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La sequía obliga a cambiar los tradicionales baños invernales por actos “simbólicos” con barreños

Anterior edición del Baño Invernal de Villafranca de los Caballeros

Alicia Avilés Pozo

La falta de lluvias va dejando su huella en Castilla-La Mancha. A las restricciones que ya se están viviendo en varias zonas, y que están afectando sobre todo a los agricultores de la comunidad autónoma se suma también la necesidad de algunos pueblos de modificar algunas de sus tradiciones en torno a sus humedales, lagunas y ríos. Nos hemos detenido en los casos de Villafranca de los Caballeros (Toledo) y El Robledo (Ciudad Real), donde cada Navidad se han llevado a cabo los conocidos como ‘baños invernales’, en los que los vecinos se sumergen en las aguas del Complejo Lagunar en el primer caso y del río Bullaque en el segundo. Este año, debido al estado de ambos parajes, las palanganas, los cubos y los barreños son la forma en que los ciudadanos han querido “mojarse” por el patrimonio natural.

En el caso de Villafranca, su famoso baño invernal en las Lagunas no será posible el próximo 7 de enero. Ese día, y tal y como lo ha decidido el Ayuntamiento junto con el colectivo de voluntarios que trabajan para conservar esta Reserva Natural, se realizará un acto “simbólico”: los vecinos que quieran participar llevarán su propio barreño o ‘caldereta’ para llenarlo con el agua no aprovechable que el camión-cisterna del pueblo desplazará hasta las lagunas. Cada recipiente se llenará “mínimamente” para que, en la zona encharcada que resta de agua, todos ellos se la arrojen por encima.

“Siempre hemos celebrado este acto para reivindicar la visibilidad de nuestras Lagunas y aunque están casi secas no queríamos dejar de hacerlo este año. Aunque en este caso lo haremos también para tomar conciencia sobre la necesidad del consumo responsable de agua”, explica su alcalde, Julián Bolaños.

Se tratará, explica, de un acto “desenfadado” para reunir a los villafranqueros de nuevo en el Complejo Lagunar y seguir recordando que este paraje cuenta también con su propia Aula de la Naturaleza, que promueve las visitas todo el año para otras actividades al margen del baño como el avistamiento y anillamiento de aves y el conocimiento de la flora y fauna de la zona.

Pero aún así, el alcalde lamenta que la situación no haya mejorado desde el verano, con tan solo “cuatro gotas durante el otoño”. Lo achaca a la sequía pero también a la falta de compromiso a gran escala sobre el calentamiento global y el cambio climático. Está convencido de que sin soluciones para estos fenómenos y si “seguimos castigando al planeta”, los problemas persistirán en el futuro. Por el momento, confía en que el acto del próximo día 7 de enero sirva para concienciar de manera colectiva.

Muy similar ha sido la decisión del Ayuntamiento de El Robledo (Ciudad Real). Este pueblo del límite del Parque Nacional de Cabañeros siempre ha vivido en torno al río Bullaque, afluente del Guadiana por su margen derecho, y el baño invernal de sus vecinos ha sido una tradición hasta ahora. El pasado día 31 de diciembre no pudo ser. El caudal a su paso por el pueblo está bajo mínimos y la Confederación Hidrográfica ya ha aprobado las primeras restricciones para los agricultores y ganaderos de la zona.

La situación ha obligado al Ayuntamiento a suspender el tradicional baño y sustituirlo igualmente por barreños con agua que los más valientes se han arrojado por encima. El objetivo también ha sido hacer visible su situación y al mismo tiempo reunir a los vecinos en torno al río, aunque esté “en horas bajas”.

Así lo relata la alcaldesa de la localidad, Elena Tamurejo, quien lamenta que en los últimos cuatro años había llovido menos pero que ha sido desde la primavera hasta la actualidad cuando la situación ha empeorado. “El pasado verano la Confederación permitió que saliera más agua desde el Pantano de la Torre de Abraham para mantener el caudal ecológico, pero ahora está al 8% y ya no puede salir más”, recalca.

En el caso de este municipio, la sequía afecta sobre todo al turismo. El Robledo cuenta con casi una decena de casas rurales a las que los turistas acuden, sobre todo en verano, a bañarse en el Bullaque. La alcaldesa teme que las cifras puedan descender con lo que ello supondría para todos los comercios locales. Por eso han decidido seguir dando visibilidad al río: “No nos queda otra, hay que estar a la orilla para lo bueno y para lo malo. El río es nuestra vida y así lo seguiremos reivindicando”. 

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