Blog dedicado a la crítica cinematográfica de películas de hoy y de siempre, de circuitos independientes o comerciales. También elaboramos críticas contrapuestas, homenajes y disecciones de obras emblemáticas del séptimo arte. Bienvenidos al planeta Cinetario.
‘Loreak (Flores)’, de José Mari Goenaga y Jon Garaño: ‘Soledades cruzadas’
Meses después de las nominaciones por sorpresa que obtuvo en la última edición de los Premios Goya, 'Loreak (Flores)' ha disfrutado en las últimas semanas de una merecida segunda vida gracias a su elección como representante española para optar a la nominación en los Oscar. Nos resulta imposible saber si la Academia de Hollywood sabrá apreciar elenorme diamante que esconde esta película. Por eso quizás también nos es indiferente el resultado. Simplemente nos gusta que haya remontado su vuelo discreto y silencioso en las salas de cine, armada tan solo con su sencillez y sinceridad visual. Rodada en euskera y amada por un público que no ha dejado de admirarla tras todo este tiempo, esta película del tándem Goenaga-Garaño respira esa honestidad de los melodramas humildes, tan necesarios como difíciles de encontrar.
Sucede aquí que las flores se convierten en el punto de unión de tres mujeres. Ane (Nagore Aranburu) las recibe cada semana en su casa, a la misma hora y de un admirador anónimo. Y le gusta. Le gusta tanto que apenas puede explicar todo lo que supone para ella. Ni siquiera a su marido, que no entiende su leve sonrisa y satisfacción. Por eso se las lleva siempre a su oficina, un barracón en unas obras, donde las cuida y las contempla. Por allí trajina en grúas y andamios Beñat (Josean Bengoetxea), que vive con su pareja (Itziar Ituno) y su hijo. Su mujer también persigue un misterio en forma de flores: las que alguien coloca semanalmente en la curva de una carretera, un hecho que también confluye con la memoria perdida de su suegra (fantástica Itziar Aizpuru).
Flores por todas partes. No captamos su olor. No sabemos quién las manda, quién las pone, qué significan, por qué se mueren. Solo dan color a unos personajes grises que se mueven por una inercia que apenas si les sirve para comunicarse. Sí sabemos que con esos ramos abren más sus ojos, se les instala en una fría rutina, en la tristeza cómoda de sus vidas, eseelemento distorsionador que es imposible ignorar porque recuerda a algo parecido a sentir. Esas son las pacíficas armas de José Mari Goenaga y Jon Garaño para esta película, junto con una espléndida fotografía de Javi Agirre.
Con ello han conseguido que su cuidada concepción sobre las mujeres pueda ser redescubierta por muchos. Se encuentran en 'Loreak' muchos de los elementos no solo de algunos de sus cortometrajes por separado sino de esa maravilla también de historias cruzadas que plasmaron en '80 egunean (En 80 días)'80 egunean (En 80 días). Rompen con esta manida fórmula de que el naturalismo cinematográfico, el intimismo en las imágenes, apenas cuenta nada. Las mujeres que acompañan a las flores de su última película cuentan tanto que conmueven en su justa medida, como piezas de un melodrama que se observa cercano y lejano al mismo tiempo. Para sentir más que para llorar. Para comprender más que para empatizar.
En ese recorrido la música del compositor vasco-francés Pascal Gaigne es la piel de cada fotograma. O una mano que acaricia y revierte la frialdad, tan solo aparente, de algunas escenas. Ni en la música ni en el relato hay catarsis, ni golpe de timón, ni histeria sobrevenida, como absurdamente se espera de las historias cruzadas. Ese deseo de convergencia sentimental deja un final maduro y resignado, ni abierto ni cerrado, que confirma el paso adelante que 'Loreak' supone en la forma de concebir el drama. Porque no trasciende pero se fija en la retina. O si acaso, solo lo suficiente como para no buscarle más significado que el que explicita, sin intuir, sin presagiar, sin abstraer.