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El Diari de la Cultura forma parte de un proyecto de periodismo independiente y crítico comprometido con las expresions más avanzadas del teatro, la música, la literatura y el cine. Si quieres participar ponte en contacto con nosotros en  fundacio@catalunyaplural.cat.

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Cuando Il Cavaliere perdió el sentido del humor

El Editto bulgaro de La Calòrica

Oriol Puig

Barcelona —

El 18 de abril de 2002 Silvio Berlusconi se encuentra de visita oficial en Bulgaria. En una rueda de prensa, ante doscientos periodistas internacionales, el entonces primer ministro italiano declara que el uso criminal que el humorista Daniele Luttazzi y otros dos periodistas están haciendo de sus espacios en la televisión pública italiana es inadmisible e insta a la directiva de la cadena a emprender medidas. Berlusconi no acostumbraba a salir muy bien parado en estos programas y se ve que eso le molestaba. Sea como fuere, en menos de un mes los tres personajes eran despedidos. Los tres comunicadores son inmediatamente despachados y sus programas se cancelan por falta de audiencia. Diez años después de aquella declaración Daniele Luttazzi sigue vetado en la televisión italiana.

En El Editto bulgaro, espectáculo estrenado en 2012, La Calòrica trabaja el teatro documento y los Late Shows estadounidenses para llevar a escena este escándalo periodístico de la Italia berlusconiana. La compañía reproduce sobre el escenario un hecho real. En nuestros teatros ya hemos podido ver dos espectáculos semejantes y centrados en la vertiente política: Ruz Bárcenas, Camargate. La fidelidad al texto es absoluta y sólo cambia el planteamiento para encontrar la complicidad con el público. La caricatura es constante pero eso no le quita realismo. La Calòrica se basa en estos hechos, que levantaron polvareda en Italia pero también en el resto de Europa, para reflexionar justamente sobre la sátira como forma legítima de criticar y cuestionar el poder. Como medio para transmitir un mensaje y dar voz a los que quieren criticar el status quo.

No es extraña pues la complicidad entre actores y público. Especialmente en las escenas donde aparece un Berlusconi esperpéntico -con un espléndido Xavi Francés-, interesantes reflexiones de Dario Fo y conversaciones frívolas y racistas entre señoras conservadoras que miran revistas en la peluquería. La risa está asegurada. Pero si nos ponemos serios también hay espacio para la indignación. Es cierto, estos hechos ocurrieron en Italia pero podría ser tranquilamente nuestro país. La obra comienza con una advertencia: el grupo Mediaset no le hace ninguna gracia El Editto Bulgaro y, por tanto, nosotros, el público, tampoco nos debe hacer. Con una puesta en escena sencilla, una interesante banda sonora y cuatro actores versátiles y con innegable vis cómica -Arnau Puig en el papel de Lutazzi, el cómic censurado, no se queda corto-, La Calòrica rescata El Editto bulgaro siempre que puede. La realidad de los hechos supera la ficción.

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