Paco de la Rosa: “La COVID-19 ha acelerado la entrada a un nuevo modelo, porque el anterior estaba caduco”
El baile nunca se ha detenido desde que asumió su cargo, explica Paco de la Rosa, secretario general de Comisiones Obreras. Y con “baile” se refiere a que la actualidad social y política de Castilla-La Mancha ha sido muy intensa en los últimos cuatro años. Justamente el día en el que el sindicalista albaceteño asumió su cargo por primera vez, la región se quedaba sin presupuestos ante la negativa de Podemos a respaldar el proyecto. Como una “putada” lo definió entonces. Ahora, en medio de una pandemia sanitaria, se enfrenta a un nuevo congreso en el que aspira a ser re-elegido como líder de uno de los sindicatos más importantes de la región y del país.
Es consciente de los desafíos, pero también defiende que los agentes sociales, no sólo su sindicato, han sabido reaccionar ante el tremendo desafío que ha supuesto la pandemia. Pero también recalca que ahora es el momento de dar el “do de pecho” y poner encima de la mesa soluciones y protección social para la ciudadanía.
¿Cómo siente que han sido estos cuatro años que parece que han pasado tan rápido? ¿Qué siente en este momento precongresual?
Han pasado volando, sí, porque han sido cuatro años con muchísima actividad y en los que han pasado cosas que no podíamos imaginar. Parece que en la memoria sólo nos queda el COVID como si no hubiese pasado antes. A veces uno piensa que tras el COVID-19 no se sabe qué habrá. Esto ha sido muy importante desde todos los puntos de vista. La COVID-19 nos ha puesto a prueba a todos. El gobierno ha patinado y ha acertado en situaciones totalmente novedosas, pero creo que eran conscientes de que el dialogo tenía que estar presente en la gestión de salida del COVID-19. Creo que todos nos hemos equivocado, pero también hemos sabido acertar.
No parece que hubiese sido posible acertar en todo.
Sí, pero el teníamos claro que el confinamiento no podía aislarnos de la realidad que se estaba viviendo fuera. Y estamos acostumbrados a tener muchos contactos con nuestra gente. Nosotros vivimos con el conflicto diario, en las empresas pasan cosas todos los días y nos daba miedo que el confinamiento pudiese dejar a los trabajadores a su suerte. Pero nos ha sorprendido la capacidad que hemos tenido de poder llegar a los sitios. A lo mejor peco de poco modesto, pero con miles de correos electrónicos, llamadas y cuando empezamos a abrir la mano, con contactos muy distanciados, hemos llegado a muchos sitios porque teníamos mucho que negociar.
Hemos demostrado la capacidad de dialogo de la patronal y también del gobierno, que no ha permitido el cataclismo de destrucción de empresas y de empleo. Creo que el dinero invertido en los ERTE ha sido más que bien empleado, porque si no hubiese sido mucho peor. Ahora tenemos que seguir en esta senda y en este camino porque hemos entrado en un momento en que la COVID-19 ha acelerado la entrada a un nuevo modelo, porque el anterior estaba caduco.
¿A qué se refiere con el modelo caduco?
A la forma que tenemos de producir, las energías que utilizábamos y las relaciones laborales. Todo va a cambiar, y esto debe ser la rampa de lanzamiento para empezar a producir de otra manera, trabajar de otra manera y negociar las condiciones laborales y la formación de los trabajadores de una manera diferente. Este mandato nos situará en el siglo XXI, que casi ha empezado en su segunda década, porque estábamos todos aferrados a una realidad tradicional que va a cambiar y debe hacerlo.
Ahora lo que se escucha es el miedo a que puedan volver a desaparecer miles de puestos de empleo público, en sanidad o en educación
En sanidad teníamos un déficit. Es cierto que ha crecido en los últimos seis años, pero no hemos llegado a los niveles de empleo que teníamos antes de que entrara María Dolores de Cospedal. Nadie ha cuestionado que se contratase a quien hiciese falta para atender el desbordamiento de personas enfermas, pero seguimos sin llegar a la plantilla que teníamos antes. Además, se han dejado desatendidas otras patologías que no tenían la urgencia que podía tener el COVID, pero es que no podía ser de otra manera.
Ahora lo que tenemos que hacer es mantener las plantillas de sanidad para que cuando se controle la pandemia, otras patologías puedan volver a ser atendidas. En materia educativa pasa lo mismo: nadie ha discutido la necesidad de crear espacios seguros y nadie discutió el aumento de plantillas. Además de lograr que las escuelas no hayan sido puntos de contagio, que no lo han sido, hemos conseguido otro objetivo: que la atención haya sido más cualificada para los alumnos, que sean mejor atendidos. Vamos a seguir apostando para que las ratios bajen, porque se consigue una mejor excelencia en la formación.
Las grandes víctimas de la pandemia han sido las personas mayores o con capacidades diferente
Pero el acuerdo con el Ministerio es que vuelvan a subir las ratios.
Nosotros entendemos que las ratios deben disminuirse. Hablamos de que la educación concertada y pública tenga los mismos elementos a la hora de impartir la formación. Un aula con 25 alumnos empieza a tener serias dificultades o a plantear problemas para una serie de alumnos que necesitan atención más cercana.
Ahora, donde vamos a ser más beligerantes será con los servicios socio-sanitarios. Las grandes víctimas de la pandemia han sido las personas mayores o con capacidades diferentes. Es verdad que esto de la pandemia nos ha pasado a todos por encima, pero también es verdad que las residencias no estaban preparadas convenientemente y eso ha provocado una situación muy grave.
¿Cree que tiene que ver con que este modelo tiene un carácter más bien privado?
Pues blanco y en botella. La atención de los mayores no debe ser un negocio, debe ser un servicio, un servicio esencial. El problema está en que a veces, aunque sean empresas sin ánimo de lucro, son empresas y deben gestionar un negocio, pagar salarios, etcétera. Y confundir una marca muy reconocida de una organización no gubernamental con la gestión de una residencia, nos puede llevar a situaciones muy complicadas. Vamos a exigir que estas empresas tengan los mismos criterios que pueden tener una residencia pública. Queremos que lo que vaya creciendo, crezca en lo público porque es la única manera de garantizar que las personas tengan un trato adecuado independiente de su nivel de renta.
Debemos garantizar que tengan la atención que se merecen y es una decisión muy política. Nadie se plantea que la sanidad sea deficitaria porque es un servicio que vale lo que vale, y con la educación pasa lo mismo. En un sistema capitalista hay mucha gente con mucho poder que cree que la educación es un buen negocio y que la sanidad es un pedazo de negocio y que los servicios sociales son otro negocio. El problema es que yo puedo hacer negocio atendiendo al 10% de la población. ¿Qué hacemos con el resto?
¿Cómo valora la evolución que ha tenido la gestión gubernamental desde que usted lidera CCOO?
Lo que voy a decir seguramente no sea muy aceptado, incluso entre los nuestros. El aporte de Unidas Podemos al Gobierno ha servido para que el dialogo social sea una realidad. Yo no recuerdo una negociación de un SMI como se ha negociado, con una subida exponencial como se ha hecho desde el dialogo social, o un acuerdo de tanto calado como los ERTE. No recuerdo borradores como los que se están haciendo del servicio publico de pensiones. Se está ejerciendo el dialogo social, y creo que Yolanda tiene mucho que ver en ese perfil más social que se está haciendo y en ese ejercicio del dialogo social. Al PSOE le ha sentado bien tener ese socio de gobierno y creo que Unidas Podemos ha sabido adaptarse con sus reivindicaciones a la moderación que tiene que tener quien ejerce de gobierno.
Tenemos pendiente volver a dar un empujón al SMI y no es un capricho. Yo pondría a quien lo critica a que viva un mes con 950 euros. Pero con 950 euros es muy difícil vivir. ¿Hay gente que vive con 950 euros? Pues sí. Pero no vive. Sobreviven como pueden. No tienen dignidad. Dependen de las ayudas que pueden tener.
Resulta difícil pensar en vivir así, sí.
Es que ahora hace falta que la gente cobre mucho más que 950 euros para vivir. Y si nos comparamos con otros países, es que su salario mínimo está por encima de los 1200 euros. Y hablamos de los países del entorno y es una aspiración lógica. Es tan sencillo como que si se incrementa el SMI, será una inyección al consumo. Si nosotros vivimos del consumo interno, que tiene un peso grandísimo en nuestro PIB, subir el SMI es dar un balón de oxígeno a la economía del país.
¿Cuáles cree que son los pasos más importantes para seguir construyendo este proyecto de CCOO?
Lo primero que tenemos que hacer es, lo primero que propondré es optimizar los recursos que tenemos. El sindicato es privilegiado en el sentido de que ninguna otra organización social tiene la capacidad, los recursos, las sedes los espacios en los que estamos como el nuestro. Creo que tenemos que solidariamente optimizar los recursos humanos para abordar estos retos. Las necesidades puntuales y coyunturales requieran la atención plena de un colectivo, y que puedan contar con que el sindicato estará a su disposición. Es la idea, que la estructura orgánica sea capaz de separar los espacios en los que nos movemos, pero al mismo tiempo optimizarlo para llegar mucho más lejos.
Soy consciente de que no llegamos a muchas empresas y trabajadores, y que hay muchos que están desatendidos y que han quedado al margen con la legislación. Como los riders, por ejemplo. Ya hay quien está inventando externalizar esta prestación para no verse obligado a contratar a sus trabajadores, es un modelo miserable que tenemos que combatir. Atender estas realidades pasa por optimizar nuestros recursos.
¿Y qué pasa con quienes están fuera del sindicato? ¿Con los representantes políticos?
Tenemos que intentar discutir nuestro modelo con nuestros interlocutores. Enfrentar nuestro modelo con lo que buscan otros y buscar momentos de equilibrios. La revolución pasa por el trabajo diario, no podemos pretender movernos en parámetros temporales como los que se movía ‘Novecento’. Tenemos otros espacios de actuación, no hay que renunciar a la movilización, pero debemos intensificar la negociación y el acuerdo. Y que la gente de la sociedad conozca nuestras apuestas
Ha hablado de que el modelo de producción está cambiando muy rápidamente. ¿Cómo atenderá este cambio el sindicato?
Claro, va a ir muy rápido. En este siglo cambiarán muchas cosas y debemos dar el do de pecho. Esto es renovarse o morir. El sindicato o es útil o no lo es, no hay término medio. El grueso de personas que atendemos todavía están en ese universo laboral que va a cambiar muy rápidamente. Vamos a intentar que los nuevos trabajadores que van a tener una relación laboral diferente, que seguramente no tengan ningún trabajo físico, sino que telemático, no se queden aislados. Otras formas de trabajar, el teletrabajo, no pueden estar ajenas a los derechos de los trabajadores.
En la pandemia hemos visto como desde la parte empresarial se mezclaba conciliación y teletrabajo. Pero teletrabajar no es conciliar. Alguien que tiene dos niños en casa no puede trabajar. El teletrabajo es otra cosa, otro tema es que se logre conciliar con el teletrabajo. Pero se les ha exigido condiciones superiores incluso cuando trabajaban de manera física y todo compatibilizando con la vida familiar.
Además en una época muy caótica.
Claro, los retos pasan por ahí. Porque el sindicato se adapte a la nueva realidad y no se someta a lo que algunos quieren que sea. Tenemos que confrontar nuestro modelo a quienes creen que estas nuevas formas de trabajo no deben tener derechos. Trabajar no puede ser a costa de cualquier cosa. La amenaza que nos ponen encima de la mesa es que se necesitará menos mano de obra. Pero no creo que sea verdad. Tenemos que intentar conseguir adaptar a los trabajadores analógicos al mundo de las nuevas tecnologías. En el largo plazo no va a existir un problema de trabajo. Lo que existirá será un problema de gestión del ocio.
En jornadas laborales más reducidas se puedan generar los bienes necesarios para una sociedad del ocio
Ya existe, ¿no?
Sí, pero será mucho peor. El planeta nos permite tener jornadas laborales más pequeñas, que la vida laboral sea más corta que la actual. Una sociedad del ocio donde miles de personas se dediquen a atender a quienes no tengan ya que trabajar. Pero no por privilegio, sino porque las necesidades serán diferentes, pero no quiere decir que sea insostenible. En la primera revolución industrial nadie concebía que se trabajasen menos de 12 o15 horas al día. Porque pensaban que era imposible producir. Pero se ha demostrado que con 40 y menos horas se puede ser mucho más productivo.
Todo vamos a avanzar y evolucionar mucho más, porque en jornadas laborales más reducidas se puedan generar los bienes necesarios para una sociedad del ocio, donde el trabajo como se concibe sea diferente y llegaremos más pronto que tarde. Mientras esto ocurre debemos ser cruciales para gestionar estas nuevas realidades de trabajo.
Por último, quería preguntarte por UGT, que ha elegido a una nueva secretaria general, Olga Arribas. ¿Cómo es vuestra relación? ¿Cómo se plantea el trabajo que tendrán en conjunto ambos sindicatos?
Ella viene del mundo de la empresa más que de la estructura del sindicato, es parte de la sección sindical de Iberdrola. Nos hemos visto en varias ocasiones, las conversaciones que hemos, tenido algunas tranquilas. Creo que hay sintonía y sabe perfectamente los retos que tenemos delante. Lo que hemos puesto encima de la mesa es la necesidad del dialogo social y la unidad de acción, vamos a movernos ahí porque no hay grandes diferencias y las que haya, las podremos pactar para que el movimiento pueda ser fuerte. Confiamos en que trabajaremos juntos y bien.
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