“El Gobierno en vez de diálogo ha preferido la confrontación con Catalunya”
Diálogo, política y acuerdo es la receta básica de José García Molina, vicepresidente segundo de Castilla-La Mancha, para Catalunya. El político no habla desde la teoría o el conocimiento lejano, sino como catalán nacido y crecido en L'Hospitalet y en la lengua de Pompeu Fabra. El dirigente de Podemos ha venido a Catalunya en estos días políticamente convulsos para “aportar su granito de arena” y tratar de abrir una vía al diálogo, explica. Este viernes se vio con el vicepresident Oriol Junqueras y el sábado con la alcaldesa Ada Colau. El domingo estará en Zaragoza en la asamblea convocada por Podemos para hablar de Catalunya.
García Page le ha pedido que venga a este encuentro con Junqueras como líder de Podemos y no como vicepresidente de Castilla La Mancha. ¿Por qué cree que ha ocurrido esto?
No se trata de que el presidente me lo haya pedido. Esto fue una iniciativa común, viendo cómo estaba el escenario político, venir a Catalunya simplemente a dialogar, a ver las posiciones y a dar nuestro punto de vista. En este sentido vengo casi a título personal, es verdad que soy el secretario general de Podemos en Castilla-La Mancha y que soy el vicepresidente segundo de Castilla-La Mancha, pero no venía en representación del Gobierno, sino como persona preocupada por lo que está pasando por un lado en Catalunya y por otro una deriva del Gobierno del PP que está poniendo en riesgo principios democráticos básicos.
Surgen sensibilidades en su Gobierno por verse con Junqueras, hace dos días la diputación de Zaragoza vetó el acto pro-referéndum de Podemos… ¿es la cuestión nacional lo que más separa hoy a Podemos y al PSOE?
En Castilla-La Mancha, no. Somos una coalición de gobierno que nos asemejamos en temas sociales o en la idea de la recuperación de una región que se vio muy perjudicada por el Gobierno de Cospedal. Preferimos poner por delante lo que nos une. Es verdad que nosotros hemos tomado una posición respecto de lo que está pasando con la cuestión nacional en general y por el derecho a decidir en Catalunya y en cualquier sitio, porque nos parece un elemento central para una democracia avanzada, y quizás veo al PSOE más titubeante. Pero no creo que haya diferencias insalvables y esperamos que el PSOE acabe poniéndose del lado de lo que llamamos el bloque de los demócratas, porque sinceramente creo que a día de hoy el verdadero reto para la democracia se llama Partido Popular.
¿El Gobierno de España debería permitir, o haber permitido, el referéndum del 1-O?
Yo creo que el Gobierno de España debería haber, y todavía debería, negociar. Ponerse en modo política, y eso siempre significa debate, también divergencia, conversación, diálogo y acuerdos. No lo ha hecho nunca, y por eso creo que es el artífice de que hayamos llegado a esta situación tan complicada.
¿Más que la actuación del Govern de la Generalitat?
En el choque de trenes cada uno, seguramente por intereses partidistas, han jugado más al conflicto que al diálogo. Pero el Gobierno central en lugar del diálogo ha preferido a una deriva de imputar alcaldes, detener a miembros del Govern, registrar sedes hasta de medios de comunicación… yo pensaba que esto ya no lo iba a ver. Y en vez de abrir una vía de diálogo ha hecho todo lo contrario, se ha tirado por la pendiente de la confrontación.
¿Cree que debería el Govern desconvocar el 1-O?
Creo que hablar desde otros territorios de lo que deberían hacer otros gobiernos es muy osado y muy poco prudente. Yo sé lo que deseo y lo que proponemos desde Podemos, que es que las dos partes se sienten a negociar. Si una de las partes no quiere negociar, no hay negociación, esto es evidente. Lo que más me preocupa de este conflicto, aparte por supuesto de sus posibles consecuencias para la ciudadanía, es que la vía de la política fracase. Que solo nos quede la vía de la judicialización y el conflicto enconado, o la vía del unilateralismo para defender una postura. Creo que ambas cosas nos alejan de la política como un espacio en el que los diversos pueden resolver sus diferencias.
¿La asamblea de electos de este domingo puede resolver algo antes del 1 de octubre o está más pensada para después del 2 de octubre?
Hay que pensar en ambos escenarios. No hay que tirar la toalla antes del 1-O. Y una asamblea es precisamente un lugar para debatir, para poner sobre la mesa posiciones con matices y me gustaría pensar que alternativas a la situación actual. Después del 1-O, pase lo que pase, llega el día 2, que para mí es tan importante como el 1. Aquí solo pueden pasar dos cosas, que nos pongamos a buscar una solución o que tengamos un nuevo problema más difícil de solucionar que el actual. Por tanto, pensar en ambos escenarios, y pensar en el antes y en el después del 1-O.
¿Teme que un impedimento físico de la votación el 1-O legitime al Govern para declarar la independencia?
A mí me gustaría pensar que todo el mundo en democracia ha entendido que poner las urnas no puede ser un delito. Ese escenario no nos conviene, ahí deberá ser el Gobierno del Partido Popular quien debería dar marcha atrás. Pero yo observo que el independentismo no ha hecho más que crecer en los últimos años, y eso tiene mucho que ver con la prohibición. Yo soy pedagogo y sé que cuando a los niños o a los adolescentes les prohíbes algo solo le queda o una frustración muy grande y traumática o la rebeldía. Esta norma pedagógica se aplica a la vida. Según esa lógica, no es descartable que en este choque de trenes mucha gente acabe decantándose y dando legitimidad a uno de los dos lados. Es posible que ante un momento de represión y prohibición mucha gente crea que el lado correcto es el otro.
En Podemos se aprecian dos grandes posturas sobre el referéndum catalán: los que dicen que puede hacerse sin reformar la Constitución y los que dicen que no. ¿Usted que opina?
No creo que sea incompatible del todo. La pregunta es qué tipo de garantías y de formalidad jurídica queremos dar a la consulta. En Castilla-La Mancha nos pasa lo mismo cuando queremos legislar, que nos planteamos si queremos hacer una ley o un decreto. Una ley tarda mucho más pero genera una solidez que es más difícil volver atrás y un decreto agiliza. Creo que las dos son posibles dentro de la legalidad. Lo primordial es que haya garantías, que lo que finalmente se pueda hacer sea vinculante, y que no nos llevemos a frustraciones ni a engaños de que se da la voz a la ciudadanía pero luego lo que dice no tiene efecto. Yo, por la experiencia que he tenido, me gusta que aunque las cosas vayan un poco más lentas sean más sólidas.
Cuando explican su proyecto plurinacional a veces cuesta distinguirlo de la España de las autonomías. Para usted, ¿es Castilla-La Mancha una nación?
Es una pregunta muy complicada porque deberíamos hacer una tesis sobre lo que significa nación, si es solo un territorio geográficamente determinado o de un sentimiento. Cuando hablamos en política de nación o nacionalismo hablamos de un conglomerado de elementos que a veces tienen que ver con una forma de entenderse en el mundo, que tiene que ver con delimitaciones históricas, culturales etc. Es verdad que Castilla es el germen de lo que luego ha acabado entendiéndose como un Estado que casi siempre, se haya reconocido más o menos, se ha hecho con diferentes nacionalidades, entendidas como elementos culturales, de lenguas o tradiciones muy diferentes pero que han encontrado su forma de entenderse.
¿Cree que sus conciudadanos castellano-manchegos, como en general el resto de españoles, aceptarían asimetrías en el modelo territorial para poder encajar a Catalunya?
Depende de qué asimetrías. En Castilla-La Mancha no queremos ser más que nadie pero tampoco menos que nadie. Si estamos hablando de reparto de los bienes comunes, deberíamos tender a una proporcionalidad. Y eso no entiendo que sea necesariamente una asimetría, entendida como desigualdad. Allí donde hay una determinada población u otros factores, debe hacerse un reparto proporcional que responda a las características de cada uno.
Esto lo podemos pensar al revés. ¿Cuánto cuesta sostener un hospital en Castilla-La Mancha, en un lugar geográficamente muy amplio, de 80.000 kilómetros cuadrados, con poblaciones muy pequeñas? No es lo mismo que sostenerlo en ciudades de un millón y medio de personas. Yo creo que igual que fuimos capaces de hacer un fondo común sanitario, creo que deberíamos pensar en la financiación autonómica desde ese criterio. Ahora bien, si hablamos de la asimetría no como desigualdades sino como diferencias, es evidente que hay elementos propios y hay que poner en valor esos hechos diferenciales.
En Catalunya muchas veces se habla de una supuesta catalanofobia, el famoso “nos odian”. También allá se dicen cosas similares. Usted que es catalán y castellano-manchego, ¿cuánto de verdad tiene eso?
Yo me he encontrado de todo en todos los lados. Es evidente la existencia de muchos clichés y muchos tópicos. Pero la mayoría de los castellano-manchegos que han visitado Barcelona vuelven prendados de la ciudad. Siempre habrá quien te encuentres que haya tenido experiencias menos satisfactorias. Del otro lado ocurre parecido. Mi padre era de Córdoba y mi madre de Granada, y uno ha tenido la experiencia de estar en Catalunya y ser el charnego, y de irse de vacaciones a Córdoba y ser el catalán, y tener la sensación de que no se es de ningún sitio. Pero creo que, más allá de los clichés, cuando rascas en él uno a uno con la gente, todo el mundo acaba entendiendo que no somos tan diferentes, que nos parecemos bastante más de lo que parece.