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Incomprensible baile de cifras

Covid-19.

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Decía Lord Kelvin (1824 – 1907), físico y matemático británico, que: “Lo que no se define, no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre.”

¿Trivial y simple? Aparentemente es algo tan obvio, que uno no puede dejar de pensar dónde se está fallando. Lo cierto es que la clave una vez más es ser conscientes de la cultura de seguridad que tenemos en nuestra sociedad.

Con la crisis sanitaria lo estamos viendo. Ahora empieza el baile de cifras. Desgraciado baile donde nos tenemos que alegrar porque “hoy sólo han muerto 500 personas”, lo que es “un dato muy positivo”, indica una “tendencia favorable”, y es el resultado del esfuerzo que todos estamos haciendo. Detrás de cada número hay una persona, con nombre y apellidos, y que con total seguridad tenía ganas de seguir disfrutando de este regalo que es la vida.

Desde el Comité de Seguridad de la FEDME llevamos años intentando impulsar un Observatorio Nacional de Seguridad en Montaña. Ahora mismo en España es imposible saber cuántas personas mueren en accidentes como consecuencia de actividades de montaña. En las dos jornadas de trabajo que hemos realizado con las CCAA asistentes a la Escuela Nacional de Protección Civil se ha propuesto solicitar a la Dirección General de Protección Civil y Emergencias el establecimiento de una normativa o directriz básica que contemple, entre otras medidas homogéneas para todas las CCAA, una encaminada a la recogida de datos sistemática y que sea elevadas ante el Consejo Nacional de Protección Civil para su aprobación e implantación.

Igualmente, se solicitó a la Dirección General de Protección Civil y Emergencias que facilite e impulse la adopción de una ficha unificada de toma de datos de accidentes e incidentes en el medio natural para todas las CCAA y servicios de rescate. Así como articular, en torno a la Red Nacional de Información sobre Protección Civil, “la recogida, el almacenamiento y el acceso ágil a la información sobre riesgos de emergencia conocidos” de acuerdo con el articulo 9 de la Ley 17/2015 del Sistema Nacional de Protección Civil.

En la crisis actual no somos pocos los que nunca nos hemos creído las cifras oficiales. Ni las que dan unos, ni las que dan otros. Es tal el descontrol aparente que es casi imposible creer algo. No sabemos si los que las dan se están “haciendo trampas al solitario” o de verdad creen lo que dicen. Y lo que es peor, si piensan que los que escuchamos nos las estamos creyendo. Nuestra única esperanza es que las decisiones las estén tomando con las cifras de verdad.

Justificar que este es el método que viene recomendado por tal o cual organismo y no plantearse el método es ridículo. Quizá ese método sea válido para un estado normal de funcionamiento, pero es que no estamos en un estado normal de funcionamiento, sino en una situación que nunca antes habíamos vivido, de la que se sabe poco, que ha entrado en nuestras vidas a una velocidad vertiginosa y de la que queremos salir pronto, pero sobre todo, bien.

Aparentemente, en España, ya sabíamos medir las cosas. Vamos a tomar como ejemplo las estadísticas oficiales sobre accidentes de tráfico, algo a lo que también nos hemos ido acostumbrando después de cada operación salida y retorno por carretera. Termina un largo puente y nos llenan los telediarios y ruedas de prensa con mensajes como “el número de fallecidos en esta operación salida ha sido de XX, lo que representa un YY% menos que el año anterior”. El dato nos lo dan casi en tiempo real gracias a la potencia de las llamadas “nuevas tecnologías”.

Sucede que, cuando uno consulta las variables de estudio de estos informes, definidas en el Anexo I de la Orden del Ministerio de Relaciones con las Cortes y de la Secretaría del Gobierno de 18 de febrero de 1993, y que son las vigentes, se encuentra con que muerto queda definido como “toda persona que, como consecuencia del accidente, fallezca en el acto o dentro de los treinta días siguientes”. En el documento explicativo del Ministerio del Interior se aclara que “el de los fallecidos dentro de los treinta días se determinará hasta el momento en que esté plenamente garantizado el seguimiento real de todos los heridos durante ese periodo, aplicando a la cifra de muertos a veinticuatro horas el factor de corrección que se deduzca del seguimiento real de una muestra representativa de heridos graves”.

Es decir, sabemos crear metodologías de cálculo estadístico para aproximarnos al valor real con un nivel de confianza significativo. ¿Por qué no se está haciendo eso ahora que es cuando más lo necesitamos? Ahora es cuando más necesitamos que calculen bien; que controlen eso que miden y calculan; y que adopten medidas que permitan mejorar la situación.

Tomen el control de lo que tienen que medir, cueste lo que cueste, controlen, analicen, mejoren. Lo necesitan las personas que están en la primera línea de fuego, como dicen, pero también aquellos que, perplejos, desorientados, tristes, asistimos desde casa a este lamentable espectáculo.

Por: Alberto Ayora (Máster en Gestión de la Prevención y responsable del Comité de Seguridad FEDME) y Guillermo Sanz (Máster en Ingeniería de Sistemas de Decisión y miembro del Observatorio de Seguridad FEDME).

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