Persiguiendo lo inefable: los libros de artista de Victoria Santesmases en la Fundación Antonio Pérez de Cuenca
El espacio “Vitrinas” de la Fundación Antonio Pérez de Cuenca alberga hasta el 29 del próximo junio, bajo el título “De texturas y silencios”, una interesante muestra de libros de autoedición y de artista de la pintora, ilustradora y profesora Victoria Santesmases, una faceta de su producción plástica que esta creadora madrileña pero afincada en Cuenca desde 1993 comenzó a realizar precisamente a partir de su llegada a la ciudad en una tarea que ha continuado hasta el día de hoy en paralelo al resto de su labor plástica.
Licenciada en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid ha compaginando la práctica artística con la labor docente, ha sido ilustradora de libros infantiles con la editorial Elkar y en el taller de Alberto Solsona y ha divulgado el arte contemporáneo con su programa “Otra forma de mirar” en la propia Fundación conquense en que ahora expone, institución para la que ha realizado tres guías didácticas.
Con una trayectoria que le ha llevado a exponer, además de en Cuenca, en Madrid, Valencia, Barcelona, Gijón o París, ha participado en Ferias como Estampa, Arts libris, Arco, JustMad, Masquelibros y ArtMadrid y su obra está presente en colecciones públicas y privadas. En 2018 fue galardonada con la Medalla al Mérito Cultural en las Artes Plásticas de Castilla La Mancha.
Una parte muy importante de mi obra se refiere a los libros de artista. Son los que han definido y expresado, de una manera más íntima, como auténticos poemas las distintas series en las que he ido trabajando hasta ahora
Un hacer esencializador
Sea cual sea la técnica de realización de sus obras –collage, estampación digital, óleo, aguafuerte, aguatinta, acrílico, transferencia térmica, corte a láser, gofrado, perforaciones, hendiduras, rasgados– o los materiales y soportes utilizados –plomo, cobre, alambre, alfileres, clavos, hilos, tarlatana, metacrilato, estaño, papel, cartón…– Victoria Santesmases, tras su etapa inicial, más pictórica, ha seguido una progresiva trayectoria de esencialización y depuración tanto formal como expresiva constatable no sólo en su larga producción de obras exentas sino también en los libros –volúmenes de autoedición, ejemplares únicos o de artista en cómplice colaboración con escritores, literatura y expresión plástica en fecundo tú a tú– que, en paralelo a aquellas, ha ido también produciendo y de los cuales ofrece ahora amplio ejemplo en la muestra conquense.
Unos libros que si en principio nacieron casi como cuadernos de apuntes o viajes se iban a ir transformando en resúmenes-síntesis de sus proyectos y, más allá de ese papel testimonial, configurándose también como creaciones con personalidad propia diferenciada en la mayoría de las cuales –quizá por la propia cercanía que propician y por esa condición de compendio que parece inherente a su serializado formato– ese camino esencializador de su autora late casi más palpable y presente que en el demás de su hacer.
Persiguiendo lo inefable
Por eso, en esa persecución de lo inefable, en esa lucha por lograr, expresando lo máximo con lo mínimo, la percepción de lo imperceptible –incluso en ocasiones casi de la nada– mediante la gestación de unas atmósferas que si unas veces nos ofertan espacios silentes de pura meditación en otras, vuelta su estructura pura materia poetizada, nos interpelan y sacuden, en la obra de Santesmases pueden convivir no sólo lo tenue y lo delicado sino también el dolor, el miedo o la herida en un decir que al sentirlo tan de cerca, casi como si su autora nos hablara al oído, se nos entrega aún más.
Y así, en esas sus identidades en fuga, en esas redes-estructuras-telarañas en las que se llega a percibir casi el ser del no ser, en sus crisálidas de todo y nada o en los significativos pestañeos a la caza de la visibilidad de lo invisible, desde esa verdad impalpable que late en los huecos de sus celosías cazadoras del instante o sumideros del tiempo pero siempre espacios casi habitables (y no sólo conceptual sino sensitivamente), lo sensible y lo metafísico de la mano, la artista nos entrega una geografía de sensaciones, si ahora de paz otras veces de desgarro, un panorama de experiencias a la par que estéticas sensitivo-racionales igual cuando se configura icónicamente sola como cuando nos interpela en conjunción con el decir verbal de los escritores con los que establece cómplice alianza, hasta conseguir que los yoes del espectador-veedor-lector y de la artista se encuentren y se fundan para compartir camino y mundo.
No sería justo, por otro lado, al reseñar esta exposición de Victoria Santesmases, dejar de resaltar el buen hacer complementario de Salvador Bernet tanto en la encuadernación de los volúmenes como en el diseño y realización de todas las cajas y estuches que los contienen.
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