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Entrevista Henar Rebollo y Juan Antonio Sanz, jefes de Medicina Preventiva

“Vacunarse contra la COVID podría terminar siendo un requisito igual que cuando te vas a otro país y te exigen ponerte una vacuna para entrar”

José Antonio Sanz y Henar Rebollo con el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez.

Blanca Sáinz

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Cantabria celebró hace unos días el Congreso Nacional e Internacional de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene donde participaron multitud de expertos en la materia para hablar, entre otras cosas, del futuro de su especialidad, la COVID-19 y sus redes de trabajo. Entre todos los ponentes también estuvieron representantes cántabros como la jefa del servicio de Medicina Preventiva del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, Henar Rebollo, y su homónimo en el de Laredo, Juan Antonio Sanz, y elDiario.es aprovechó para preguntarles por algunas de las cuestiones que más están en el candelero desde que la pandemia apareció en nuestras vidas.

¿Qué conclusiones han sacado de este Congreso tan centrado en la pandemia?

Juan Antonio Sanz (JA): Yo creo que no ha sido un Congreso centrado en la pandemia, ha sido importante y ha dado motivo a una conferencia inaugural muy interesante, pero no ha sido ni mucho menos centrado en la pandemia. La Sociedad tiene muchas redes de trabajo que actúan sobre diferentes temas y se ha tratado sobre todos ellos. Sí que es cierto que la pandemia sí que ha tenido un puesto relevante, pero no ha sido ni mucho menos monográfico de ella.

Henar Rebollo (HR): En el saludo del Congreso quisimos reflejar eso. En un primer momento, la conferencia inaugural la da Fernando Simón porque, claramente, nuestro trabajo ha estado muy condicionado a la COVID y queríamos sacar todo lo bueno que se puede sacar de una pandemia y contar nuestras experiencias. Pero a la vez, queríamos retomar los proyectos que teníamos como Sociedad, como servicios individuales… Porque hay que seguir tirando con nuestros proyectos. Ha habido charlas que tienen que ver con la pandemia, pero las mesas principales son las redes de trabajo que tiene la Sociedad con temas muy diversos.

¿En qué ha cambiado la Medicina preventiva a raíz de la COVID?

HR: Nos hemos dado cuenta de que la gente ya sabe lo que es la medicina preventiva, y eso es un logro: solo que sepan que existimos. Pero trabajando pues nos trastocó todos nuestros programas de trabajo porque una pandemia es fundamentalmente un trabajo de personas que se dedican a lo nuestro. Hay que intentar contener la epidemia, dar una serie de normas… Nosotros no hemos trabajado en primera línea, pero hemos trabajado más que nunca, fines de semana y sin descanso.

JA: Y desde luego, ha sido relevante el cambio de la estructura del trabajo del día a día de nuestros servicios. Aparte de que nos ha puesto en el escaparate de la sociedad, y el trabajo ha cambiado absolutamente porque lo prioritario han sido todas las medidas relacionadas con nuestro servicio y la pandemia. Lo demás se ha seguido haciendo en la medida en que se ha podido, pero lo urgente y lo relevante era actuar sobre la pandemia a través de los rastreos, sobre los controles de higiene y desinfección, sobre las vacunaciones… Eso, la pandemia, era lo primero, lo prioritario y lo del día a día.

¿Había cultura preventiva en España antes de que llegase el coronavirus?

HR: No solamente no ha habido cultura, porque la cultura también se hace en la población, es que no ha habido inversión ni se le ha dado el papel relevante que tiene. Lo que se hace en los sistemas de salud es apoyar mucho la medicina curativa, pero la preventiva ha sido la hermana pobre… Y cuando ocurren estas cosas es cuando verdaderamente, no solo la población, sino los propios servicios de salud se dan cuenta de que eso no es una idea sostenible, sino que hay que pensar que no solamente es curar, que también, pero que lo mejor de todo es que ni siquiera haya que curar porque no ocurra.

JA: Con la vacunación, por ejemplo, nos estamos dando cuenta de que la población española es muy receptiva y está muy a favor de la vacunación y por ese motivo estamos alcanzando unos niveles muy altos de vacunación. Dentro de esas medidas preventivas hay algunas que la población no las asume como suyas o no las conoce, pero con otras como la vacunación sí que hay una visión optimista y de credibilidad de que va en beneficio de la propia sociedad.

¿Y cómo ha gestionado Cantabria esta etapa? ¿Ha sido favorable estar en una comunidad pequeña?

HR: La incertidumbre del principio la hemos sufrido todos en menor o mayor grado, pero sí que creo que nosotros hemos sido privilegiados. Al principio, más que faltar cosas lo que había era descontrol porque teníamos que empezar a organizar todas las medidas. Creo que se ha gestionado bien porque somos una comunidad pequeña y no hemos tenido grandes problemas, pero sí que hemos pasado momentos muy malos. Hemos llegado a tener 11 plantas de hospitalización con pacientes COVID, hemos tenido que aumentar el número de UCIs, pero lo hemos podido hacer. Con esfuerzo, con dedicación, pero se ha podido.

JA: Uno de los miedos en una pandemia es el colapso del sistema sanitario, y yo creo que este riesgo de colapso aquí no hemos llegado a vivirlo. Sí que se ha podido vivir en otras comunidades autónomas, pero en Cantabria no: en general, no se ha vivido ni el colapso ese inicial que se vio en la televisión de los profesionales con las bolsas de basura como trajes, ni hemos vivido el colapso de las camas en los pasillos teniendo en cuenta que ha habido muchísimos pacientes ingresados. En mi hospital, el de Laredo, hemos tenido la mitad de las camas ocupadas con pacientes COVID, que eso es una barbaridad, pero no nos ha supuesto un colapso. Sí que hemos habilitado recursos adicionales y así hemos podido abordarlo. En ese sentido, sí que hemos sido una comunidad privilegiada porque hemos salido adelante con mucho esfuerzo y con mucho trabajo, pero hemos salido.

¿Cómo dirían que ha evolucionado el típico: “Me da miedo ir al hospital por si cojo cualquier enfermedad”?

HR: En un primer momento la pandemia ha acrecentado el miedo a ir a los hospitales, pero nos facilitó mucho las cosas a la hora de reorganizando, pero como todas las cosas se ha ido perdiendo un poco. De hecho, hemos tenido que recordar a las autoridades sanitarias que a su vez recordasen a la población que no se podía seguir visitando a los pacientes como antes, porque estábamos en una situación de pandemia y en los hospitales tenemos que tratar de que no hagan de difusor de la pandemia. Mi sensación es que en un principio sí, pero luego yo creo que la gente ya ha perdido el miedo. Y de forma general, no solo hablando de la pandemia, es cierto que esa frase se oye a menudo, pero a eso es a lo que nos dedicamos los servicios preventivos: a tener los hospitales en condiciones para que no se produzcan transmisiones, porque es un lugar que está lleno de pacientes. Por eso también aprovecho para decir que cuando alguien llega a un hospital y se encuentra con unas normas que a lo mejor no le gusta mucho, que todo es encaminado a proteger a los pacientes que tenemos dentro, a los profesionales y a que no haya transmisión. Nosotros tenemos todo controlado: el aire, el agua del hospital, el ambiente de los quirófanos… Todo para evitar propagación de las enfermedades.

JA: Trabajamos para que los hospitales sean entornos seguros y que den seguridad a las personas. Sí que ha habido miedo al principio, un miedo que ha sido negativo porque también ha atrasado el diagnóstico del tratamiento de enfermedades graves, que esas no han dejado de existir. Y por desgracia, en los hospitales aún tendremos que tener unas medidas destinadas a conservar esos entornos seguros durante un tiempo, ya que es la única manera de que la actividad pueda seguir con seguridad para los profesionales, para las personas que vienen al centro y para que se produzca la actividad asistencial de una manera normalizada dentro de lo que nos permiten las normas.

¿A qué se debe que un porcentaje de la población siga negándose a la vacuna?

JA: El núcleo de personas que menos se está vacunando está siendo el grupo de personas de entre 20 y 40 años, y eso ha sido común a todas las comunidades. Uno de los problemas es que ese grupo no ha percibido un riesgo especial al hecho de no vacunarse porque no han vivido el sufrimiento muy de cerca. Luego, esas personas tampoco han percibido un beneficio claro por vacunarse aparte del sanitario, refiriéndome a la utilización del Pasaporte COVID o algo así. Y luego hay temas puntuales como problemas de accesibilidad a la vacuna por tema laboral... Además, uno de los responsables de la red de vacunas de la Sociedad comentaba antes conmigo que en este grupo de población se encuentran núcleos de personas, normalmente inmigrantes, que por motivos culturales tienen un rechazo importante hacia todo lo que viene de la administración, como una especie de desconfianza. Y eso ha influido porque, como ese grupo de personas inmigrantes pertenece mayoritariamente a ese rango de edad, lo que se ha hecho es reducir el porcentaje de vacunados en ese tramo.

HR: Yo quiero añadir que también creo que ha influido bastante la sobreinformación que ha habido desde un primer momento por parte de los medios de comunicación. Igual que nosotros en un principio tuvimos un caos organizativo, creo que los medios también en un principio tampoco sabían muy bien a quién preguntaban. Se empezaron a desarrollar vacunas a una velocidad más elevada de lo que se hace normalmente, e incluso a nosotros nos costaba asimilar en nuestros medios técnicos y científicos cómo se iban produciendo las cosas, y creo que a veces se daban informaciones contradictorias. La sobreinformación, si no está bien cimentada con verdaderos expertos puede llegar a confundir.

JA: Hemos tenido un exceso de expertos en vacunas y todo el mundo daba opiniones y dentro de esos expertos, había gente que tenía un conocimiento muy escaso sobre la vacuna.

¿Y qué opinan de la vacunación obligatoria?

JA. La vacunación obligatoria en España no es viable porque el marco normativo lo dice así, y creo que la obligación probablemente genere más rechazo. Visto desde lejos, se puede ver como una medida buena respecto a que todos tenemos que colaborar para conseguir esa inmunidad de grupo, para proteger a los más sensibles… pero probablemente las obligaciones al final pueden causar un efecto rebote y generar rechazo en la población. Así que creo que es mejor incidir en la educación y concienciar de los beneficios de la vacuna por encima de las obligaciones.

HR. En el momento actual la vacunación no puede ser obligatoria porque no hay legislación que lo avale. Sí es cierto, y esto es mi opinión personal, que en algunos casos o tareas podría llegar a ser un requisito igual que cuando te vas a otro país y te exigen ponerte una vacuna u otra para entrar. Y, o te la pones o no vas, porque tienes que presentar el papel. Ese tipo de requisito, que no es obligatoriedad, puede que llegue si seguimos en unas circunstancias como las actuales.

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