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REPORTAJE

El azafrán de la Mancha, ¿en peligro de extinción?

Cosecha de azafrán

Pilar Virtudes / Francisca Bravo Miranda

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La Denominación de Origen Azafrán de La Mancha y los cultivadores están alertando en los últimos días del grave peligro de desaparición que vive el cultivo del azafrán de La Mancha, uno de los más tradicionales y ligado a la cultura y a la historia de los territorios de la región.

Los productores ponen el foco en la disminución de hectáreas en los últimos años y lo cierto es, que según los datos que ofrece la Denominación de Origen, las hectáreas destinadas a este cultivo en Castilla-La Mancha acogidos a la DO eran en el año 2014 poco más de 73.000 y fueron subiendo hasta alcanzar las 132.000 hectáreas en el año 2019. Sin embargo, desde entonces hasta ahora la superficie ha vuelto a disminuir hasta las 108 hectáreas contabilizadas en 2022, un 10% cada año.

Uno de los problemas del azafrán, como ya apuntaba el gerente de la DO, Pedro Pérez en la pasada rueda de prensa, es que “nunca se ha tomado en serio como un sector agrario”. La gente tradicionalmente cultivaba azafrán porque era una ayuda a su trabajo o para la economía familiar, tenía sus pequeñísimas plantaciones de 1000 metros o 2000, nadie tenía hectáreas.

Pedro Pérez, gerente de la DO: El azafrán nunca se ha tomado en serio como un sector agrario

Esto ha hecho que el azafrán esté poco mecanizado, es un cultivo completamente manual, casi artesanal, y que necesita mucha mano de obra sobre todo para la recogida y monda de la flor, si bien también los productores afirman que es un cultivo rentable. Anastasio Yébenes, presidente de la Cooperativa Bioazafrán que sólo produce azafrán ecológico, señala que este año los precios están en torno a los 4.500 euros/kilo el convencional y a 5.000 euros el ecológico, cotizaciones por encima de las de los últimos años.

Para conseguir un kilo de azafrán se necesitan entre 150.000 y 250.000 flores que, tras ser recogidas a mano, se tienen que extraer sus tres estigmas del pistilo (lo que se denomina monda de la flor). De cada bulbo que se planta en una buena temporada de siembra se pueden obtener una docena de flores, pero evidente, las condiciones climáticas también influyen. Sin ir más lejos, en la pasada temporada, los picos de calor impidieron que la diferenciación floral en el bulbo se desarrollara normalmente y se obtuvo una cosecha muy baja, unos 346.000 kilos, cuando la media de los últimos años está casi en los 600.000, una disminución en la producción que también está alarmando a los productores.

Anastasio Yébenes, señala que, este cultivo que “siempre se ha denominado el cultivo de los pobres”, arrastra varios problemas, como por ejemplo la escasa dimensión de los productores, todos muy pequeños puesto era un cultivo complementario, en escasas ocasiones era el principal.

Además, al ser un cultivo pequeño no se ha desarrollado ni la investigación ni la mecanización de los procesos y no se dispone de bulbos certificados. “Necesitamos muchas cosas, mecanización, regularizar la producción de bulbo para que haya un bulbo certificado para poder tener seguridad sanitaria a la hora de plantar una hectárea que cuesta mucho dinero. Si no hay ayuda para que el cultivo sea rentable tampoco se puede invertir en mecanización”, señala.

“El cambio climático tampoco ayuda porque se necesita mucha investigación. Se necesita pensar en los sombreados para paliar la altas temperaturas, para eso se necesita más inversión y no podemos pretender que familias con pequeñas plantaciones hagan esto, porque es imposible si no se les ayuda como en Andalucía, donde su bandera tradicionalmente no es el azafrán como la nuestra y, sin embargo, se está poniendo en manos de jóvenes agricultores 90.000 euros por hectárea nueva de azafrán que plantan, lo que cubren el total de los costes”, asegura.

Y, sin embargo, el azafrán DO La Mancha tiene una excelente comercialización en los mercados. Tanto Anastasio Yébenes como la propia Denominación, aseguran que lo tienen todo vendido en los mercados y venderían mucho más si hubiera producción porque es un producto con un excelente calidad y muy valorado en otros países.

“Sólo nos acordamos en campaña”

Isabel Almansa es una de las caras de Azafrán 1994, una empresa familiar y artesana, situada en Madridejos. Lo tiene claro, el problema que vive el azafrán, aparte de la “producción irrisoria” es que “nadie se preocupa por el azafrán”. Almansa nos entiende, de hecho, mondando flores. “Es un cultivo muy sacrificado, que da muchísimo trabajo y la gente se ha acomodado con otros trabajos”. Recuerda que, en el caso concreto de Madridejos, resultó “muy sencillo” ir a trabajar durante la semana a Madrid y Toledo y ya no tener que dedicarse al azafrán durante el fin de semana. 

Para ir luchando contra las adversidades, la empresa familiar se ha dedicado a innovar creando productos gourmet con el azafrán, como queso, miel o aceite con el oro rojo. No podían limitarse a la producción, sino que el negocio tenía que ir más allá. “El azafrán es muy versátil y da lugar a ello. Además, no podemos vivir sólo de la producción, porque es muy sacrificado”, resalta. 

Es por esto, insiste, que cada vez hay menos productores. “Cualquier otro producto agrícola se ha mecanizado, pero en este caso no se puede porque debe ser todo manual”, explica Almansa. “Necesitamos mano de obra y es imposible de encontrar. Son muchos factores”, resalta. Por otro lado, critica que, en general, medios de comunicación, administraciones e instituciones se “olvidan” del azafrán con la excepción de los 15 o 20 días de campaña.

"Y hablamos de un cultivo que es prácticamente exclusivo de Castilla-La Mancha. Pero sólo nos acordamos cuando es campaña, y durante el año nadie lo hace. No hay cultura ni se le conoce

“Y hablamos de un cultivo que es prácticamente exclusivo de Castilla-La Mancha. Pero sólo nos acordamos cuando es campaña, y durante el año nadie lo hace. No hay cultura ni se le conoce”, lamenta Almansa. Por ejemplo, recuerda que, en 2021, la producción llegó sólo a los 450 kilos, algo que es “irrisorio”. “Somos el mayor exportador de azafrán y no lo producimos”, critica.

Pero ella y su familia lo tienen claro. No van a parar y seguirán luchando para ser embajadores en su tierra del cultivo. “Es una tradición familiar que hemos llevado más allá”, recalca. Con la calidad “por encima de todo”, que es la premisa de su empresa.

“Ha cundido el desánimo”

También, desde la cooperativa Azafrán Español que lleva funcionando pocos años lamentan que en general la situación de los últimos años ha sido mala. “A lo mejor ha coincidido todo en la peor época, pero en el último ejercicio estamos paralizados y no se ha hecho prácticamente nada por la poca producción”, resalta Jesús, miembro de la cooperativa. Explica que las grandes envasadoras intentan “acumular” la producción básica con tiempo de antelación.

“A nivel particular, como productor, llevamos ya tres años en el que prácticamente no se ha cogido nada”, asevera preocupado. Y cuando dice nada, es nada, insiste. “Hemos tenido problemas climáticos, nos han atacado ratones y conejos que se han extendido por donde no ha habido tradicionalmente”, señala. “En cierta manera, nos ha cundido el desaminó, porque cuando una producción no va bien, acarrea más problemas”. Explica que el azafrán como cultivo no desaparecerá del todo, pero sí en sus aspectos más tradicionales, como cuando se utilizaba para que sirviese de ayuda a la economía familiar.

Un Plan Integral para los próximos 5 años

La Denominación de Origen y los productores piden un plan integral que comprometa una inversión de 18 millones y medio de euros en cinco años “para que el cultivo se revitalice” y llegar al medio millón de hectáreas. “Hemos hecho un plan, un plan de 18 millones medio para un periodo de 5 años en el que lograríamos tener 500 hectáreas nuevas en producción y revitalizar el cultivo que es necesario para poder tener dinero suficiente, para ser rentable y poder invertir en mecanización”, señala Anastasio Yébenes. Proponen ayudas directas para las nuevas plantaciones. “Le hemos pedido 25.000 para la nueva plantación y 5000 de mantenimiento anual durante 5 años”, con el fin de aumentar la producción y poder mecanizar los procesos. “En el momento que pudiéramos mecanizar la monda esto iría mejor, pero estamos hablando de robótica, máquinas de muy alta precisión y con un coste elevadísimo que nadie puede afrontar por libre”, asegura.

Lanza incluso la idea de, “con ayudas públicas invertir en una máquina para mondar. Podemos dar la opción de que sea la propia administración quien la gestione través de la propia DO y que todo el mundo tenga acceso a esa mecanización, es decir, disponer de un centro de transformación, pero se necesita que haya un incentivo público”, opina.

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