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Un investigador de Guadalajara patenta un “dispositivo inteligente de prevención activa para neutralizar el coronavirus”

KazemiMask®, un dispositivo inteligente y activo contra la COVID-19, según su creador

Carmen Bachiller

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La inventiva contra la pandemia que ha ocasionado el SARS-CoV-2 no cesa. En este caso desde Guadalajara se propone un “dispositivo de prevención activa” contra la COVID-19 y sus mutaciones, en forma de sofisticada mascarilla.

La idea parte del fisioterapeuta e investigador Alireza Kazemi, iraní de nacimiento y afincado en Guadalajara donde ejerce desde hace varias décadas. Se trata de la KazemiMask®, una mascarilla antiviral integral para neutralizar el virus.

Este doctor en Actividad Física y Salud y en Ciencias de la Salud que dirige el Instituto de Fisioterapia y Deporte en Guadalajara explica que “la idea surgió frente a un virus desconocido al que había que dar respuesta inmediata”.

Lo define como un “dispositivo inteligente preventivo y activo a la vez, capaz de neutralizar al coronavirus” para el que ha contado con el apoyo de neumólogos o de la Cátedra extraordinaria ‘Bosch-UCM en inteligencia artificial aplicada a Internet de las cosas’ de la Universidad Complutense de Madrid, entre otros profesionales, y cuya patente ya ha sido registrada.

Esta patente, explica, lleva aparejado un completo informe de documentación e investigación que aborda todo lo relacionado con el coronavirus, tanto desde la vertiente de microbiología y su composición estructural como desde la epidemiológica y farmacológica.

“Su virtud es que probablemente sirva ante posibles mutaciones del virus”, subraya, para añadir “la propuesta está ahí, pero necesita y debe ser testada y aprobada por los estamentos correspondientes”.

¿Qué es la KazemiMask®?

Se trata de un dispositivo que cuenta con dos partes principales. Por un lado, una estructura de silicona hipoalergénica y una pantalla protectora para los ojos, con un peso estimado de unos 100 gramos.

“Es un dispositivo activo, es decir, no es un parachoques como las máscaras que actualmente tenemos en el mercado que no combaten de manera activa, no intentan neutralizar al virus”, explica Kazemi.

Por eso, detalla, lo que lo diferencia de otros productos es que “se pone a disposición del mundo científico un dispositivo en el que tienen cabida incluso los fármacos que puedan descubrirse en el futuro o material químico desinfectante inocuo para el sujeto, pero mortal para el virus” y a la vez servir de protección a la espera de la efectividad de las vacunas.

La máscara cuenta con capacidad fumigadora gracias a una “cámara trampa” con filtro y desinfectante y a un sistema LED de emisión de rayos UVA “porque sabemos que los de tipo C se utilizan para la desinfección de materiales hospitalarios y ha sido efectivo para otro tipo de virus”.

El dispositivo está ensamblado mediante imanes y tiene la capacidad de reciclar el aire acumulado en su interior mediante una válvula con una única dirección de salida.

Además, incorpora sensores que podrían medir y evaluar la calidad del aire dentro de la propia máscara y un extractor del aliento, un humidificador y un pequeño depósito nebulizador de desinfectante para impregnar los filtros. “Ese depósito podría contener por ejemplo fármacos para su inhalación y ayudar así a asmáticos u otros pacientes, con lo que el abanico de posibilidades, aplicaciones y beneficios es muy amplio”.

Por otro lado, ha sido diseñada para su manejo desde el teléfono móvil. “Hemos intentado dar cabida a una app que controle todo el sistema electrónico interno”.

Su sistema es autodesmontable (con gran facilidad para la limpieza y desinfección), ligero, hermético, práctico (sus componentes son abatibles para ambientes de seguridad sin necesidad de tener que quitar la mascarilla) y sostenible (los elementos físicos empleados en su fabricación son reemplazables y no son dañinos para el usuario ni para los viandantes).

Igualmente, puede servir para otros usos profesionales y especiales que no sean los de protección ante la Covid-19, para luchar contra cualquier otro agente agresor biológico o contaminante.

En cuanto al coste, el investigador explica que, “siempre que su producción resultara masiva”, oscilaría entre los 30 y 50 euros y también dependerá de los materiales que se utilicen en su fabricación final. “Entendemos que no todo el mundo vaya a utilizarla por razones estéticas o económicas”, matiza el investigador quien insiste que, en todo caso, “un instrumento así nos ofrecería la posibilidad de no ser sujetos tan vulnerables ya que, además de proteger, intenta neutralizar el virus”.

Buscan el apoyo de una o varias empresas

Alireza Kazemi busca ahora un fabricante, una empresa interesada y con capacidad para llevar el dispositivo a buen puerto. “Necesitamos alguien que se atreva y que se declare competente para crear algo que no existe”.

Sostiene que se trata de una potente apuesta que “necesita el apoyo de instituciones grandes” desde el punto de vista económico e industrial. Existen ya contactos con varias empresas del Corredor del Henares, en la provincia de Guadalajara. “Hay muy buena disposición teniendo en cuenta que un prototipo puede llegar a costar medio millón de euros”. 

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