Viticultores y Administración trabajan para minimizar el impacto de la agricultura en la biodiversidad
La labor conjunta que están llevando a cabo entre Administración, organizaciones y bodegas para minimizar el impacto que la actividad agraria causa sobre el ecosistema es lo que se se puesto de manifiesto en la primera mesa redonda que ha tenido lugar en la Jornada VinoDiversidad que se ha celebrado en Toledo organizada por eldiario.es y la Fundación Global Nature.
En esta primera mesa redonda, que abría la mañana tras la inauguración por parte del consejero de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, Francisco Martínez Arroyo bajo el lema ‘Viticultura y biodiversidad’, han participado Antonio Aranda, jefe de Servicio de Espacios Naturales en la Dirección General de Política Forestal y Espacios Naturales Protegidos, Esteban García, director del Instituto Regional de Investigación y desarrollo Agroalimentario y Forestal, Carmen López, propietaria de las Bodegas Uva de Vida con sede en Torrijos (Toledo) y José Mª Rey, presidente del Patronato de la Fundación Internacional para la Restauración de Ecosistemas (FIRE).
Antonio Aranda ha puesto de manifiesto los retos a los que se enfrentan viticultores y Administración para revertir una situación de deriva de una agricultura que estaba empobreciendo la biodiversidad de una región eminentemente agrícola. “Queremos revertir una situación que se manifiesta en que hay especies ligadas tradicionalmente a las zonas de cultivos que han experimentado un descenso muy importantes en sus poblaciones como la de sisón, que ha descendido un 50 % en los últimos 10 años, asociado a determinadas prácticas agrarias que hay que revertir”, ha señalado.
Por su parte, Esteban García, director del Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal, ha adelantado como desde este Instituto “se ha ”logrado recuperar más de 40 variedades de uva que han estado a punto de la extinción en nuestro campo castellano-manchego. Algunas esta plantadas en campos experimentales y están esperando a producir“. Ha dado a conocer algunas como la Moribel que genéticamente es un cruce entre Cencibel y Moravia.
Además ha destacado como se está poniendo en marcha una corriente técnica que es la agricultura de conservación, muy cercana a la biodinámica. Para ello, en la viticultura se promueven las cubiertas vegetales porque por un lado protegen el suelo, se reduce la erosión, incremento de los niveles de materia orgánica, se mejora de la estructura del suelo, hay mayor fijación de carbono, menor escorrentía de agua y se aprovecha mejor el agua que cae.
Por su parte, Carmen López, de bodegas Uva de Vida, ha hablado desde la experiencia de apostar por la “biodiversidad como una herramienta”. Esta bodeguera está convencida de que la propia naturaleza, la flora autóctona te ayudan, hacen a la plata resistente y permiten al agricultor cultivar con independencia de cualquier tipo de química y ofrecer un “producto vivo y honesto, libre de química y, sobre todo, sano”.
Sin embargo, considera que actualmente el consumidor español no da más valor a los vinos producidos con compromiso medioambiental y prueba de ello, según ha señalado, es Uva de Vida que comercializa en EEUU y en países como Alemania en los que se valora los vinos biodinámicos y, sin embargo, no tienen distribuidor en Toledo.
Por su parte, José María Rey ha destacado la importancia de abordar con un reto global entre todos el hecho de que la producción agraria es el principal factor de impacto en la biodiversidad y un tercio de los alimentos producidos jamás se consume. “Algo no está funcionando bien”, ha señalado.
El convencimiento de que hay formas de conciliar la producción agrícola con la biodiversidad, es el principal argumento de “Campos de Vida”, un proyecto que la Fundación Internacional para la Restauración de Ecosistemas desarrolla para conciliar la producción agrícola con la biodiversidad, con técnicas de restauración que no compiten por el uso de la tierra, porque 2la producción agrícola no puede tener costes ambientales“
Los beneficios para los productores cantidad y calidad de las cosechas, el valor comercial añadido ya que hay vinos que ya comercializa con la etiqueta Campos de Vida y le ayuda a vender; la imagen externa se multiplica a través de las redes sociales, la satisfacción de la responsabilidad social corporativa y el enoturismo.