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El aeropuerto que nadie quiere

Foto: EFE

En los próximos días se abrirá ya el que será noveno periodo de venta del Aeropuerto de Ciudad Real, cuya infraestructuras llevan tres años abandonadas y que se vende por una cantidad irrisoria en comparación con lo que costó su construcción. El precio de venta ahora se sitúa entre 70 y 80 millones de euros, a pesar de lo cual nadie quiere hacerse cargo del mismo.

Ni el cambio en el proceso de venta, ahora venta directa en vez de subasta pública (ello implica que la primera persona/empresa que presente una oferta por esa cantidad se lo queda, no habrá más subastas ni periodos de tiempo extra) ni que el aeropuerto se haya convertido en los últimos años en un plató de cine más que otra cosa han conseguido que cualquier inversor se atreva a entrar en un proyecto cuya deuda a medio plazo es de unos 320 millones de euros (deuda de la que debe hacerse cargo el comprador).

El pasado periodo de compra, con precio de 80 millones, fue prorrogado porque el juez concursal estimó que podía haber interés de empresas para hacerse con él, un interés real jamás demostrado. En total en la construcción del complejo se han ido 1.100 millones de euros, tiene que asumir esa deuda de 320 y por ello su precio de venta es casi simbólico (el aeropuerto de Castellón, con solo un avión despegado en su haber, tiene un precio de venta de 200 millones, mientras que Ciudad Real tuvo aviones comerciales a diario aunque durante poco tiempo).

Parte de los terrenos que en su día se expropiaron para construir la totalidad del complejo (con un alto precio pagado) fueron devueltos a los que fueron sus propietarios cuando el proyecto ya dejó de ser viable.

Una idea interesante que en la práctica no sirvió

La idea del aeropuerto en Ciudad Real nació en los años 90, cuando se debatía en Madrid qué hacer con el Aeropuerto de Barajas. El espacio aéreo madrileño estaba colapsado, la estación madrileña no daba cabida en el estado en que estaba a más vuelos y se hacía necesaria una ampliación, con numerosos planteamientos sobre la mesa: desde trasladar completamente Barajas a un lugar más lejano al núcleo de Madrid, hacer un aeropuerto anexo que diera servicio complementario, o que parte de ese tráfico se derivara a otro aeropuerto. Esa era la idea principal del Aeropuerto de Ciudad Real.

Para buscar atraer a pasajeros los gerentes del aeropuerto ciudadrealeño decidieron ponerle un nombre que a la postre trajo polémica: Aeropuerto de Madrid Sur. Ello a pesar de estar a más de 200 kilómetros de Madrid. Eso también acarreaba malos entendidos entre los visitantes a España que no conocieran el aeropuerto, que daban por hecho que aterrizar en 'Madrid Sur' sería relativamente cercano a Madrid. Para hacer

más cercano ese concepto de 'Madrid Sur' era donde entraba el AVE, que tendría una estación en el mismo aeropuerto que llevaría directamente a Atocha. Esa infraestructura nunca acabó construyéndose.

Era también el 'boom' de las aerolíneas de bajo coste que necesitaban una plataforma aérea en unos momentos donde esos terrenos no sobraban en España, y menos en la colapsada Barajas. Así, en otras capitales mundiales sí funcionó la idea de un aeropuerto apartado de la gran ciudad que diera servicio complementario, caso del aeropuerto de Beauvais, situado a 80 kilómetros de París. Estos aeropuertos eran más baratos para las flotas de bajo coste por estar ubicados lejos de la ciudad principal (al contrario que el Charles de Gaulle de la capital parisina), por lo que se hicieron populares, pero ninguno estaba a tanta distancia como Ciudad Real de Madrid.

4.000 metros de pista en una zona ZEPA

La construcción del Aeropuerto de Ciudad Real perdió todo el sentido con la construcción de la T-4 en Barajas: así en Madrid se solucionó la falta de espacio, pero la base manchega perdía su fundamento. Además las amenazas de la Comunidad de Madrid hicieron que ese nombre de 'Madrid Sur' fuera desechado y se adoptara la denominación de 'Aeropuerto Don Quijote'.

La T-4 se adelantó a la construcción del aeropuerto ciudadrealeño por los múltiples problemas que se encontraron los gestores en Ciudad Real, empezando porque la zona proyectada para el aeropuerto era Zona de Especial Protección de Avifauna (ZEPA), protegida por su valor ecológico. Dentro del Campo de Calatrava, una construcción de semejante calibre se encontró con parones que alargaron su puesta en marcha, retrasándose más que la T-4 y haciendo ya casi innecesaria la infraestructura.

Sin aviones, pero con Ferraris

El último avión que despegó de Ciudad Real fue el 13 de abril de 2012 y fue un vuelo privado. El último comercial fue a Barcelona el 29 de octubre de 2011 por parte de la aerolínea 'Vueling'. En estos tres años y medio de explotación comercial desde Ciudad Real se pudo volar hasta Londres, París, así como a ciudades españolas como Palma de Mallorca, Barcelona y Las Palmas de Gran Canaria.

Desde entonces ha servido para recibir cualquier cosa menos un avión: plató de rodaje de 'Torrente 5', 'Los amantes pasajeros' de Pedro Almodóvar o miniseries de televisión, entre otras cosas. Por su pista también pasaron Peter Clarkson, Richard Hammond y James May, presentadores del afamado programa de la BBC 'Top Gear', donde aparte de hacer mofa de “la falta de gente en España” (al no concebir que un aeropuerto estuviese vacío) probaron un Ferrari 458 Spider, el nuevo Audi R8 y un McLaren MP4, en un viaje que realizaron por todo el país indicando la burbuja constructora que existió.

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