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Hay vida después del incendio: de la regeneración natural a la reforestación

Trabajos en el incendio de Yeste de 2017

Alicia Avilés Pozo

Castilla-La Mancha es una tierra árida y seca. Tiene grandes parajes naturales, lagos y ríos, pero su extensión mesetaria y su suelo la convierten en una de las regiones con mayor riesgo de incendios en verano. Y con los efectos del cambio climático, las campañas contra el fuego se han extendido más allá de los meses estivales, sobre todo en tareas de limpieza de montes como medida de precaución. Prácticamente durante todo el año es necesario no bajar la guardia para que las llamas no devoren todo a su paso, aunque el volumen de estos siniestros ha descendido un 34%.

Este verano están trabajando en la campaña de incendios de Castilla-La Mancha hasta 3.000 efectivos desde el 1 de junio. La Junta destina a este objetivo unos 80 millones de euros anuales entre trabajos de extinción y labores de prevención. Y es que hubo un antes y un después del incendio de julio de 2005 en el término de Riba de Saelices (Guadalajara), en la que murieron 11 miembros de un retén contra incendios.

La única ventaja de ser una comunidad autónoma en cierto sentido vulnerable es que con los años ha sabido dotarse de grandes proyectos no solo para combatir los incendios, con más medios y equipamientos, sino que también ha innovado en cuanto a las técnicas de reforestación: se han buscado fórmulas para que la vida vegetal vuelva a abrirse paso tras el desastre. Porque ¿qué pasa después, cuando el fuego se ha extinguido? Por un lado se encuentra la regeneración natural de la zona y en otros casos se acude a la reforestación.

El ejemplo de Yeste

El caso reciente más grave en la región fue el incendio forestal de Yeste y Molinicos (Albacete) sucedido en agosto de 2017, que arrasó con 3.200 hectáreas. Sirve de ejemplo para conocer cómo se han desarrollado las tareas posteriores: desde la recolección de semillas de especies autóctonas, hasta la siembra de las mismas en bandejas forestales para su germinación y cría, en sus primeras etapas de desarrollo. Estas acciones se han desarrollado mediante talleres de educación ambiental y desplazamientos hasta la zona quemada para proceder a la repoblación.

Pero a las labores llevadas a cabo por numerosos colectivos, agentes medioambientales y administraciones se sumó en este caso una novedosa técnica de gran éxito: el método japonés Nendo-Dango, basada en el uso de bolas de arcilla que se fabrican en húmedo, conteniendo diversidad de semillas en su interior de diferentes especies y que conviven con el ecosistema para protegerlas contra la desecación, enfermedades y depredadores.

Este método mantiene las semillas en condiciones óptimas para poder germinar directamente en el monte, sin los inconvenientes que tiene producir la planta en recipientes artificiales y trasladarla al monte ya nacida. Además, con la adecuada selección de semillas, se provee de mayor diversidad que con las repoblaciones tradicionales, lo que da lugar a ecosistemas más equilibrados.

También los drones ganan puntos para las tareas de reforestación. Varias empresas han patentado ya algunas fórmulas, pero la más significativa ha sido la de la firma CO2 Revolution. Ha desarrollado una tecnología que permite replantar hasta 100.000 árboles en un día, es decir, es capaz de reforestar enormes superficies hasta cien veces más rápido que los métodos tradicionales y con la décima parte de coste. ¿Cómo lo hace? A través de la utilización del Big Data, que aporta indicadores sobre temperatura, precipitaciones, tipos de suelo, especies autóctonas, o requerimientos de las poblaciones locales.

De esta manera, tras llevar a cabo este análisis de las variables, se introduce la semilla pregerminada dentro de una cápsula biodegradable a la que se añaden todos los elementos para que tenga viabilidad en su primera fase de crecimiento. La plantación se realiza mediante drones con unos depósitos adosados. La experiencia piloto se ha llevado a cabo en Guadalajara. Todavía están por ver los resultados.

Retirada de madera, apeo de biomasa y regeneración

Pero, al margen de los métodos innovadores y según nos cuentan los técnicos especializados, las actuaciones en el caso de Yeste son el mejor ejemplo. Allí los objetivos fueron acometer trabajos urgentes y de inmediata realización como el aprovechamiento y retirada de madera quemada, el apeo de biomasa en fajas de seguridad, albarradas de mampostería en seco para proteger el suelo, reparación de caminos, tratamiento de plagas y colocación de cajas-nido y seguimiento de la regeneración natural. Estas tareas ya se han realizado y ahora también toca esperar.

Lo fundamental es saber que ninguno de estos proyectos, ni siquiera la regeneración natural, hace que un paraje natural vuelva a ser lo que era antes del fuego, incluso pasadas muchas décadas. Las heridas que un incendio deja en la naturaleza son profundas. Por eso la Administración autonómica ha realizado un llamamiento a la ciudadanía para concienciar sobre la importancia del medio natural, de cuidarlo en épocas de altas temperaturas y sequía para prevenir estos desastres. Es nuestra vida. Y por tanto, lo es todo.

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