Menos muertes por contaminación, más energía verde e internet en cada hogar: la agenda 2030 de Barcelona
El Ayuntamiento de Barcelona ha elaborado por primera vez una hoja de ruta para los próximos diez años que incluye los principales objetivos económicos y sociales. En un ámbito, el de la política, donde la unidad de medida temporal suelen ser los mandatos –de cuatro años–, el gobierno municipal de Ada Colau ha fijado un horizonte más lejano, la llamada agenda 2030, que incluye compromisos como el de reducir drásticamente la mortalidad contaminación, aumentar el consumo de energía verde, doblegar los elevados índices de pobreza de la ciudad e incluso acabar con los desahucios.
La Agenda 2030 de Barcelona. Objetivos e indicadores clave adapta los 17 grandes Objetivos del Desarrollo Sostenible de la ONU, suscritos por 190 países, a una larga lista de mejoras para la ciudad. “Nuestro trabajo consiste en adaptarlos y aterrizarlos en 169 hitos concretos”, sostiene Laia Bonet, concejala de la Agenda 2030, Transición Digital, Deportes y Coordinación Territorial y Metropolitana. Un nivel de concreción en los compromisos que debería convertir el documento en algo más que un brindis al sol o una mera declaración de intenciones.
La lista atañe a todos los ámbitos de actuación del consistorio. Uno de los que han estado de más actualidad en las últimas semanas es la calidad del aire, a raíz del anuncio de Colau de pacificar una de cada tres calles del Eixample precisamente a diez años vista para reducir el tráfico y la contaminación. En este sentido, la agenda se compromete a reducir la mortalidad debido al NO2 entre un 80 y un 100% respecto a las recomendaciones de la OMS. Esto supondría bajar de las 1.000 muertes atribuibles a día de hoy a la polución a 300.
“Necesitamos una Barcelona más saludable, donde la movilidad sea más equilibrada, en la que el peso del transporte público sea mayor del que tiene ahora, igual que la movilidad activa”, defiende Bonet. En este punto, la agenda no fija todavía un objetivo de cara al 2030, aunque recuerda que para el 2024 ya existe un Plan de Movilidad Urbana que prevé que el uso del transporte privado motorizado se reduzca del 26 al 18,5%. Sí recoge el compromiso de electrificar toda la flota de autobuses y proteger todos los colegios de la ciudad del ruido y la polución (la previsión a corto plazo es actuar en 200 centros antes de 2023).
En el capítulo ambiental, la Agenda 2030 bebe en buena medida de la Declaración de Emergencia Climática elaborada por el consistorio el pasado mes de enero. Uno de los hitos más ambiciosos es lograr que el 50% del consumo de energía eléctrica de la ciudad provenga de fuentes renovables y que el 15% sea directamente de producción local. En cuanto a lo primero, el salto es considerable, puesto que ahora está en torno al 7,8%, según fuentes del propio consistorio.
En este punto, Bonet explicita que el éxito a la hora de lograr los objetivos no depende solo de las políticas del consistorio, sino de todas las administraciones, la ciudadanía y el tejido social y empresarial. En materia energética, por ejemplo, el aumento del peso de las renovables sobre el consumo pasa, según la concejal, por “imaginar herramientas que no pasen solo por el presupuesto municipal, sino también por los fondos europeos y de otros gobiernos”. También será decisivo el compromiso de la Generalitat de implantar renovables en todo el territorio con idéntico objetivo de cara a 2030.
“Los Objetivos del Desarrollo Sostenible no dependen solo de lo que puedan hacer los gobiernos, también de lo que hagamos nosotros como ciudadanos y de lo que hagan las empresas”, argumenta Bonet.
En el ámbito social, la batería de objetivos es también extensa. Destaca el compromiso de reducir las distintas tasas que hacen referencia al riesgo de exclusión. El índice de pobreza, de un 23% a menos de un 15%; la de privación alimentaria, de un 1,8% a menos del 0,5%; la sensación de soledad entre los ancianos, de un 10,6% a menos del 6%; la pobreza laboral, del 16,8% al un porcentaje inferior al 10%.
Uno de los restos en la misma línea tiene que ver con el número de personas sin hogar que viven en la ciudad, que se ha disparado en el último decenio hasta alcanzar las 3.700 en 2019. Una situación que se ha agravado todavía más con la COVID-19. El objetivo de cara a 2030 es que la cifra esté por debajo de 500, pero para ello habrá que completar otros retos, como los que tienen que ver con el acceso a la vivienda.
El objetivo más visible en materia de vivienda es quizás reducir los desahucios a cero, algo que se antoja hoy como una quimera. Pero más allá de esto, el consistorio se propone ampliar el parque de alquiler asequible del 1,28% actual al 5%. También que la proporción de familias que destinan más del 40% de sus ingresos a pagar el piso sea inferior al 14%. “Este es uno de los dramas más claros de la ciudad y cada vez hay más gente en situación de fragilidad”, reconoce Bonet, que en este punto exige una mayor implicación de la Generalitat en la compartida mesa de emergencia de la vivienda.
En plena pandemia, otro objetivo que resalta entre los demás es el de la conectividad a internet. La brecha digital puede ser el origen de graves desigualdades educativas, con lo que la apuesta del consistorio es pasar del 90% de los hogares con internet al 99,9%. Pero el paso siguiente es garantizar que haya ordenadores o tabletas en las casas. “De poco nos sirve la conexión si luego no hay dispositivos suficientes para que se puedan desempeñar actividades laborales o de estudio y de deberes”, resume Bonet.
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