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Yeste y Molinicos, un año después del incendio que mantuvo en vilo a la región

Imagen del incendio de Yeste y Molinicos.

Lourdes Cifuentes

Susana Jiménez recuerda, como si hubiera pasado ayer, esa sensación de miedo y angustia que hace ahora casi un año se respiraba en su pueblo, Molinicos. “Se ha pasado un año volando”, dice esta vecina de la localidad albaceteña, también gerente del restaurante, que fue testigo de los duros 13 días de incendio. Arrasó 3.200 hectáreas y llegó a afectar a parte del Parque Natural de los Calares del Río Mundo.

El humo se veía desde la terraza de su negocio, el restaurante Los Olivos. “Veíamos como se iba acercando poco a poco y llegué a sentir que tendríamos que marcharnos del pueblo porque las llamas podrían llegar”. Sus vidas, la de ella y el resto de vecinos de Molinicos y Yeste,  se pararon el 27 de julio de 2017, a las 11: 00 horas, cuando se originaron las llamas,  y no volvieron a ponerse en marcha hasta el 10 de agosto, cuando al fin, se dio por extinguido.

Los recuerdos  todavía hoy se le pasan por la  cabeza, porque ya ha pasado un año y apenas, dice, se han empezado a recuperar. “El peor momento fue cuando nos dijeron que teníamos que quedarnos en nuestras casas con las ventanas cerradas debido al humo y la ceniza que caía en el pueblo. Ese fue el peor momento”.

Para la alcaldesa de Molinicos, María Dolores Serrano, el momento en el que les comunicaron el confinamiento fue el peor de todos. “Te lo estoy contando y se me ponen los pelos de punta”, dice la alcaldesa que aún hoy, confiesa, “recuerdo el olor a humo”.  Su papel fue fundamental para los vecinos a lo largo de esos días. Serrano les pasaba partes diarios dando la información casi en directo de la situación real del incendio y procurando que los que habían sido desalojados estuvieran bien atendidos.

La peor parte se la llevaron los  evacuados, vecinos de las aldeas de ambos términos municipales, que pasaron días lejos de sus casas, rodeadas por el fuego. “Lloraban, no sabían si sus animales seguían vivos. Fue muy duro verlos llorar”. A lo largo de esos días,  la cercanía de las llamas a pedanías, tanto de Yeste como de Molinicos, obligó a desalojar los vecinos de hasta 19 aldeas, dejando en total 445 desplazados. Algunos de ellos permanecieron días en la residencia de estudiantes de Yeste y en instalaciones municipales de Molinicos.

Marcial Heredia recuerda, en cambio, el ruido de los helicópteros, el trasiego de efectivos tanto de la UME como del INFOCAM y hasta los refuerzos que llegaban de provincias limítrofes como Almería.  “No se hablaba de otra cosa en el pueblo. La preocupación era más que evidente”. Ahora, Marcial, cree que Yeste, su pueblo, ha vuelto a la normalidad, porque “aquí, por desgracia, lo de los incendios no nos es desconocido”.

13 días de lucha contra el fuego

Las llamas se originaron en torno a las 11.00 horas del  viernes 27 de julio. Fueron los miembros del grupo Scouts Albacete los que dieron la voz de alarma y avisaron al 112 tras avistar el fuego cerca del campamento de La Raspilla, en Yeste, donde se encontraban. Casi al mismo tiempo que desalojaban a estos 54 jóvenes y sus 14 monitores, seguían sus pasos los vecinos de las pedanías más cercanas a las llamas como La Parrilla, Las Quebradas, Las Hoyas, Los Collados y Torre Pedro. Casi un centenar a los que le seguirían en las siguientes horas habitantes de otras aldeas cercadas por el fuego.

El incendio, declarado en principio de Nivel 1, pasaba un día después, el viernes a las 12:00 horas, a Nivel 2 para poder solicitar la presencia de la Unidad Militar de Emergencias en las labores de extinción. Pese a ello, se pasó de apenas 190 hectáreas quemadas en 24 horas a cerca de 2.000 en dos días. El motivo: el difícil acceso por tierra, debido a lo escarpado de la zona, a lo que se sumaban las altas temperaturas y el aire, que hacían de soporte a un fuego que amenazaba un entorno natural único.

Finalmente, cinco días después del comienzo del incendio, el 1 de agosto, el tiempo dio una tregua. La zona amanecía con temperaturas inferiores, más humedad y riesgo de tormenta dando un respiro a los participantes en las labores de extinción. Hubo que esperar hasta el miércoles, 2 de agosto, para dar por perimetrado el fuego, y el 10 de agosto, se le dio por extinguido.

Durante todo ese proceso fueron más de 400  los efectivos que trabajaron sin descanso, por tierra y aire, para combatir las llamas, tratando de que esas 3.200 hectáreas no se convirtieran en más. El objetivo era que no saltaran “el barranco”, y que hoy se hablase de un daño mucho mayor.

Una larga recuperación

Al igual que tras la tormenta llega la calma, tras el incendio comenzaron las labores de recuperación de las hectáreas afectadas. “ A los 25 años se abre una ventana donde podemos decir si se ha recuperado o no, aunque eso no significa que el paisaje sea el mismo que antes de quemarse”.

Daniel Moya es profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos (ETSIAM), desde donde se colabora con el Gobierno Regional en labores de recuperación de la zona afectada. Se está haciendo un mapeo para recoger el grado de daño existente en el total de hectáreas calcinadas. Es decir, la severidad, ese es su nombre técnico, con la que el fuego afectó a cada zona.  Lo hacen comparando, a través de imágenes de satélite y catas sobre el terreno, el daño en el suelo antes y después del incendio.

Identificar esos grados de daño sirve para establecer una estrategia de actuación a la hora de regenerar ese entorno natural.  Lo que dice ese mapeo es que una cuarta parte del total de lo quemado es lo que presenta esa  mayor severidad, es decir, es la más dañada. Coincide con que ésta zona fue también pasto de las llamas durante el mayor incendio que se recuerda, el del año 1994.  “Ahí se ha quemado todo el combustible, toda la vegetación”, cuenta Moya, que asegura que no hay capacidad de regeneración natural y es donde habrá que hacer reforestación “introduciendo especies rebrotadoras que aumenten la resiliencia del ecosistema”.

Durante estos meses atrás los trabajos de la Administración se han centrado en retirar la madera quemada y “actuaciones de emergencia” para evitar movimiento de suelo. “Ahora mismo -explica Moya-  una lluvia intensa puede provocar el arrastre del suelo y si se pierde el suelo esto impide cualquier tipo de recuperación”. Lo que se ha hecho para evitar este escenario es “mulching de paja” ( hacer una cama de paja sobre el suelo que lo protege) o “albarradas” (líneas de madera muerta que sirven de contención para evitar arrastres).

Ayudas para mitigar los daños

La otra recuperación, la económica y turística, ha tenido apoyo de otras administraciones a lo largo de estos doce meses. Así, el Gobierno regional aprobó una inversión de más 1,4 millones de euros en ayudas directas para la comarca de la Sierra del Segura tras el incendio.  De un lado, la Consejería de Economía, Empresas y Empleo destinó 760.000 euros en ayudas económicas dirigidas a 12 municipios de la zona afectada por el fuego y a las asociaciones de empresas de turismo de la comarca. Los municipios beneficiados  han sido Yeste, Molinicos, Ayna, Bogarra, Elche de la Sierra, Férez, Letur, Liétor, Nerpio, Paterna del Madera, Riópar y Socovos. A estas ayudas directas, se suma una campaña publicitaria, en medios nacionales, con una estimación económica de 290.000 euros.

Con estas ayudas, tal y como explica el delegado de la Junta en Albacete,  se pretendió “corregir el efecto del fuego en instalaciones, y los gastos de estos consistorios en las evacuaciones, y en un segundo efecto para posicionar culturalmente y gastronómicamente un lugar de referencia para el turismo de interior tanto de Castilla-La Mancha, como del conjunto del país por su entorno paisajístico”.

Para que los Ayuntamientos de Yeste, Molinicos y la Sierra del Segura pudieran paliar los gastos que conllevó el incendio y alojamiento tanto de evacuados como de efectivos de la UME e Infocam a lo largo de esos 13 días, se aprobó otro Decreto de ayudas y subvenciones para los Ayuntamientos de Yeste, Molinicos y Elche de la Sierra por un importe de más de 710.000. euros De éstos, Yeste recibió 600.000 euros al ser “el término municipal donde se inició el fuego y donde hubo más efecto invasivo”.

Por otra parte, el Ayuntamiento de Molinicos dispuso de 100.000 euros y Elche de la Sierra, 10.000 euros; éste último Consistorio de la Sierra del Segura debido a que acogió la instalación de la Unidad Miliar de Emergencia. Además, estas tres localidades recibieron otros 30.000 euros más en concepto de ayuda extraordinaria. Ruiz Santos ha subrayado que “el Gobierno quiso colaborar para que el incendio de Yeste fuese una página de la historia negra de la provincia”.

“La Sierra del Segura está tan viva como antes”

Hoy, un año después, la Sierra del Segura sigue teniendo las cicatrices que le provocó el fuego.  Pero lo hace reivindicándose como un lugar que, peses a esas heridas, “tiene mucho que ofrecer”. Así lo dijo hace unas pocas semanas la alcaldesa de Yeste, Cortes Buendía, tras recibir su municipio y el de Molinicos uno de los premios San Juan que otorga la Confederación de Empresarios de Albacete.

“La Sierra del Segura  y cada uno de sus rincones pueden hacer vivir una experiencia única”, asegura Buendía que destaca la “implicación, la paciencia, la colaboración de todos los vecinos y todos aquellos que colaboraron, personas buenas,” que lucharon contra el fuego, cada uno a su manera, durante aquellos difíciles días.    “Seguimos vivos y eso se ha notado en que el turismo no ha descendido en este año”, añade la primera edil de Molinicos, María Dolores Serrano.

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