Paco Candel defendía la integración como la única salida posible para superar la marginación social y económica en que se encontraban los inmigrantes, entonces denominados charnegos. Una palabra despectiva con un significado que ha ido variando a lo largo del tiempo. En los años 50 y 60 del siglo XX, con una fuerte inmigración castellanohablante, se generalizó su uso. Candel describía la situación en Els altres catalans (1964).
Coincidiendo con los 50 años de la publicación, la Escuela Municipal de Música y Centro de las Artes de Hospitalet de Llobregat encargó una obra de teatro al dramaturgo Marco González de la Varga. Así escribió Xarnegos, una obra que indaga en las relaciones personales, pero también habla de la identidad nacional a partir de las olas migratorias del último medio siglo -de andaluces y extremeños a los marroquíes y latinoamericanos, hasta los jóvenes catalanes de la generación perdida que marchan fuera a buscar un futuro mejor.
Pentateatre se sirve de la comedia para sacar jugo a cuestiones serias como la identidad, la nación, la inmigración y la familia. Manolo es un hombre jubilado, procedente de Extremadura, que hace 40 años que vive en Hospitalet de Llobregat. Marisa, su hija, está preocupada por él. Dice que últimamente hace cosas muy extrañas y cree que se está volviendo loco. Debido a esto, Marisa acude con su padre a unas sesiones de psicodrama para que lo traten. Según ella, se está volviendo loco porque dice que es catalán.
Allí coincidirán con un terapeuta argentino que no acaba de salir adelante, una joven independentista con un grave problema personal y una abuela que se ha colado en la sesión por error. Pero también coincidirán con una decena de espectadores que, aleatoriamente, serán invitados a participar en esta reunión, en la que los pacientes comparten y escenifican sus angustias. En esta sesión de teatro dentro del teatro, Roser Batalla encabeza el reparto como hija esparverada por la tozudez del padre (Pedro Cánovas), Alicia Puertas es la chica hiperpreparada que no tiene perspectivas de trabajo ni de abandonar la casa de los padres, Alzira Gómez la señora despistada y Albert Eguiazábal el terapeuta.
Xarnegos va al tuétano de la cuestión política catalana. González de la Varga sitúa esta comedia en la actualidad. Algunos de los protagonistas podrían ser perfectamente del grupo de castellanohablantes de Cataluña (con ñ) que han adquirido los valores democráticos del derecho a decidir y los beneficios de un estado propio. “Son hijos y nietos de los que vinieron de fuera -argumenta González-. Ahora pasa mucho que los de fuera nos dicen cómo somos, están los que quieren ser y los que no quieren ni lo uno ni lo otro”, añade. En el fondo la obra también adopta un carácter mucho más universal. Xarnegos refleja una realidad y una certeza. Como dice el autor “todos somos charnegos que venimos de fuera y todos buscamos nuestro lugar en el mundo”.