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La primera catedrática española como símbolo de la igualdad de género

Atienza, Guadalajara

Francisca Bravo Miranda

Un instituto de Salamanca y el salón de claustro de la Universidad de la ciudad comparten el mismo nombre, Lucía de Medrano. Se trata de una manera “errónea” de denominar a la alcarreña Luisa de Medrano, original de la villa de Atienza en la provincia de Guadalajara, una mujer proveniente de una familia vinculada a la corte de Isabel la Católicay y a quien se le conoce dentro del grupo de las 'puellae doctae', grupo de mujeres del Renacimiento reconocidas por sus conocimientos por sus contemporáneos. Sin embargo, en Castilla-La Mancha no se encuentra ningún reconocimiento actualmente a la mujer que ha sido señalada como la primera catedrática de toda Europa.

Y este es uno de los principales motivos que ha llevado al Instituto de la Mujer regional a nombrar el primer premio Internacional a la Igualdad de Género con su nombre, eso sí, sin errores. La institución pretende celebrar a la primer mujer española que dio clases en una universidad europea, sustituyendo nada menos que a Antonio de Nebrija, en Salamanca. Y todo, según el Instituto sólo con 24 años, un dato que han señalado como “valioso” y que confirma la implicación de las mujeres en la Educación en el renacimiento.

El Instituto ha anunciado que el pionero Premio a la Igualdad de Género llevará este nombre como una forma de recuperar a las mujeres olvidadas de la historia, para que se tenga siempre presente el papel que tuvieron en la construcción de la sociedad actual. Así lo señala Araceli Martínez, directora del Instituto de la Mujer, quien afirma que era una convicción fuerte recuperar los aportes del conocimiento, la ética y las acciones femeninas. “Creemos que para saber dónde estamos y quienes somos es importante conocer quienes hemos sido en la comunidad”, señala.

Entre los compromisos que ha asumido el Instituto para la actual legislatura, y también dentro del Plan Estratégico para la Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres de Castilla-La Mancha, se encuentra la necesidad de crear referencias femeninas del pasado, y también del presente, para que mujeres y hombres castellano-manchegos puedan verse reflejados en ellos. “Tenemos que saber que muchas han sido las que han aportado al progreso de la sociedad y que también hay mujeres en ámbitos en los que a veces nos vemos infrarrepresentadas, como la ciencia, el espacio y la investigación, ya sea empírica o social”, asegura Martínez.

Martínez cita el caso de Mabel Lozano para explicar por qué a veces la falta de referentes puede llegar a limitar a las mujeres en su búsqueda del éxito y la superación. “Ella nos ha explicado que siempre quiso ser cineasta pero que creía que las mujeres sólo podían ser actrices o, quizás, guionistas, y que las pocas referencias hacían que le costara pensar que podía serlo”, relata la directora. “Esto ilustra como los obstáculos nos impiden llegar en igualdad de condiciones a lo mismo que los hombres”, asegura. Hoy Mabel Lozano es una de las cineastas más reconocidas del país.

Luisa de Medrano como la confluencia en pos de la igualdad de género

Es por esto que la figura de la alcarreña es tan importante y ha sido elegida para nombrar al premio. “Es una mujer muy interesada olvidada injustamente”, asevera Araceli, quien señala que se necesita también un reconocimiento dentro de la Comunidad Autónoma que la vio nacer. Mucha de la información acerca de la vida de Medrano se ha destruido o perdido, lo que la hace también una figura muy “enigmática”, ya que sólo se cuenta con testimonios “indirectos” para recordar su legado. “Es algo sorprendente que una mujer ejerciese una cátedra en un momento en que las mujeres ni podían ir a la Universidad”, asegura.

El I Premio a la Igualdad de Género es una manera de homenajear a la sabia y también una manera de crear un arquetipo para englobar y ayudar a las mujeres a reflejarse en su sabiduría y en su independencia. “Es fundamental, especialmente por los valores asociados a su figura”, señala Araceli Martínez. Las categorías son variadas, primero a nivel provincial, donde se mantienen los reconocimientos que se han dado de manera histórica el 8 de marzo, pero también con otras que incluyen a los medios de comunicación. “Es esencial su participación en la prevención de la violencia de género y en la construcción de una sociedad más igualitaria, así como una visibilización de las mujeres”, explica Martínez.

Finalmente, el premio cuenta con una categoría internacional, con una dotación de 15.000 euros, a la que pueden acceder tanto personas como entidades que hayan destacado de manera “ampliamente reconocida” y que gocen también de prestigio en el ámbito de la igualdad. En 2016, el premio a título póstumo fue otorgado a Soledad Cazorla, y los fondos fueron a la fundación del mismo nombre para niños y niñas hijos de las víctimas mortales de violencia de género. Sin embargo, el Instituto aboga porque sea un jurado y o un decreto, el que otorgue el premio.

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