español. (Los enlaces no irán a esos medios, sino a otros que se hacen eco, pueden pinchar sin miedo).

Mientras los medios sacan noticias cada día sobre violencia sexual, asesinatos o agresiones a mujeres, en las televisiones se sigue poniendo en duda a las víctimas de delitos sexuales que deciden denunciar, se siguen llenando las mesas de tertulianos que sentarán cátedra sobre lo que una mujer vivió o no vivió. Se sigue viendo como violencia una sentada pacífica en protesta por un desahucio pero se rebaja, por ejemplo, de 23 a 3 años la pena a un padre que violó a sus dos hijas... porque no hubo violencia.

Qué es y no es violencia es algo que también decide el patriarcado. Y el patriarcado siempre mirará por los intereses de los hombres que tienen miedo de que las mujeres se rían de ellos. El que no luche activamente del lado del feminismo, no sólo tiene el ego muy frágil, también perpetúa la violencia contra las mujeres.

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