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Identifican nuevas variantes de coronavirus en murciélagos ibéricos

Ejemplar de murciélago ibérico

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El Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) con sede en Ciudad Real ha identificado nuevas variantes de coronavirus en murciélagos ibéricos. En concreto la presencia de los géneros Alfa- y Beta-coronavirus, identificando un elevado número de variantes genéticas por individuo y detectando coronavirus cercanos al SARS-CoV-2.

Los resultados de este estudio, dicen sus impulsores, “incitan a investigar más profundamente para comprender y caracterizar mejor la variabilidad genética de los coronavirus y sus huéspedes naturales” y ven “indispensable” un amplio muestreo en múltiples especies de murciélagos y otros animales silvestres y domésticos de diversas localizaciones y contextos epidemiológicos y ecológicos. El objetivo es “mejorar las medidas de control y prevención de las nuevas enfermedades zoonóticas asociadas”.

La capacidad de volar de estos mamíferos marca la diferencia

Los quirópteros, conocidos popularmente como murciélagos, son el segundo orden más diverso de mamíferos tras los roedores, representando aproximadamente el 25% de todas las especies de mamíferos. Son los únicos mamíferos con la capacidad de volar, lo que les ha servido para extenderse por todo el mundo, poblando gran variedad de hábitats. Este amplio grupo juega un papel importante como reservorio de diferentes patógenos zoonóticos y como vectores, tanto de ectoparásitos como de dichos patógenos.

Los quirópteros han sido asociados con diferentes enfermedades emergentes causadas por virus pertenecientes a los Lyssavirus, Henipavirus, filovirus, bunyavirus y coronavirus. Respecto a esta última familia, se les relaciona como supuestos precursores de las pandemias asociadas a los virus SARS-CoV en 2002 (China), MERS-CoV en 2012 (Oriente Medio) y también se han asociado al origen evolutivo en la última pandemia causada por el SARS-CoV-2. Aunque su papel como reservorio natural de una amplia gama de patógenos está demostrado, su función como transmisor, así como los riesgos y los factores epidemiológicos derivados de su capacidad como reservorio natural, no están del todo claros.

Es por este motivo por el que se ha promovido la vigilancia sanitaria de los murciélagos y otros animales silvestres que podrían actuar como potenciales reservorios y transmisores de estos patógenos. Sin embargo, cabe destacar que no hay documentado ningún caso de transmisión de coronavirus de murciélago a humanos, siendo inmensamente mayores los beneficios que aportan a los ecosistemas que los posibles riesgos.

Dentro de la familia de los coronavirus existen cuatro géneros distintos, que afectan a diferentes tipos de hospedadores, entre los que se encuentran los alfacoronavirus (alfa-CoV) y los betacoronavirus (beta-CoV) que infectan a varias especies de mamíferos, incluidos los humanos, los murciélagos y los cerdos; mientras que los gammacoronavirus (gamma-CoV) y los deltacoronavirus (delta-CoV) infectan a aves, felinos, cerdos y algunas especies de mamíferos marinos. Tanto los alfa-CoV como los beta-CoV se han identificado en murciélagos de diferentes países europeos, incluso coexistiendo en el mismo individuo.

Científicos del Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio) del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM), junto con investigadores del Centro de Investigación en Biodiversidad y Recursos Genéticos (CIBIO, Portugal), la Estación Biológica de Mértola (EBM, Portugal), la Universidade do Porto (Portugal) y la Oklahoma State University (Estados Unidos), realizaron un muestreo en diferentes localizaciones de Galicia, Murcia y Salamanca, en el que se capturó un total de 22 especies distintas de las 31 que cohabitan en la Península Ibérica, obteniéndose muestras orofaríngeas de 194 individuos.

El análisis molecular realizado se centró en la detección, identificación y caracterización de los coronavirus presentes, para lo que inicialmente se utilizó una Real-Time PCR de diagnóstico genérica previamente validada, detectándose 102 animales positivos (53%). Dada la elevada prevalencia encontrada y las dificultades para la secuenciación e identificación, se puso a punto una PCR multiplex dirigida a detectar e identificar las posibles variantes de estos virus en un mismo individuo mediante posterior secuenciación de nueva generación (NGS).

Para desarrollar esta PCR multiplex se estudiaron los 65 genomas de referencia disponibles en la base de datos GenBank del Centro Nacional de Información Biotecnológica (NCBI) y se generó una batería de 12 primers para la amplificación de un fragmento de 422 pares de bases perteneciente al gen que codifica la poliproteína ORF1ab. Además de estas dos PCR genéricas para la identificación de diferentes variantes de coronavirus, se realizó la PCR de referencia para la identificación específica de SARS-CoV-2, desarrollada por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

Los investigadores destacan la detección de más de un coronavirus del género Alfacoronavirus presentes en un mismo individuo. Han llegado a encontrar hasta 5 variantes de este género. Eso, sostienen, confirma “la alta tasa de recombinación y variabilidad que tienen estos virus en los hospedadores aquí estudiados”.

También se detectó un fragmento de más de 100 pares de bases relacionado con el coronavirus causante de la pandemia por SARS-CoV-2, que junto con los 12 positivos obtenidos en la PCR específica para la detección de este tipo de coronavirus ponen de manifiesto la estrecha relación que existe entre estas variantes genéticas de virus pertenecientes al género de los Betacoronavirus.

“La recombinación es uno de los principales impulsores de la evolución de los virus”, explican. Teniendo en cuenta la rápida evolución y complejidad de estos virus con capacidad suficiente para generar nuevos genomas, la coexistencia de diferentes coronavirus en un mismo murciélago permite que la existencia de recombinación entre ellos dentro del animal se convierta potencialmente en un riesgo para otros animales.

Además, estos resultados confirmaron la capacidad de los murciélagos de resistir y tolerar virus con baja viremia y ausencia de síntomas clínicos, lo que se ha observado incluso en murciélagos infectados experimentalmente con virus altamente letales como henipavirus, MERS-CoV, el virus Ébola y el virus Marburg.

Los murciélagos viven en colonias de unos pocos a miles de individuos y poseen una alta longevidad en comparación con otros mamíferos de su tamaño. Esto, junto con su capacidad de volar, explica que los murciélagos estén expuestos a una gran variedad de virus, lo que influye en la evolución de su sistema inmunitario haciéndolos resistentes a diferentes agentes patógenos.

Los murciélagos desempeñan un papel clave tanto en los ecosistemas naturales como en los antropizados. Proporcionan servicios ecosistémicos, con contribuciones fundamentales para el bienestar humano, como la depredación de insectos que son plagas agrícolas o que son transmisores de enfermedades, la polinización o la dispersión ecológica de semillas, entre otros múltiples beneficios. También desempeñan un papel importante en la salud de estos ecosistemas que están intrínsecamente entrelazados con la salud animal y humana, tal y como se plantea en el concepto de One Health (“Una Sola Salud”).

El riesgo de aparición de patógenos zoonóticos en el ser humano depende de las interacciones entre éste y los animales infectados, los reservorios y/o los vectores, o su entorno. “El conocimiento de las relaciones causales entre la interfaz hombre-animal y la aparición de patógenos en el ser humano es todavía incompleto”, advierten. Sin embargo, se sabe que el cambio climático, el cambio en el uso del suelo (deforestación, urbanización, intensificación de cultivos), las alteraciones del hábitat, los cambios en la gestión de la producción animal y en la disponibilidad de alimentos y agua, y otras actividades humanas, favorecen y aumentan las interacciones entre el hombre y otros animales. Al igual que en el caso de otros virus zoonóticos anteriores a la pandemia del SARS-CoV-2, la aparición de numerosos virus se ha atribuido al aumento del contacto interespecífico entre el ser humano y la fauna silvestre, entre otras causas a raíz de la invasión de hábitats no alterados.

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