El “brutal sedentarismo” entre los mayores durante el confinamiento: estudiar sus efectos para planificar políticas de salud pública
Ansiedad, estrés, depresión, son algunas de las posibles consecuencias psicológicas que ha tenido el encierro en la población en general. Pero, ¿qué pasa con los efectos físicos? “Ya sabemos que la obesidad infantil, por ejemplo, que ya era un problema grave, ha aumentado tras los meses de confinamiento. Pero lo que no sabemos es exactamente qué ha pasado con la población mayor”, explica Ignacio Ara, profesor de la UCLM de Ciencias del Deporte y uno de los investigadores que lidera el estudio 'Impacto del confinamiento domiciliario del Covid-19 sobre la salud de los adultos mayores: un “experimento natural” en España', que cuenta con el apoyo financiero de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
La investigación debió primero ser financiada por los mismos investigadores, ya que no entró dentro de la convocatoria urgente anunciada por el Instituto Carlos III, a la que se presentaron 1.500 proyectos para hacer frente al impacto económico y social de la pandemia del coronavirus. El equipo al que pertenece Ara, y en el que también participa ahora personal del Complejo Hospitalario de Toledo, decidió sin embargo seguir con su objetivo: conocer los efectos de los meses de confinamiento entre la población mayor. Ya contaban con una ventaja: haber sido cohortes de los cerca de 1.500 encuestados en años anteriores, a los que han monitorizado de manera regular en los últimos años.
99 días en casa
“La idea era ver qué les pasaba antes del confinamiento, durante, y ahora, que ya no estamos encerrados. Lo que nos queda es ver ahora si los efectos que ha tenido el sedentarismo ahora que se cumplen tres o cuatro meses de estos meses, ver si han podido recuperarse tras estos 99 días en casa”, explica el docente. Ahora, la Junta de Comunidades ha decidido financiar la segunda parte del proyecto, ya que contaba con una evaluación positiva del Instituto Carlos III, aunque no fuese seleccionado para la convocatoria nacional “porque tenían otras prioridades como buscar vacunas, protección y formas de parar el contagio”. De este modo, la Dirección General de Universidades contactó con el equipo para que el proyecto siguiese en marcha. El coste es de poco más de 30.000 euros.
Ahora, sólo les queda volver a llamar a las 1.500 personas mayores encuestadas para preguntarles qué les ocurre tras el confinamiento, con un cuestionario de unas cien preguntas. “La hipótesis del trabajo es si se ha reducido el nivel de actividad física, si ha aumentado este sedentarismo, que ha sido brutal, pues han aumentado otros malos hábitos como el consumo de tabaco o alcohol, o comidas más procesadas”, señala Ara. Además, se enfocará especialmente en aquellos más vulnerables dentro de la población de mayores, como aquellos con menos nivel de estudios, si viven solos o si tienen viviendas más pequeñas.
“Hablamos de personas que a lo mejor tenían la fuerza justa para levantarse de una silla, o para subir las escaleras. Y al estar tan cerca de esta fragilidad, o de la discapacidad, pues ahora a lo mejor se han vuelto dependientes tras haber sido autónomos”, señala el docente. Ara señala que el estudio se convierte en “potente”, ya que se cuenta con la información previa al confinamiento, y también durante el mismo, porque permitirá ofrecer una imagen real de las personas, para ver si se han recuperado. “Es difícil obtener este tipo de información, no existen trabajos científicos así”, señala.
¿Cómo es su calidad de vida?
Las preguntas se basan en variables que se han seguido de manera histórica entre las personas, por ejemplo, cuántos minutos al día o cuántas horas seguidas han estado sentados, si tienen miedo, o si se sienten solos. Los investigadores involucrados, de los que ahora sólo quedan dos pues deben estar ligados a Castilla-La Mancha para poder paritcipar de la financiación, han trabajado durante los últimos diez años con los encuestados de Toledo y localidades de los alrededores. “Ahora la idea es ver cómo se encuentran tras el confinamiento, si han recuperado su actividad física, mejorado su sueño o si están teniendo problemas serios”, afirma. El problema de los mayores, señala, es que el margen de reacción para la mejora es “pequeñito”, en comparación, por ejemplo, con los niños. “Son vulnerables y por eso buscamos datos objetivos no interpretables, sino saber qué porcentaje de personas están sufriendo problemas”.
El objetivo final de este estudio es poder diseñar políticas de salud pública y enfrentarse, por ejemplo, a cuántas personas se han vuelto dependientes tras haber sido autónomos y que, por culpa del confinamiento, ya no pueden salir a la calle. “Este tipo de personas necesitarían políticas fuertes de readaptación y fortalecimiento para que pudiesen ser independientes de nuevo. Sin planes específicos que detecten estos problemas, no se pueden realizar estas políticas. Tenemos que recoger información para revertir las consecuencias negativas del confinamiento en las personas mayores”, explica.
La importancia de luchar contra el sedentarismo
Ignacio Ara señala que es “muy importante” hacer entender a la gente lo que puede suponer ser sedentario. “La inactividad provoca problemas de salud, sabemos que hay que romper el sedentarismo. En futuros escenarios en los que hubiera que confinar a las personas, tenemos que concienciar contra este problema”, recalca. En el caso de los mayores, se sabe que pasan cerca del 70% de su tiempo en conducta sedentaria, “por lo que es probable que haya aumentado durante el confinamiento”. En este sentido, señala que se debe concienciar a las personas en estrategias para romper el sedentarismo y para moverse más: “Contra el deterioro cabe hacer rutinas y aumentar la actividad física”.
El aumentar el movimiento, también tiene beneficios psicológicos, explica, ya que mejora la autoestima y la socialización, algo que también tratan en el estudio, con preguntas relacionadas con la ansiedad, el estrés, el sueño o una posible depresión. “Con el estudio podemos ver qué se puede revertir, y conocer los cambios potenciales que se acentúan más entre los más mayores, porque no es lo mismo una persona de 65 o de 80 años”, recalca. Los datos, además, abarcan también poblaciones más pequeñas, de menos de 10.000 habitantes del consejo judicial de Toledo.
Investigación sobre envejecimiento
Ara destaca finalmente que Castilla-La Mancha es una de las comunidades autónomas “más destacadas” en investigación sobre envejecimiento activo, especialmente dentro de lo que concierne al Instituto Carlos III de Madrid. “Tenemos mucha investigación científica y lo hemos podido implantar a nivel hospitalario y epidemiológico. Esta interdisciplinaridad entre la Universidad y el Complejo Hospitalario es un ejemplo a imitar”, finaliza.
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