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'Combate en la Montaña': relato de la Guerra Civil entre Cantabria y Palencia

Combatientes nacionales en la cima del Cocoto, cerca de Barruelo. | Archivo Fernando Cuevas

Rubén Vivar

Es 14 de agosto de 1937. Entre 80.000 y 90.000 soldados del frente nacional avanzan desde Palencia y Burgos hacia la provincia de Santander, controlada por el bando republicano. En doce días, las tropas del general Francisco Franco, que cuentan con más medios humanos y materiales, logran hacerse con el control y poner fin a 13 meses de contienda.

Todo lo que acontece durante la Guerra Civil en las comarcas montañosas que dividen la comunidad autónoma de Cantabria y la provincia de Palencia ha sido recogido por el escritor Wilfredo Román Ibáñez en la obra 'Combate en la Montaña' (ediciones Aruz), que consta de dos volúmenes de más de 400 páginas cada uno, el último publicado recientemente.

Durante trece años, este licenciado en Historia y Periodismo ha llevado a cabo una ardua tarea de investigación en la que ha recopilado no solo documentos y fotografías históricas, sino también el testimonio de quienes vivieron en primera persona los enfrentamientos armados.

Precisamente, una de las características de 'Combate en la Montaña', explica el autor, es esa “doble perspectiva”. “No se trata solo de ser un diario de batallones en el que se describen los movimientos estratégicos, los aspectos militares y las principales ofensivas, que también lo es; pero muchas veces como mejor se entienden las cosas es a través de la vivencia de las personas”, apunta. 

Por ello, en la obra “toman la voz” los soldados que estaban en las trincheras, así como los paisanos de la zona. “Desde el ganadero al que le roban las vacas hasta las mujeres y niños que sufrían los bombardeos”, apostilla.

Tal y como recuerda Román Ibáñez, cuando en julio de 1936 estalla la Guerra Civil, Palencia queda en manos del bando nacional y la entonces provincia de Santander es dominada por los defensores de la República. Poco después, el límite entre ambos territorios se convierte en escenario de los primeros enfrentamientos armados, a los que sigue la formación de un frente que discurre por Liébana, Fuentes Carrionas, Cervera y Pernía, Polaciones, Campoo, valles de Santullán y de Olea, Aguilar, Valderredible y La Lora palentina.

Según describe el autor de esta obra, al comienzo de la guerra los bandos están formados por “entusiastas y voluntarios”, pero con el paso de los meses el enfrentamiento se va recrudeciendo -al igual que sucede en el resto de comunidades- hasta llegar a haber en la zona “entre 80.000 y 90.000 combatientes” por cada ejército.

Tras 13 meses de guerrilla, el 14 de agosto de 1937 las tropas de Franco toman la iniciativa y concentran las unidades más fiables de su ejército, iniciando la ofensiva que culminarían tan solo doce días después con su entrada en la capital santanderina.

Así, el primer volumen de 'Combate en la Montaña' comienza contextualizando la II República y abarca el periodo entre julio del 36 y febrero del 37, mientras que el segundo libro concluye contando cómo las tropas nacionales entran el 17 de septiembre en Tresviso, que había quedado como el último reducto republicano.

El motivo de haber publicado dos tomos distintos se debe a la cantidad de documentación que ha logrado acumular durante los 13 años de investigación. “La mayor dificultad no ha sido realmente encontrar la información, sino gestionar todo ese volumen ingente de datos y testimonios”, relata Román Ibáñez, que apunta que cuando empezó el trabajo pudo hablar directamente con soldados que habían estado en las trincheras y “por desgracia, todos ya han fallecido cuando ha salido esta segunda publicación”.

El escritor cuenta que “los relatos son muy coincidentes, tanto de un lado como de otro” y sostiene que “la gran conclusión es que las guerras son algo injustificable, una gran desgracia”. “En aquel momento todas las ideologías estaban a flor de piel y todo el mundo casi podía encontrar justificación para cualquier cosa, pero cuando pasa el tiempo y miras atrás te das cuenta de que eso no tiene ningún sentido”, añade.

A este respeto, pone como ejemplo que “hay episodios en los que uno de los bandos ataca para lograr una pequeña loma, y luego lo intenta recuperar el otro, y vuelven a contraatacar de nuevo los otros y… Al final de una jornada a lo mejor hay 10, 15, 20, 30, 40 muertos y más o menos la cosas han quedado como estaban”. “Te das cuenta de que en una guerra la vida humana no vale prácticamente nada”, incide.

Apoyo de Hitler y Mussolini

Sobre la rapidez con la que las tropas de Franco lograron hacerse con Santander, Román Ibáñez lo achaca a un “cúmulo de circunstancias”. Por un lado, el bando golpista tenía más hombres -el número de batallones eran algo más de 40 por 18 de los republicanos-, y luego “sus armas eran mucho más potentes y la aviación fue decisiva”.

En este sentido, contaban con el apoyo de los ejércitos de otras dictaduras, como la Legión Cóndor alemana y militares italianos de Mussolini, que todavía hoy tienen un monumento de homenaje en el Puerto del Escudo.

A ello, suma una “cierta pericia en la organización del ataque”, ya que “los republicanos plantearon su defensa en torno a las principales carreteras y vías de comunicación, y sin embargo las tropas de Franco lanzaron algunos de sus principales avances por las cumbres de la montaña, por la sierra que domina Campoo. Prácticamente accedieron sin ninguna oposición”. No obstante, este historiador matiza que “cuando hubo un encuentro de fuerzas más o menos equilibrado, ahí sí que los republicanos plantaron cara”.

“También hay que pensar -prosigue relatando Román Ibáñez- que aunque Santander quedó en manos republicanas, mayoritariamente el voto era favorable a la derecha”. “Llega un momento en el que los republicanos ya no pueden surtir sus tropas solo con voluntarios y hacen reclutaciones forzosas. En ese momento, incorpora a su ejército mucha gente que o no quiere estar en la guerra o directamente son de derechas. Esto explica que en el mes de julio y en los primeros días de agosto haya hasta 500 hombres que se pasaron al bando enemigo, que es casi un batallón”, apunta.

Además de documentar la historia, la “reivindicación última” de 'Combate en la Montaña' es que en la zona donde discurrió la guerra existe todavía un destacado número de restos, como trincheras, refugios antiaéreos, parapetos o barracones, “en total estado de abandono”. “La singularidad de este frente es que transcurre en gran parte en la montaña y hay construcciones muy atractivas que son una lección del pasado y suponen en sí mismas un recorrido, un aliciente al paisaje”, concluye el autor.

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