¿Por qué rodearé La Caixa el Onze de Septiembre?

El próximo Once de Septiembre, como cada año desde que tengo uso de razón, los catalanes y las catalanas estamos convocados a defender nuestros derechos nacionales. Este año, sin embargo, no será una Diada más, dada la relevancia que el debate nacional ha adquirido en los últimos meses en nuestro país. De todas las movilizaciones que se llevarán a cabo en todo el territorio catalán, yo participaré en 'Encerclem La Caixa' (rodeemos La Caixa), convocada por el Procés Constituent. Y lo haré por un motivo fundamental: no quiero que la derecha me expulse de una movilización, la del 11 de Septiembre, en la que participo desde que tenía 6 años de la mano de mi padre, un andaluz nacido en Alicún de Ortega (Granada), que hace 40 años que defiende los derechos de Cataluña.

Últimamente me preguntan a menudo si quiero la independencia de Cataluña. Y respondo, rotundamente, que sí. Quiero la independencia de los mercados. Quiero la independencia de la corrupción. Quiero la independencia de una sociedad fundamentada en la injusticia social. Quiero la independencia de un territorio cada vez con más desigualdades de clase. Esta es la independencia que yo quiero. Y esta independencia no la quiero (ni puedo) construir de la mano de la derecha catalana que es la que, cada día, avala con su voto los recortes contra la clase trabajadora en el Parlament de Catalunya. Esta independencia no la quiero construir de la mano de un gobierno que ha hecho de la corrupción (Pallerols, ITV, Caso Palau, etc.) una necesidad estructural para sobrevivir en este sistema. Esta independencia no la quiero construir de la mano de fuerzas que, en Bruselas, se ponen de acuerdo para seguir garantizando los intereses de los mercados y de la troika por encima de las necesidades de las personas. Por ello, el 11 de Septiembre no participaré en la cadena humana de la Via Catalana: porque no quiero ir de la mano a construir nada con la derecha de este país que defiende los mismos intereses que la derecha española y europea. No tendría sentido ni social ni institucionalmente dar la mano que recorta la sanidad pública para garantizar el negocio de la privada del consejero Boi Ruiz o la mano de la consejera Rigau que ha recortado la escuela pública hasta hacerla subsidiaria de la privada concertada.

¿Con quien quiero construir esa independencia? También lo tengo claro. Esta sociedad libre de los mercados, de la corrupción, de las injusticias y de las desigualdades la quiero construir con gente como el SAT de Andalucía, que expropia material escolar o alimentos para garantizar el reparto equitativo de estos productos de primera necesidad; con gente como AGE (Alternativa Galega de Esquerda) en Galicia, que le dice claramente al presidente de la comunidad del PP Alberto Núñez Feijóo que es un 'narco-presidente', o con gente como IU en España que ha llevado ante los tribunales un gobierno corrupto como el de Mariano Rajoy. Pero también con gente como Syriza, en Grecia, que encabeza la lucha del sur de Europa contra la troika; con gente de los movimientos de revolución pacífica y social de Sudamérica que nos demuestran, desde la práctica, que sí hay alternativa; o con la gente de los partidos de clase, anti-neoliberales y transformadores de Portugal que están intentando evitar que con dinero público se financie la enseñanza privada. Con esta gente es con quien quiero construir una nueva democracia que deje de ser estética, como lo es ahora, y que sea auténticamente participativa para que lo podamos decidir todo. Y es que, como dice la tradición marxista, tengo mucho más que ver con un obrero de Sevilla, de Bilbao, de Milán o de Berlín que con un burgués de Barcelona.

Sin embargo, siento la necesidad de salir a la calle y gritar bien alto y bien claro que defenderé el derecho a la autodeterminación de todos los pueblos del mundo y, por tanto, también del mío. El derecho a la autodeterminación es inalienable a cualquier pueblo, por democracia y por dignidad. No valen argumentos económicos, financieros ni empresariales. Por ello, el 11 de Septiembre participaré en 'Encerclem La Caixa'. Porque defiendo el derecho a decidir de mi país (independientemente de que, después, en la consulta, mi voto sea uno u otro) y porque no quiero que ni Cataluña ni ningún otro pueblo del mundo esté sometido bajo el yugo de los poderes económicos y financieros. Por este motivo, la imagen potente de la clase trabajadora rodeando la principal entidad financiera de Cataluña, La Caixa, diciendo que no nos someteremos a su voluntad y exigiendo la soberanía del pueblo es la que creo que nos hace falta como país. Además, este sitio social y político en La Caixa lo haré de la mano de gente como Josep Bel, sindicalista de Telefónica; Marc Casanovas, de la Asamblea de Interinas; Diego Cañamero, del SAT-Andalucía; Sonia Farré, de la Auditoría Ciudadana de la Deuda; Edu Lucas, Activista en el Hospital de Sant Pau, o Jaume Botey, impulsor de la Renta Garantizada Ciudadana. Con esta gente sí quiero construir un país que sume hacia una Europa social de los pueblos y quede de esta Europa económica de los mercados que están construyendo entre cuatro.

En resumen, participaré en el rodeo La Caixa porque se ha convertido, con personalidad propia, la confluencia de la defensa del derecho a decidir y de la justicia social. Esta es la síntesis que siempre ha defendido la tradición política de la que provengo: no existe la construcción social de Cataluña sin construcción nacional , y no se dará la construcción nacional de Cataluña si no hay construcción social. A partir de aquí, quiero ir de la mano de los trabajadores y trabajadoras de Andalucía, de Galicia, del País Vasco, de Castilla, de Flandes, de Barbera, de Escocia, de Frisia, de la Liguria, de Normandía, de Valonia o de tantos otros pueblos europeos a construir una sociedad social y económicamente más justa. Yo lo tengo claro, el Once de Septiembre nadie me manipulará porque forma parte de un mismo escenario: la lucha de clases.