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Un Parlamento ciudadano que aspira a ser la “cámara permanente” de los movimientos sociales

Pau Rodríguez

Barcelona —

“A menudo pensamos que nos gustaría participar en las concentraciones contra la privatización del Hospital Clínic o en defensa de la educación infantil, pero a todo no llegamos. Si esta iniciativa ha de servir para que este deseo se plasme de alguna manera, nos reconoceremos en él”. Así se expresaba Ada Colau, la cara visible de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), en las primeras jornadas del Parlament Ciudadà, un proyecto impulsado por Itziar González, arquitecta y exconcejal del barrio de Ciutat Vella de Barcelona, que tiene la clara voluntad de enlazar los diferentes movimientos sociales y dotarlos de una “cámara permanente” -en palabras de González- para que puedan organizarse en forma de “contrapoder”.

Ante una audiencia de unas 300 personas, reunidas en la Facultad de Biblioteconomía de la Universidad de Barcelona, una selección de plataformas y colectivos ciudadanos ha hecho una primera aportación -que se desarrollará en las jornadas de este sábado- de cómo se debería construir un Parlamento que, de manera efectiva, les permita coordinarse. “Un lobby del pueblo”, aventuraba González, que permita a la larga “que el propio pueblo se autogobierne”, remachaba Colau. En la mesa también estaban Enric Pons, de la Auditoría Ciudadana de la Deuda; María Morón, de Ca la Dona; Jordi Garcia, de la Red de Economía Solidaria, y Manolo Tomás, de la Plataforma en Defensa del Delta del Ebre.

La repetición de palabras como “enlazar”, “coordinar”, “vincular” o, incluso, “ayudar”, ha servido para hacer evidente que las diversas plataformas y colectivos presentes en la sala, a pesar de tener objetivos separados y “urgentes” -como el caso de la PAH: detener desahucios-, tienen intereses en común. El más claro, expresaba Colau, es el de conseguir cambiar “un modelo capitalista” que pone en cuestión todos los avances sociales logrados hasta el momento, y en defensa de los cuales se han organizado las diferentes “luchas” que, según repetía González, el Parlament Ciutadà pretende ayudar.

El peligro del enésimo intento

“Ya sabemos que nos han estafado, ya sabemos que el sistema es corrupto... Sabemos que el rey está desnudo. Pero necesitamos propuestas de acción”, requería Colau. El principal temor entre los ponentes, respecto al Parlament Ciudadà, era que se acabe convirtiendo en el enésimo punto de encuentro de activistas, o intento de puesta en común de propuestas, que termina en nada por la falta de tiempo y de fuerzas. “Estamos ya curtidos en reuniones de todo tipo, en iniciativas para cooperar, y sabemos que cuestan mucho, pero son muy valiosas y siempre hay volver a intentarlo”, expresaba Jordi Garcia.

En este sentido, y con las funciones y la estructura todavía definir, Itzíar González avanzaba que esta cámara ciudadana “no será una carga de trabajo extra para los movimientos sociales, sino todo lo contrario”, una “herramienta” que facilite la confluencia de intereses y propuestas.

A la hora de desarrolar esta función coordinadora, varios ponentes han avisado también que habrá que encontrar una encaje no sólo en medio de tantos movimientos sociales existentes, sino entre otras propuestas transformadoras como el Procés Constituent -movimiento liderado por la monja Forcades-, la Asamblea Nacional Catalana o formaciones emergentes como la CUP, según ha enumerado Garcia. “En un momento tan decisivo, debemos saber superar los maximalismos”, expresaba el portavoz de la Red de Economía Solidaria, que se mostraba seguro de que el Parlament Ciudadà será “una pieza más de este puzzle”.

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