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Sobre este blog

La Fundación Catalunya Europa (FCE) es una fundación privada sin ánimo de lucro que tiene como objetivo hacer presente Catalunya en Europa y Europa en Cataluña a través del debate y la generación de conocimiento en economía, gobernanza, democracia, sociedad y cultura.

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Hace falta un proyecto político europeo

Roger Guiu

co-fundador del blog d’economía internacional ‘eKonomicus’ —

No nos es posible juzgar si la unión económica en Europa ha sido una buena cosa porque esta “unión económica” todavía no existe del todo como tal. Sí, es cierto que la Unión Europea ha traído el mercado único, donde personas, capitales y mercancías pueden cruzar fronteras libremente. Muy pocos académicos cuestionan que este mercado ha sido beneficioso para los países que han ido formando parte a lo largo de la segunda mitad del siglo XX (aquí y aquí analizan como la riqueza nacional hubiera sido más baja hoy en día si el mercado único no hubiera existido). Pero una unión económica implica ir más allá de un mercado único: implica crear unas estructuras similares a las de un Estado. El camino se inició creando una unión monetaria con una moneda comuna, esperando que el resto de estructuras (unión fiscal, presupuesto federal, comisión europea independiente, etc.) llegarían por inercia. El problema es que el proceso se paró a medio camino, dejando el euro como única moneda del mundo sin estado.

Este error de cálculo ha causado unos desequilibrios tan fuertes en Europa, que ha llegado a poner en riesgo el modelo social europeo, basado en un estado del bienestar que creíamos robusto. Quedarse ahora así, a medio camino, es un peligro en sí mismo e imposibilita impulsar ninguna recuperación económica. Huir de este status quo es esencial si Europa no quiere recaer en crisis de confianza periódicamente puesto que, en cinco años de inmovilismo y después de incontables cumbres intergubernamentales, las respuestas sugeridas han sido inconsistentes, de corto alcance y poco creíbles. Los destacados europarlamentarios Guy Verhofstadt (liberal) y Daniel Cohn-Bendit (verdes) lo avisaban a su manifiesto ¡Por Europa!: “la esencia de la crisis actual es que el euro es incompatible con la existencia de viejos Estados-nación y, por lo tanto, o bien se crea un Estado federal europeo y aparece una Europa post-nacional, o la moneda común tiene que desaparecer”.

Por lo tanto, estamos en un punto en que hay que elegir: o vamos hacia adelante -más integración- o vamos hacia atrás -regreso a la política económica nacional. Es decir, antes de confiar en aquellos que dicen que no hay que tocar nada porque ya saldremos bastante bien así de la crisis, ¡sería incluso preferible traer una mayoría al gobierno europeo que opte para desmantelar las instituciones europeas y volver a una economía nacional!

Pero puestos a elegir, ¿por qué propongo optar por más integración? Porque la simple idea de tener un “proyecto político europeo” es bastante poderosa cómo para aportar confianza al futuro de la región, eliminar el descrédito y, por paradójico que sea, mantener una economía independiente. Independiente de otros países (véase Alemania) y del desgobierno en los mercados de capital. Sólo hay que ver, por ejemplo, como la existencia de un discurso integrador y la puesta en marcha del euro como primer paso de una unión económica consiguió que los tipos de interés que pagaban los Estados convergieran perfectamente (ver gráfico) -algo impensable hace veinte años. Así duró hasta que la crisis demostró que esta unión prometida era tan sólo una ilusión y un edificio a medio acabar. Pero Europa tiene mucho potencial y aprovecharlo está en nuestras manos.

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