Expertas defienden la regulación europea de la edición genómica para mitigar los efectos de la sequía en los cultivos
La Comisión Europea trabaja en una directiva que regule la edición genética en especies vegetales, una técnica que los científicos ven como una oportunidad para el sector agroalimentario. Estas prácticas, entre las que destacan las herramientas de edición genética CRISPR, premiada con el Nobel de Química en 2019, producen variedades más resistentes a fenómenos adversos, están aún vetadas en la Unión Europea, que camina con cierto retraso en el campo de la biotecnología.
Las técnicas propuestas, diferentes de los transgénicos, implican introducir cambios precisos en las plantas como los que suceden en los organismos vegetales de forma natural y se vienen realizando a mano por los agricultores, pero dirigidos a conseguir características específicas, como mejorar su resistencia o aumentar su rendimiento. La investigación resulta especialmente relevante en un contexto en el que el cambio climático ha intensificado fenómenos extremos como la sequía, que se cobra buena parte de las cosechas en España. La principal diferencia es que en los llamados transgénicos se introducen en una planta código genético foráneo, mientras que en estas nuevas técnicas sólo modifican el genoma de la propia planta o introducen material equivalente.
Expertas en biotecnología han defendido este viernes la regulación de las técnicas de cisgénesis y multigénesis en la jornada “Las nuevas técnicas genómicas, una oportunidad para la investigación y la agricultura mediterránea”, inaugurada por el secretario general del PSPV, Ximo Puig. Las conferencias, organizadas por el Grupo Socialistas y Demócratas del Parlamento Europeo a través de la eurodiputada del PSPV-PSOE Inmaculada Rodríguez-Piñero, se han centrado en la divulgación de las técnicas y de la normativa como una oportunidad.
En la primera mesa, formada por la científica e investigadora del CRAG y del CSIC Ana Caño e Irene Sacristán Sánchez, jefa de Unidad de Biotecnología en la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria de la Comisión Europea, y moderada por la eurodiputada Inmaculada Rodríguez Piñero, las ponentes han defendido la necesidad de regulación y han reclamado mayor confianza en los avances científicos.
Las expertas apuntan que hay un rechazo a posturas científicas alimentado por el desconocimiento y reclaman a las instituciones aumentar la pedagogía. Según expone Caño, en China, Canadá o Estados Unidos hay grandes avances en el desarrollo de estas técnicas, como en los olivos, que podrían adaptarse a los cultivos españoles. También ha citado avances en investigación en semillas de fresas, tomates y melones, a la espera de la regulación para incorporarse al mercado. “La sociedad y los políticos deben tener más confianza en los científicos. Los agricultores llevan años haciendo mejoras genéticas y ahora lo podemos hacer de una manera más rápida y eficiente. Es una manera más moderna de lo que hacían nuestros abuelos. Y es lo mismo porque no se puede diferenciar. Son hortalizas que son más resistentes a una peste o a la sequía”, ha expuesto la biotecnóloga.
Sacristán, por su parte, ha defendido la propuesta de la Comisión Europea que en estos momentos trabajan el Parlamento y el Consejo, que probablemente quede pendiente de aprobación para la siguiente legislatura. La regulación da seguridad y certeza jurídica, defiende. “Intentamos satisfacer el fomento de la transición verde y el progreso de la agricultura”, ha dicho, al tiempo que ha reforzado el rigor de la propuesta, en pos de la transparencia: “Hemos estado dos años haciendo consultas y dos años investigando. Tenemos el informe de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria de 2021 y dos años de evaluación de impacto. Por tanto, hemos ofrecido todos los datos para que el Parlamento tenga una posición más que fundamentada”, insiste.
Según ha explicado Rodríguez Piñero, existe una importante demanda de plantas NGT (por sus siglas en inglés) en todo el mundo, debido a su potencial para contribuir a afrontar los retos actuales del sistema agroalimentario. La eurodiputada socialista ha indicado que la situación es “crítica” y ha relatado los grandes problemas a los que se enfrenta la soberanía alimentaria en Europa: “Según los científicos del clima de la ONU, el cambio climático ha reducido ya la producción de alimentos y estiman que los cultivos agrícolas en el Mediterráneo podrían descender un 17% en 2050. Sabemos que, debido al cambio climático, se ha reducido ya un 5% la productividad de los tres principales cultivos en el mundo, maíz, trigo y arroz. Un dato muy contundente es que casi la mitad de la población mundial, entre 3.300 y 3.600 millones de personas, viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático”. Unos datos que ratifica Caño, que apunta que en sus trabajos ha encontrado agricultores en Castilla y León que han perdido hasta el 70% de su cosecha de cereal por la sequía, o en Almería, donde los productos de huerta corren un riesgo severo.
También han participado en el foro el científico de la Universidad Politécnica y divulgador José Miguel Mulet; el secretario general de la Unió Llauradora, Carles Peris; la secretaria general del Comité de Gestión de Cítricos, Inmaculada Sanfeliu y el secretario general de AVA, Juan Salvador. Por su parte, el secretario general del PSPV-PSOE, Ximo Puig, ha defendido que estas técnicas suponen un avance en el bienestar de la población y los agricultores: “Las nuevas técnicas genómicas permiten reducir uso de plaguicidas, la resistencia a plagas y disminuyen las cantidades de desperdicio; se trata de aplicar el sentido común al bien común”. El líder socialista ha anunciado que su partido impulsará junto a científicos y el sector agrícola valenciano un foro para apoyar en la Unión Europea el reglamento sobre nuevas técnicas genómicas para producir alimentos resistentes a plagas y sequías. “Estamos ante ese paso hacia adelante decisivo que nos puede consolidar como una potencia agraria donde las técnicas genómicas pueden ser definitivas. El campo valenciano tiene la potencia necesaria para aprovecharla, un gran clúster tecnológico y un sistema investigador robusto”, ha concluido.
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