¿Quién se ha quedado solo defendiendo a Israel?

Veamos dos opiniones de esta semana sobre lo que está haciendo Israel en Gaza: “Son actos aberrantes que están en las antípodas de todo lo que este foro representa. Repugnan a la conciencia humana y avergüenzan al conjunto de la comunidad internacional”. La segunda: “Israel ha superado ese límite con una guerra a gran escala que ha afectado a la población civil palestina de forma desproporcionada. Y, al cruzar ese límite, Israel ha acabado violando las normas humanitarias y ha causado una matanza de civiles”.

La primera es de Felipe VI en su discurso ante la Asamblea General de la ONU. La otra es de la primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni, también en Naciones Unidas. Todo lo que denuncian podrían haberlo dicho hace un año, pero lo cierto es que lo están diciendo ahora. Las élites políticas europeas parecen haberse decidido a hacer algo, aunque hablar no deja de ser un gesto simbólico si no hay consecuencias posteriores, para enviar un mensaje que sus opiniones públicas hace tiempo que tienen claro. En España, sólo Isabel Díaz Ayuso y Vox prefieren alistarse en el bando de los asesinos de niños.

Incluso en Alemania la opinión pública no tiene ninguna duda. En una encuesta de este mes, se pregunta si Israel está cometiendo un genocidio en Gaza. Un 62% dice que sí. Así lo piensan los votantes de todos los partidos. En la CDU (60%), SPD (71%), Verdes (71%) y Die Linke (79%). El porcentaje es algo menor en el caso de los votantes de la AFD ultra (56%).

Por razones históricas, Alemania es la mayor defensora de Israel en Europa. Su clase dirigente cree firmemente que el país no puede decir a Israel lo que tiene que hacer. Los votantes les responden que eso no puede justificar ignorar un genocidio o la aniquilación de un pueblo en un lugar donde viven dos millones de personas. 

El Gobierno que preside el conservador Friedrich Merz aprobó en agosto un embargo parcial de venta de armamento a Israel. Un sondeo reveló que la medida contaba con el apoyo del 62% de la gente. Desde entonces, no se ha aprobado ninguna licencia de venta de armas. Es difícil saber si es porque se está aplicando con dureza o porque Israel no necesita ese armamento ahora y prefiere no recibir una negativa.

En España, el PP de Madrid se ha erigido en el principal defensor de Israel y de la violación masiva de derechos humanos. Todo lo que sea alzar la voz para que se detenga el genocidio le parece un ataque antisemita. Dar tan poco valor a las vidas de los gazatíes es una postura que sólo se puede definir como racista, es como dar por hecho que sus vidas tienen menos valor que las de los israelíes. 

El Partido Popular ha pasado estos dos años haciendo el menor número posible de declaraciones sobre Gaza. Sólo cuando era imprescindible. En las últimas semanas, Alberto Núñez Feijóo se ha visto forzado a endurecer su lenguaje, pero sin llamarlo genocidio. Los presidentes autonómicos del PP en Andalucía, Galicia y Aragón no han tenido inconveniente en emplear la palabra. Ayuso y Aznar defienden el derecho de Israel a hacer lo que quiera sin importarles el número de civiles asesinados. Básicamente, en el PP cada uno puede decir lo que le apetezca sobre el tema. Feijóo no va a regañar en público a los dirigentes que hablen de genocidio y no se atreverá a contradecir a Aznar ni sus delirios militaristas sobre cómo Occidente debe defenderse. 

Hasta ahora, al PP le valía con mantener la postura cínica de alegar que las iniciativas de Pedro Sánchez contra el genocidio eran sólo maniobras para que no se hable de las acusaciones de corrupción. Como si esto último fuera posible. “Sánchez utiliza a los niños palestinos como escudos electorales”, dijo Cayetana Álvarez de Toledo. Incluso si eso fuera cierto, no es tan malo como lo de ella, que no ha tenido valor para denunciar la masacre de civiles en Gaza o no se atreve a confesar que le parece muy bien lo que hace Israel. 

Ha pasado mucho tiempo –en realidad, no tanto– desde que el PP y la prensa de derechas mostraron su oposición radical a la movilización contra la participación de un equipo israelí en la Vuelta Ciclista. Cuando la última etapa de Madrid no pudo concluir a causa de ese boicot, el rechazo se tornó en paroxismo. Parecía que las vallas situadas en las calles valían más que la vida de los niños palestinos. Muchas personas, y no sólo de izquierdas, se mostraron orgullosas de que por fin hubiera una contestación en la calle a la matanza de Gaza, ignorada por los gobiernos europeos. Y eso en un país en que las manifestaciones por Gaza habían sido menos numerosas en Madrid y Barcelona que en otras capitales europeas, como Londres, París y Berlín.

“España no merece un Gobierno que jalee la kale borroka”, dijo el PP. “El responsable del boicot a la Vuelta es Sánchez. No puede gobernar quien jalea la violencia entre compatriotas”, afirmó Feijóo. Igual también se podría decir que España no merece ser gobernada por un partido que calla ante el genocidio o que afirma que protestar contra un genocidio sólo puede entenderse como una forma de postureo.

Las imágenes del boicot a la etapa final de la Vuelta Ciclista dieron la vuelta al mundo. El asunto de la participación israelí ha llegado al deporte con más seguidores, el fútbol. La mayoría de los miembros del comité ejecutivo de la UEFA está a favor de suspender la presencia de equipos de Israel, según The Times y la agencia AP. Lo ocurrido en España con la Vuelta ha abierto un camino que parecía imposible hace tan sólo unos meses.

Diez países europeos, entre ellos Reino Unido y Francia, se han unido a los que ya habían reconocido el Estado palestino, que ya son más de 150. Este titular de la agencia norteamericana AP define la situación en la que se encuentra la imagen de Israel gracias al Gobierno de Netanyahu: “Israel se acerca rápidamente al estatus de paria global con Trump como único escudo”. 

“Pretendiendo aislar a Israel, quien se queda sola es España”, dijo Ayuso el jueves. Más bien está ocurriendo lo contrario. No, la que te has quedado sola eres tú, junto a algunos fanáticos.

El laboratorio del doctor Espinosa

Iván Espinosa de los Monteros presentó el jueves un nuevo 'think tank' llamado Atenea. Se le ha denominado “laboratorio de ideas” (será de uno de esos de los que sale un Frankenstein y el doctor grita: “¡Está vivo!”). En El Mundo, lo han calificado de “la subcontrata de ideas del Partido Popular”, lo que es raro, ya que el PP tiene sus propios centros de estudios y además siempre puede hacer un corta y pega con lo que envíe la FAES.

Para reforzar el nivel intelectual del proyecto del exdirigente de Vox, aparecieron dos personajes de ultratumba: Víctor Aldama, imputado por un fraude de 180 millones, y el jefe de Desokupa, Daniel Esteve. Sus aportaciones pueden ser muy provechosas en relación al pago del IVA por las empresas y al uso de la violencia para solucionar los problemas de vivienda. 

Espinosa de los Monteros explicó que su objetivo es encontrar “soluciones sensatas por el bien común”. Y si alguien no tiene claro en qué consiste lo segundo, siempre puede enviarle a los de Desokupa. Seguro que le hacen precio de amigo.