La Sierra del sol
Nuestro pequeño viaje comienza en la denominada Hoya de la Mora, junto al albergue universitario, donde se debe aparcar el vehículo. Nos dirigiremos hacia el monumento de la Virgen de las Nieves, muy visible sobre una estructura triangular de pizarra. Desde aquí hasta las posiciones del pico Veleta tendremos que caminar alrededor de una hora y media a buen paso. Existe la posibilidad de subir hasta este punto en uno de los autobuses que salen desde el albergue universitario, facilitados por el Parque Nacional.
Una vez en las posiciones del Veleta, llamadas así por su utilización en la Guerra Civil Española, no hay que marcharse sin asomarnos al corral y cara norte del Veleta. En esta pared de pizarra existen un número considerable de rutas de escalada de autoprotección. Nuevamente bajo el Veleta, lo podemos coronar por su cara sur o bien seguir nuestro trekking por el camino hasta la Carigüela, lugar donde encontramos el refugio-vivac con el mismo nombre. En esta ocasión nuestro paso se torna descendente por el llamado cilindro, donde incluso en verano no es raro encontrar neveros. Continuaremos con cuidado sobre los neveros, caminando siempre sobre la huella ya abierta.
Realizado ya el descenso, veremos que el sendero continúa aparentemente llano y a media ladera. A nuestra izquierda dejamos el pico Veleta por su cara suroeste, al otro lado se encuentra la laguna de Aguas Verdes de la cual nace el río Veleta. Continuamos nuestro paso por un tramo serpenteante que esquiva el Cerro de los Machos, uno más de los ‘tresmiles’ que forman el macizo. A la derecha dejamos los Raspones de Río Seco y entramos en un nuevo valle que en su parte central alberga la laguna de Río Seco, lugar donde se encontraba el derribado refugio de Félix Méndez, actualmente reemplazado por el refugio del Poqueira.
El sendero continúa muy claro y en poco más de media hora daremos con el refugio-vivac de La Caldera, llamado así por una curiosa laguna. En este punto nos sentiremos realmente en la alta montaña, pudiendo ver de forma engañosa y al alcance de nuestras botas el pico Mulhacén (3.482 metros). Si va a anochecer podemos pasar la noche en el refugio, aunque es probable que esté por encima de las doce plazas que alberga. Siempre cabe la posibilidad de vivaquear en los alrededores del mismo.
Desde La Caldera hasta coronar el Mulhacén nos espera el tramo más duro, pues el desnivel a superar es considerable: más de cuatrocientos metros de diferencia de altura. El sendero que nos guiará al techo de la península ibérica es muy evidente. Una vez en la cumbre, es bueno aprovechar y recuperar fuerzas. Desde aquí, distinguiremos fácilmente la Laguna de la Mosca, bajo la escarpada cara norte del Mulhacén. A nuestras espaldas y en un valle cubierto por un manto verde, nuestro próximo objetivo: Siete Lagunas.
En esta ocasión bajaremos por la Loma del Mulhacén en dirección a Siete Lagunas, visibles casi durante todo el trayecto. El descenso se realiza por la llamada Cuerda del Resuello, permaneciendo atentos pues el sendero no es muy evidente en alguno de sus tramos. Para no extraviarse, mejor no perder de vista las lagunas. Al final, y cercano a las lagunas, bajaremos por unas pedrizas por donde el sendero se ve claramente. Llegados a nuestro objetivo pasaremos la noche en Siete Lagunas, a 2.891 metros de altitud. Concretamente junto a la laguna más grande, llamada Laguna Hondera. En el caso de que haga mal tiempo hay un refugio natural junto a las Chorreras Negras, bajo unas paredes de pizarra.
Descenso a la Alpujarra
Tras dos días caminando llega el descenso a Trevélez, el pueblo más alto de nuestro país, que puede parecer más duro que la conquista de una alta cumbre.
Cruzamos al lado izquierdo del río conforme comenzamos la bajada, dejando a nuestra izquierda el vivac natural y a la derecha el río conocido con el nombre de Culo de Perro. El sendero desciende de forma muy visible, con un desnivel moderado intercalado por tramos con más pendientes. En la zona conocida como el dique del Vertedero el camino cruza el río, pasando a la orilla derecha. Poco a poco nos alejamos del río, continuando la senda por un trayecto más suave. En breve discurriremos por el paraje llamado La Campiñuela, llegando a una era con una construcción en ruinas. Más adelante pasaremos junto a la acequia Gorda, cruzándola en una ocasión por un pequeño puentecito, hasta llegar a una nueva alambrada que cerraremos tras haberla franqueado.
Pronto disfrutaremos de las vistas de Trevélez. Hasta el pueblo sólo queda un paseo de una hora. Cambiamos un paisaje cubierto por un verde frondoso, por el blanco de las casas estilo alpujarreño. Entramos en el barrio alto de Trevélez para descender por el entramado viario hasta la carretera que pasa bajo la aldea.