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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Quizá, sólo quizá, no sea tan mala idea repetir elecciones

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, durante la Sesión Constitutiva de la XV Legislatura.

José María Izquierdo

4 de septiembre de 2023 22:06 h

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Ya nos hemos olvidado de usted como presidente del Gobierno, señor Feijóo. Cierre el maletín de representante de baratijas y no nos maree más. Ya ha conseguido sus objetivos, frenar a sus lobos internos y demonizar aún más a Sánchez, así que eche el telón a tan burda representación del retablillo de don Cristóbal. Usted mismo ha tirado la toalla, y con su rendición ante Vox en Murcia nos ha gritado bien a las claras que nada espera, que todo era un paripé ridículo. En mitad de los melifluos guiños a los nacionalistas, remacha usted con varios clavos la alianza a muerte con la ultraderecha más reaccionaria de Europa. Viene a demostrarnos, de manera brutal, que a usted nadie le quiere, que sólo puede pactar –quizá también porque en el fondo es lo que desea- con Abascal y sus huestes. Ya se lo dijimos la semana pasada: nada logrará uncido a esa carreta. ¿Pretende después de esta fechoría hablar con el PNV? ¿Con Junts? Vamos, vamos, acabe con la broma. Sólo le queda esperar, en el banco de la paciencia, a que el destino nos aboque a nuevas elecciones. Que todo es posible en este valle de lágrimas que tan penosamente transitamos.

Así que vayamos pasando página y pensemos qué puede ocurrir después del 27 de setiembre, cuando el rey, ya sin salida de escape ante la dura realidad, tendrá que proponer a Pedro Sánchez la tarea de armar la mayoría parlamentaria necesaria para gobernar el país. Adiós a la mamarrachada de la lista más votada o la ley de la costumbre, meras disculpas de mal pagador. Es verdad que habrá venido bien este mes de barbecho a los negociadores de todas las partes en conflicto, frenético ir y venir de lados de colores que varían de posición, enrevesado cubo de Rubik. Un lío de madejas enganchadas entre sí que va a necesitar de unos habilísimos encajes de bolaños. Y en este agitado bullicio incluimos la muy osada entrevista entre Yolanda Díaz y Carles Puigdemont. 

Algún apunte sobre esta reunión. ¿Acudía Díaz en su calidad de vicepresidenta del Gobierno español en funciones, o como líder de Sumar? ¿Es posible separar ambas cosas? Confusión sin duda premeditada, pero que genera algunas luces y sombras. Entre las primeras, córtese la cinta y dígase quedan inauguradas las negociaciones, sobre todo porque se anuncian nuevos contactos. Ya se ha dado el primer paso y ninguna de las partes puede ahora borrar lo que las cámaras han mostrado. Es cierto que el encuentro se ha saldado con un comunicado plagado de generalidades, pero es lo que tenía que ser en la primera ronda. Se llama tanteo. Y esta avanzadilla, además, nos servirá de muestra para ir acostumbrándonos a las groseras hipérboles de la derechona política y mediática. El botón. Arcadi Espada, en El Mundo: “Una escalofriante humillación”.

Obviamente, ante la investidura sólo hay dos posibilidades. La primera, que Sánchez consiga articular esa mayoría de más de 176 escaños como ya hizo con la Mesa del Congreso. Nada habrá que discutir entonces, salvo la fecha de toma de posesión. Es posible que ocurra, claro. Pero para lograrlo se habrán hecho importantes concesiones a los nacionalistas del PNV, ERC y Junts en algunos puntos vitales. Ahora hablaremos de ello. Ya saben lo que pasará entonces: contento en la izquierda y explosiones atómicas de la derecha política y mediática, de moda Oppenheimer, virulento tsunami de insultos, acusaciones, mentiras obscenas y puñaladas traperas. Vayan buscando refugios antiaéreos que nos espera la de dios es cristo. Ya están calentando motores y echar un vistazo estos días a la prensa de la caverna es llorar, tanta mugre y tanto odio. Y por ahora sólo son barruntos.

Porque ahí están, ahórrenme la cita a Monterroso o a Lakoff, los dinosaurios y los elefantes de siempre. Esto es: amnistía y autodeterminación. Vayamos a ello, que lo hemos demorado en demasía. Antes de entrar en los perjuicios o ventajas que daría ceder en estos puntos deberíamos plantearnos si ambos anhelos nos parecen justos, correctos o como ustedes quieran denominarlos. Esto es, ¿está bien, beneficia a la convivencia entre españoles avanzar en estos dos senderos llenos de fieras salvajes y serpientes venenosas? ¿Quienes delinquieron en octubre de 2017 se merecen el perdón? ¿Es democrático y razonable que una parte de la población de un país decida sobre el futuro de toda la ciudadanía? 

Son preguntas que deberíamos hacernos, porque sólo si estamos convencidos de su bondad o de su justicia podremos apoyarlas con decisión y valentía. Ir arrastrados, atados a la cola del caballo, a la concesión de medidas que favorezcan esas exigencias nacionalistas considerándolas un trágala doloroso es una mala opción. Sentirse chantajeado es una sensación terrible, advertir en tu cabeza y tu corazón que te han forzado a hacer algo que tú no quieres, sólo para mantenerte en el poder. Y saber, además, que toda la legislatura, corta o larga, vas a estar en sus manos. Duro. Durísimo.

En la humilde opinión de este plumilla, parece obvio que se pueden explorar medidas de gracia, atinada esa frase tan manida pero cierta de devolver a la política lo que nunca debió de dejarse en manos de la justicia, porque es de esperar que incluso la ciudadanía poco favorable al independentismo pueda aceptar el envite de poner el contador a cero, incluidos en el perdón, por supuesto, los policías de la violenta represión del 1 de octubre de 2017. Ya lo hizo, a rastras y murmurando, con los indultos. Gritarán los de siempre, de dentro y de fuera del PSOE, pero será asumible. ¿Encaje constitucional? Allá los leguleyos, empedrado el camino como está de abogados del Estado y otros subgéneros de letrados listísimos. Pero si me permiten, adviértase seriamente a los interesados que se ahorren la chulería del “ho tornarem a fer”. No se les exige que renuncien a la independencia, son muy dueños, pero sí que no vuelvan a delinquir, como ya hicieron, y encima nos los restrieguen por los morros. El chocolate, siempre espeso.

Otra cosa es la autodeterminación. Ábranse todos los caminos para ensanchar competencias, profundícese en el autogobierno, estúdiense fórmulas federales, incluso invéntense estratagemas para aquello tan viejo –y no por ello desechable- de saber cuántos son de verdad los independentistas, pero no forcemos las costuras de la Constitución ni del sentido común. Propone el PNV curiosos experimentos. Bien, de acuerdo, aceptemos convención como animal de compañía, pero digamos desde un primer momento a dónde queremos llegar. Del plan Ibarretxe, y de sus sucedáneos, ya se han escrito suficientes argumentos para su descarte desde aquel lejano 2005. Ésta sí, o eso creo, debería ser una línea roja imposible de traspasar. Y los nacionalistas tendrían que tener la suficiente cabeza para saberlo. Tanta como para apoyar a Sánchez, su única posibilidad de avance. Pero hay gentes tozudas, ya saben. Junqueras ya lo ha dicho alto y claro en La Vanguardia: “Hay que plantear la autodeterminación”. Chufla, chufla, apártate tú, aunque el tren te deje hecho papilla. 

Decíamos que había una obvia segunda posibilidad: que Sánchez falle en el intento y que vayamos entonces a unas nuevas elecciones. Pues atención, atención. Advierte el Ojo que aunque considera preferible, de lejos, una nueva investidura de Sánchez, incluida la valentía de afrontar con decisión los problemas territoriales que pesadamente arrastramos, descarta las lágrimas ante la opción, en contra de lo que opinan comentaristas y politólogos variados, de esa nueva llamada a las urnas. Veamos. ¿Qué han demostrado el PP y Vox para que creamos que sus resultados van a mejorar de aquí a enero? ¿Ha crecido acaso la figura del inane Feijóo, error tras error, sólo acertado en acumular sueldos y adquirir propiedades? ¿Sus decisiones allá donde gobiernan PP y Vox no son una demostración palpable de su absoluta degradación democrática, mancilladas la memoria histórica, la igualdad entre hombres y mujeres, la aceptación de las diferentes sexualidades, la lucha contra el cambio climático? ¿Qué más pruebas de fanatismo ideológico nos pueden ofrecer estos odiadores profesionales, franquistas confesos, pisoteando el nombre de Almudena Grandes, por ejemplo, una y otra vez?

Tendría Sánchez una segunda oportunidad, recuperada su figura a la vista de no haber cedido en algunos puntos a lo que muchos consideran un abuso, y contaría con un Sumar más asentado y con tiempo para ganar votos, siempre y cuando solucione sus problemas con Podemos. Hemos visto en las urnas el declive de los nacionalismos. ¿Qué nos asegura que esa bajada no continuará, dejando a los gallos con menos espolones, ahora decisivos, entonces inocuos? Pues junten unas y otras cosas y quizá, sólo quizá, no sea tan mala idea esa repetición de elecciones. ¿Pájaro mordedor en mano o cientos de pajarillos más pacíficos volando? Hagan los detractores un esfuerzo y accedan a poner en la balanza un acuerdo ahora, legislatura tortuosa, dejándose melenas enteras en la gatera, u optar por una apuesta, de las que tanto le gustan al osado Sánchez, de romper la baraja y tirar para adelante. Aquí estoy, retará brazos en jarras, vengan a por mí. En enero. 

En fin, que a ver si nos dejamos de jugar con el destino de la patria, vaya monserga, y nos dedicamos de una vez a las cosas del comer, los precios de la bolsa de la compra, y del vivir, los alquileres o las hipotecas. 

Adenda. Dice el TAD que la actuación del gañán Rubiales fue “grave”, no “muy grave”. Vaya usted a saber en qué ignotos tratados de Derecho habrán encontrado esas figuras del extravagante tribunal esa finísima percepción de la calidad del delito. ¿Un robo es grave o muy grave? ¿Un golpe en la cabeza con objeto contundente, es grave o muy grave? Hatajo de caraduras. 

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