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La burbuja náutica valenciana

Barcos amarrados junto al edificio Veles e Vents, en la Marina Real de Valencia.

Voro Maroto

Marina Yatch Base, la empresa constituida por la constructora Cyes para construir y explotar una base para megayates en Valencia al socaire de la Copa América de vela, ha solicitado el concurso de acreedores. Salvo sorpresa, será liquidada, después de que la gestión impulsada por los bancos a los que la firma adeudaba dinero no haya conseguido hacerla viable.

Es el fin de la burbuja náutica. Con la elección de Valencia para acoger la Copa América de 2007, los proyectos para construir amarres se dispararon. Los puertos deportivos se iban a multiplicar. El consorcio entre el estado, la Generalitat y el ayuntamiento de Valencia que gestiona la Marina Real de Valencia creó uno: su ocupación apenas llega al 20% de media.

A Cyes, que planeaba invertir 76 millones para albergar yates de 20 o más metros junto al club náutico de Valencia, la apuesta tampoco le salió bien. Se fue la Copa América, llegó la crisis, los barcos de lujo elegían otros destinos y la empresa acumulaba números rojos sin cesar. La entrada de los bancos acreedores en la gestión no fue capaz de reflotar el negocio. Ahora, con la reestructuración y posible quiebra del negocio, asumirán pérdidas importantes.

El fracaso del proyecto de Cyes –cuya matriz también está en concurso de acreedores- no es único. Fiascos de este estilo han ocurrido en toda España. También en la Comunitat Valenciana. El sector calcula que sobre un tercio de los amarres de los puertos deportivos valencianos (20.000) está vacío. La morosidad ahoga a los clubs, según el presidente de la Asociación de Clubs Náuticos Valencianos, que han rebajado sus precios al límite para capear una crisis durísima.

Primero pinchó la burbuja inmobiliaria, y luego la del crédito. La náutica –creada merced a la ilusión de que miles de valencianos o turistas disfrutarían de lo que antes se consideraba un lujo: un velero- lo ha hecho poco después.

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