Dos ejes en la educación para el alumnado ciego: nuevas tecnologías y una red profesional de apoyo
Más de 300 son los estudiantes en Castilla-La Mancha que sufren de discapacidad visual grave y que volvieron a los colegios en el pasado mes de septiembre. La práctica totalidad del alumnado acude a clases en colegios ordinarios y recibe el apoyo de 17 docentes que ofrecen atención individualizada según las necesidades específicas de cada uno de los estudiantes. Para ello, cuentan con Equipos Específicos de Atención a las personas con discapacidad visual, gracias a los convenios de colaboración entre la ONCE y las diferentes Administraciones Educativas.
El Plan Individual de Atención Educativa acompaña al estudiante desde la Educación Infantil hasta la Universidad, incluso más allá, en el caso de decidir continuar con otros estudios reglados. En total, en la región hay 57 escolares que comenzaron este año os cursos de Educación Infantil, mientras que otros 80 acuden a clases de Educación Primaria, y 44 han llegado a la Educación Secundaria Obligatoria. Una decena de alumnos cursa Bachillerato, mientras que otros 21 preparan un grado de Formación Profesional y 23 acuden a la Universidad. El resto, 79, participa en otro tipo de enseñanzas.
“La inclusión del alumnado con ceguera o discapacidad visual en el ámbito escolar es una realidad en la que toda la comunidad educativa está inmersa. Por ello, es necesario que los recursos didácticos y herramientas tecnológicas utilizadas en los centros respeten los principios de accesibilidad y diseño para todos”, explican desde la ONCE. Mónica Amat Ortega es la jefa del departamento de Servicios Sociales de la ONCE en Castilla-La Mancha, y señala que el trabajo se enfoca entre los niños afiliados a la organización que tengan un campo de visión menor al 10% y una agudeza visual de entre el 0,1 y el 0,3.
“Los tiempos que recibe cada niño se establecen con prioridades. Los niños braillistas y con ceguera total siempre van a tener más atención, con un mínimo de cuatro horas a la semana. A medida que el niño tenga necesidad o dificultad para acceder al currículum escolar, el maestro asesorará su trabajo”, explica Amat, que destaca especialmente el trabajo en equipo que se realiza en todos los niveles. Primero, en la administración, luego entre los profesionales que atienden a los niños y finalmente también a las familias. Las nuevas tecnologías han adquirido un carácter crucial en la educación de estos alumnos, ya sean ciegos o puedan ver con un zoom o herramientas de acercamiento.
“No hay receta”
“No hay receta en los tiempos de atención, cada alumno es un mundo y existen quienes se desenvuelven muy bien. Hay niños que desde pequeños han leído en braille y que ya tiene esa habilidad con los libros. Por eso, los tiempos son siempre personalizados para el alumnado”, explica Amat. Entre otros, se trata de ayudar a los niños a adquirir competencias para ser más autónomos, y que puedan también ir accediendo a las herramientas de tecnología e información. Al tiempo que los maestros y maestras utilizan para asesorar al equipo de educación, se suma también el asesoramiento que se ofrece a las familias para que puedan afrontar la situación, junto a otros proesionales como técnicos de orientación, empleo o, incluso, trabajadores sociales. “Tenemos niños en atención directa, en el aula y también otros de seguimiento”, señala.
Belén Canto ha trabajado como maestra de niños con problemas agudos de visión o ciegos en los últimos 28 años. “Muchas veces el reto no es sólo para nosotros, sino también para el tutor o tutora del aula. Para nosotros suele suponer una enorme satisfacción sacar a los niños adelante”, señala. Canto trabaja en la provincia de Albacete, donde hay unos 60 alumnos con deficiencias visuales o ceguera. En el últimos años, a su labor se han ido incluyendo las nuevas tecnologías hasta llegar a los más pequeños, de educación infantil.
“Ya tenemos tres chiquitines en Infantil que utilizan nuevas tecnologías, con un ordenador y líneas braille. Se trata de herramientas que se han introducido gracias al nuevo método introducido hace un año. Permite al adulto estar en un ordenador convencional, que finalmente sale con una línea braille para el niño en su propio ordenador. Es un lujo”, asegura la educadora. En el caso de los más pequeños, como el de educación infantil, las tutorías son “muchas”, de entre tres a cuatro sesiones semanales, a las que se suma también la preparación del material, implicar a los tutores, profesores de apoyo y a los padres.
Además, en la educación de los pequeños interviene también un rehabilitador, un técnico en autonomía que trabaja en los colegios y también en los domicilios, para ayudar con los desplazamientos o en la autonomía a la hora de vestirse, por ejemeplo. “Con nuestro trabajo abrimos pie a un plan e intervención que va desde la trabajadora social hastael informático. No sólo se trata de las áreas puramente curriculares, ya que nosotros también ofrecemos educación en cuanto a la autonomía y las habilidades de la vida diaria, que complementan los contenidos puramente culturales”, explica. Se trata de habilidades que los niños pueden aprender por imitación, pero que en el caso de tener deficiencia visual requiere un entrenamiento específico.
Los niños, recalca, pueden llevar una vida normal, a pesar del posible aislamiento que se ve cuando todavía son muy pequeños. “Cuando son más mayores y se integran más en la dinámica ya pueden incluirse perfectamente”, recalca Canto. El trabajo sigue con los padres, donde también intervienen profesionales psicólogos porque hay quien “lo acepta mejor o peor”. “Es difícil y complicado para ellos, así que hay que ayudarlos. Hemos implantado escuelas de padres para ver sus inquietudes y estudiar qué necesita realmente el colectivo, porque trabajamos con niños ciegos hasta aquellos que incluso pueden trabajar con tinta”.
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