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Una bolera hormigonada abre el debate sobre la conservación de un bien de interés cultural: “Falta sensibilidad con nuestro patrimonio”

Bolera de Villabáñez tras las obras.

Blanca Sáinz

7 de noviembre de 2021 22:33 h

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Seis años después de que los bolos fuesen declarados Bien de Interés Cultural Inmaterial de Cantabria, el hormigonado de una bolera en Villabáñez, en el municipio de Castañeda, ha abierto la polémica sobre la conservación del patrimonio y el deporte autóctono. La denuncia, que vino de la mano del partido Cantabristas, pone de manifiesto que actuaciones como esta se están llevando a cabo en más lugares de la comunidad autónoma sin demasiado control sobre sus consecuencias: “Es una muestra más de la falta de sensibilidad de las instituciones con nuestro patrimonio”, indican desde la formación política.

Y es que la continua desaparición de las boleras trae irremediablemente consigo la progresiva desaparición de esta práctica que data de 1627, algo que tratan de frenar en la Federación Cántabra de Bolos, desde donde apuntan a que, pese a la subida de federados de este año, la tendencia en el número de inscritos sigue siendo a la baja. De esta forma, mientras en 2017 las licencias eran 2.407 en la comunidad, en 2019 ya fueron 2.109, y en 2020, quizá debido a la pandemia, este dato se redujo a 1.728, un número que creció levemente en 2021 hasta los 1.984 federados. Por este motivo, y de la mano del Proyecto Educativo Madera de Ser, la federación se ha propuesto como objetivo que “los escolares de Cantabria conozcan los aspectos culturales y sociales de los juegos de bolos”.

Es decir, lo contrario a lo que están haciendo algunos regidores municipales, según Cantabristas, quienes creen que estos “en lugar de reflexionar y atender a las causas del retroceso de la práctica de este deporte entre las generaciones más jóvenes, y promocionar y revitalizar este deporte autóctono, se está optando por destruir un patrimonio de gran valor y sustituirlo por plazas y lugares de hormigón y sin personalidad”.

Por su parte, el alcalde del municipio, Santiago Mantecón (PP), explicó hace meses en un Pleno la razón por la que se había optado por eliminar el espacio: “No se le ha dado ningún uso en los once años que yo llevo de alcalde”. En respuesta al hecho, el consejero de Cultura y Deporte, Pablo Zuloaga, señaló a través de su cuenta personal de Twitter que “cada vez que se pierde una bolera se pierde parte de nuestra esencia como pueblo”. Además, recordó que los bolos son Bien de Interés Cultural Inmaterial y que desde la Consejería cuidan “la relación con los ayuntamientos para fomentar el deporte y preservar las boleras”.

Precisamente, las cuentas del departamento de Zuloaga apuntan a que desde el Ejecutivo sí que se está promoviendo la conservación de las boleras. Así, en el 2019 el total de inversiones para este fin fue de 445.937,09 euros; en 2020, y debido a la pandemia, este número descendió hasta los 273.874,10 euros, y en lo que llevamos de 2021 el dato asciende a 340.339,01 euros. Es decir, en tres años las inversiones en boleras han supuesto a la Dirección General de Deportes más de un millón de euros, algo que el propio director general, Mario Iglesias, califica como “la mayor inversión de los últimos años”.

Sin embargo, según el informe de la Federación de Bolos de Cantabria, aún queda mucho por hacer, porque de las 405 boleras que hay inventariadas en las que se practica la modalidad del Bolo Palma (ocho están en otras comunidades), hay 18 abandonadas, 12 desaparecidas y 64 son recuperables pero se encuentran en estado de degradación. Desde Cantabristas ya se han solicitado “medidas para impedir que cosas como estas sigan sucediendo”, aunque las declaraciones del consejero del área no esclarezcan si se va a dar algún paso más para frenar este tipo de acontecimientos por tratarse de una competencia municipal.

No obstante, y tal y como indicaban desde Cantabristas, este no es el único caso que ha ocurrido en la comunidad, ya que en Castillo Pedroso, un pueblo perteneciente al municipio de Corvera de Toranzo gobernado por el Partido Regionalista de Cantabria, también se ha optado recientemente por construir un parque infantil en el lugar que ocupaba la bolera.

Santander, punto negro

Cabe recordar que hace unos años ocurrió algo similar en Santander, ya que después del 'boom' de los bolos de los años 80, su promoción paró en seco con el cambio de siglo y la fiebre del ladrillo. Así, el exalcalde de la capital cántabra y exministro, Íñigo de la Serna, se refirió a la eliminación de una bolera con palabras muy similares a las del alcalde de Castañeda y calificó al espacio como “infrautilizado” en un parque “sombrío y degradado”.

Este deporte, que se practica en la comunidad desde el siglo XVII y que está especialmente arraigado en las zonas rurales tiene varias modalidades: Bolo Palma, Bolo Pasiego, Pasabolo Tablón y Pasabolo Losa. Aunque el más extendido es el Bolo Palma, que también es calificado como el más complejo. La Federación Cántabra lo incluyó como disciplina federativa en agosto de 1941, y posteriormente se han ido incorporando las otras tres modalidades. Por este motivo, entre otros, el Bolo Palma es considerado por los historiadores como el más antiguo de los juegos de bolos de la comunidad .

En la actualidad, hay varias competiciones regionales así como concursos e incluso una liga, por lo que los equipos suelen tener boleras próximas en sus pueblos o ciudades. Estas, normalmente están cerca de iglesias y bares debido a que el deporte solía constituir un espacio de reunión para los vecinos del lugar, algo que ha cambiado en este tiempo ya que ahora suele ser practicado principalmente de forma profesional.

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