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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Vox se escribe con V de violencia

8 de febrero de 2021 22:28 h

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Vox recoge el odio que siembra, pero no nos equivoquemos, eso es precisamente lo que busca. En un doble sentido. Les encanta odiar tanto como ser odiados porque ambas son formas de atraer votos. Agitan el odio al inmigrante pobre o al nacionalista catalán para atrapar al votante españolista xenófobo y les conviene el odio que generan entre independentistas y antifascistas porque les convierte en mártires de una persecución que moviliza a su favor a la parte contraria. Nada conviene más al que siembra la tempestad que las tempestades. 

Nada les conviene más que los altercados con los que fueron despedidos en Vic. Es a lo que van a los feudos más catalanistas, a por la gresca, a conseguir la foto de la violencia contra ellos para poder presentarse como víctimas y mostrar al rival como intolerante. La misma táctica “monta pollos” que ya utilizara Ciudadanos cuando iban a los núcleos vascos y catalanes más independentistas. Es perfecta para sus objetivos porque le dan la vuelta a la tortilla. Ellos son los demócratas, los violentos son los otros. Es la misma estrategia que utilizan en redes y en la prensa, la que viene utilizando la ultraderecha desde el nazismo hasta Trump. La provocación constante para victimizarse, conseguir foco, monopolizar el debate, aglutinar simpatías y desfigurar al oponente. En el río revuelto, pescan votos. 

Por eso hay que evitar caer en esas provocaciones. Cuando Ortega Smith dice en Vic que las esteladas son “trapos estrellados” está encendiendo la mecha para después poder llamar “sucios y totalitarios” a quienes les increpaban y lanzaban objetos. Desatan las bajas pasiones de los propios y los ajenos para nazificar la política. Para convertirnos a todos en turba vociferante y el debate en combate. Al fascismo no se le combate con su mismo odio sino con democracia, igualdad, justicia social e indiferencia. Al fascismo se le combate rebatiéndole.

Responder a la ultraderecha con los métodos de la ultraderecha es caer en su trampa y hacerles el juego tanto como se lo hacen los medios que los normalizan y blanquean. Hay en Cataluña discusión sobre si la prensa debe darles tanta cobertura como al resto de formaciones que tienen representación en el parlamento catalán. No creo que haya que evitar hablar de ellos cuando son noticia, pero sí cuando fabrican la noticia. No creo que se les deba silenciar, pero tampoco amplificar. Hay que ignorar sus insidias cuando sólo pretenden llamar la atención y contestarlas con hechos y razones cuando inoculan veneno. Se debe informar con perspectiva democrática como con perspectiva de género. Informar es también formar. Los periodistas no podemos ser neutrales ante el odio.  

Rechazo toda violencia contra un partido, aunque sea de ultraderecha, porque cae en los mismo que dice rechazar. La rechazo porque creo en la virtud de las reglas democráticas que nos hemos dado y que con esas reglas se debe derrotar a quienes se apartan de ellas. También porque esta violencia oculta la otra: la violencia de Vox contra mujeres, homosexuales, inmigrantes pobres, menores no acompañados, familias vulnerables. Violencia es Abascal leyendo en un mitin apellidos musulmanes de personas que reciben ayudas a la vivienda mientras sus seguidores abucheaban. Violencia es la ultraderecha criminalizando a niños y adultos inmigrantes. Violencia es negar la violencia de género. Violencia es negar protección al colectivo LGTBI+. Violencia es llamar okupas a personas sin recursos. Vox se escribe con V de Violencia.

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