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PODCAST | Rodrigo Cuevas, cuando el universo es una pandereta

Rodrigo Cuevas

José An. Montero, Marta Cigliutti e Inés Villodre

Radio Diferencia —

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Rodrigo Cuevas nos atiende desde un “prao” cercano a Vegarrionda, la pequeña población asturiana donde habita y crea. En ese lugar, esa misma noche se celebraba  “Una señora fiesta”, un festival artístico en el entorno rural en el que actuaría con su espectáculo “Una noche de copla”, dedicado a sus señoras guardianas de la cultura popular, las mismas que le abren las puertas de sus casas para enseñarle sus cantes, sus historias y toque de pandereta. Pues Rodrigo también asume el adjetivo de “escuchaviejas” de su amigo Guti. 

En tiempos de clones, reciclajes y fórmulas matemáticas para alcanzar el éxito, Rodrigo Cuevas es una isla de creatividad en la que refugiarse, una fuerza arrolladora de pasiones reales. Más allá de la agitación, la provocación, el folk, la bandera LGTBI rural o cualquier otra etiqueta que se le quiera poner, late la pulsión del artista que recorre su propia senda siguiendo sólo su instinto creador. 

Rodrigo Cuevas firmó “Manual de Cortejo”, considerado por muchos como el mejor disco español de 2019. Un trabajo producido por Raül Refree, un pulidor de diamantes que consigue que cada artista con el que trabaja saque lo mejor de sí mismo. Rosalía, Amaia, Lina, Rocío Márquez o Silvia Pérez Cruz son algunos de esos nombres. 

Tras los meses de obligado parón, Rodrigo Cuevas regresa a los escenarios con su montaje Trópico de Covadonga, un show a la manera del cabaret donde se despliega todo el talento creativo de este cantante, compositor, acordeonista, percusionista y narrador. Una fusión de canción tradicional asturiana convertida en vanguardia, algo de copla, un toque burlesque y un sabor a cabaret en directo impactante de una gran calidad visual, instrumental y vocal. 

Sentado a la sombra de un árbol con sombrero de paja y revisando con la vista el lugar donde actuará esa noche, nos habla de historias locales que se convierten en universales, como la de Rambal que canta en el disco. Habla de la identidad de su tierra que va perdiéndose entre los dedos, al mismo tiempo que habla de lo que nos une como humanos. Con la vista en las montañas asturianas dice que “las situaciones que ocurren en un sitio, ocurren en todos los sitios. Cuando viajas musicalmente o físicamente, te vas dando cuenta de que todo responde a unas necesidades de adaptación y que esas necesidades son como los murciélagos o los pájaros, cambian en cada lugar, pero al final lo que necesitan son unas alas para volar. Las historias ultralocales se hacen universales porque existen en todos los sitios”.

Con el viento participando en la conversación, desgrana algunos secretos de “Manual de Cortejo”, descubrimos al Rodrigo Cuevas niño que convirtió su pueblo en su lugar seguro, del adolescente que sufrió la ira de la estupidez humana y se refugió en la música o del joven que marchó a estudiar sonografía a Barcelona, donde descubrió que lo que lo hacía único y especial eran sus raíces. 

Rodrigo Cuevas es la vida. Esa vida que te sorprende cada día con un giro inesperado. Ese torbellino bajo las aguas calmadas de una industria musical previsible y monótona. Rodrigo Cuevas es esa tormenta que viene a liberarnos del bochorno.

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